La doble mirada

Leo Cortijo
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Antonio Díaz Arnido

La doble mirada

Dos visiones diferentes. La mirada devocional y la mirada curiosa. Ese es el leitmotiv fundamental de la obra con la que Antonio Díaz Arnido ilustra la Semana Santa de Cuenca de este año. Por un lado, la mirada de un bancero en plena procesión. Y por otro, la del forastero que mira a la Pasión conquense con curiosidad. «Desde el corazón de la ciudad y hacia el corazón de la ciudad». Así lo explica el autor de la pieza, cuyo ojo –que tanto ha dado que hablar en los últimos días– es el suyo propio. Enigma resuelto...

El artista pretendía que el cartel tuviera un matiz religioso y espiritual, «como es la procesión en sí», pero también un toque muy publicitario e icónico, «enfocado a la función propia que es la de anunciar un gran evento». Por esa razón, el soporte gráfico «fundamental» de la obra es un capuz imaginario, tomando un elemento del paisaje urbano de Cuenca «indentificable y universal  a todos los niveles» como son las Casas Colgadas. Díaz Arnido lo defiende como un cartel «de fácil lectura» porque utiliza elementos propios del cartelismo más que de la pintura. «He procurado un proceso de síntesis, tanto para los propios conquenses como para los que no lo son», recalca convencido de las tres claves que aporta: «devoción, curiosidad y el corazón de la ciudad». Pretendía conseguir un lenguaje «totalmente diferente» y, en ese sentido, dentro de la faceta de cartelista, el sevillano cree que ha dado «un paso importante» en su carrera.

Hasta dar forma, sentido y color al cartel, ha habido muchos bocetos de por medio y otras tantas «noches de insomnio con la libreta en la mesita de noche». Una lección que aprendió de un buen profesor de la facultad de Bellas Artes en la que estudió es que «hay que pensar durante tres semanas para pintar en tres días». Y así ha sido porque para Díaz Arnido resultó clave el proceso de documentación, empezando por «conocer Cuenca, su Semana Santa y su idiosincrasia». Por esa razón, fue vital la visita que realizó a la ciudad, que le permitió tomar contacto con las hermandades y los nazarenos, pero también para conocer la serie de carteles de la Pasión. «Quería que la obra encajara bien y completara la colección». En este sentido, el autor se muestra radiante porque ver su obra junto con la de genios que él ha estudiado, como Zapata, Zóbel, Torner o Saura, por ejemplo, es un «sueño».

Ahora bien, como cualquier artista, Díaz Arnido y su cartel están expuestos al juicio de la crítica. Ya saben que todos los años, desde que se presenta el cartel hasta el Domingo de Ramos no se habla de otra cosa en la ciudad... El cartelista lo tenía muy claro desde el principio, pues «en el momento que utilizas un lenguaje más publicitario que pictórico sabes las reacciones que vas a tener...». Por esa razón argumenta que «tanto el halago como la crítica» lo lleva «con mucha normalidad». Es más, los carteles no los hace «para que gusten más o menos, sino para que tengan recorrido, generen debate y la gente interactúe con ellos». Y vaya si éste ha tenido recorrido, ha generado debate y han interactuado con él... Tanto que al artista ya le han llegado los primeros ‘memes’: «Me parecen superoriginales, muy sutiles y muy respetuosos con la Semana Santa», señala con una sonrisa en la cara.

Díaz Arnido está satisfecho con el resultado. Cree que lo peor habría sido «caer en la indiferencia o pasar desapercibido». Le entusiasma que en la calle, en los bares y en las reuniones familiares se hable del cartel,  pues «vivimos en un país en el que el arte ha quedado relegado a la ultimísima expresión en el sistema educativo». Asimismo, defiende con vehemencia que ha firmado una obra desde «el respeto y la responsabilidad», pero también «desde un sentido artístico valiente porque hacer otra cosa habría sido como caparme a mí mismo».

El hispalense ya ha conocido «una realidad cofrade totalmente distinta» a la que él vive en su ciudad, cosa que supone «un aporte importantísimo a nivel cultural y devocional». Ahora, finaliza, «queda pendiente conocerla y vivirla in situ», entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección. Antonio, bienvenido a Cuenca.