Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


La onda de la gestión

17/12/2021

La Tribuna, en su edición del jueves, día 9 de diciembre, ofrecía a los lectores un gráfico para seguir al detalle el proceso de construcción del nuevo hospital de Toledo. Un trabajo extraordinario en el que se puede analizar el azaroso devenir  del citado hospital.  Veintiún años han pasado, desde que se iniciara, allá en el lejano 2000, hasta este que ha entrado en funcionamiento. Nos tendremos que felicitar de que,  por fin, se disponga de un hospital nuevo, amplio, moderno y, esperemos, que dotado de personal y tecnología puntera. Habrá quienes echen de menos el Virgen de la Salud, sus instalaciones desgastadas, sus espacios reducidos, su concepción estrecha sobre la  visión de la salud de una época ya pretérita. A los nostálgicos, les costará adaptarse a las nuevas dimensiones, a los espacios abiertos. Les invadirá una imprecisa sensación de vacío, les inquietarán las distancias entre un lugar a otro. Pero serán síntomas pasajeros. Entre otras razones, porque pronto los espacios vacios se irán rellenando. Pronto se descubrirán también nuevas necesidades y ajustes a pesar de que haya sido un proyecto visto y revisado por  profesionales, interesados en que todo saliera bien.
Lo que enseña la onda de gestión  que ha publicado este diario es que los años que ha tardado en construirse no hablan bien de la gestión ni de la Región. Se supone que, cuando se constató la necesidad de construir un hospital nuevo, no solo el Estado transfirió las cantidades suficientes para acometer la construcción  del nuevo edificio, sino que los propios  anteproyectos y proyectos estaban  dimensionados adecuadamente, los terrenos seleccionados y los trámites burocráticos completados. La primera licitación, por un importe de 370, 9 millones de euros, se produjo, sí seguimos la onda, en enero del año 2001. Desde ese comienzo hasta ahora han transcurrido tantos años que no se entiende bien qué haya podido suceder para acumular retrasos tan llamativos. Tal vez la obra era excesiva para la capacidad de gestión de la Comunidad.  Desde luego no es fácil gobernar una Comunidad, que cada vez demanda más sofisticaciones técnicas y de gestión. ¿Han estado los dirigentes a la altura de lo que se exigía? ¿Y los mecanismos burocráticos?