Todo corazón

Leo Cortijo
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Es una de las voces incondicionales que llenan de alma El Sargal en cada tarde de partido, y es que Gustavo vive por y para el equipo de balonmano de la ciudad, aunque ésta no es su única afición.

Todo corazón - Foto: Reyes Martinez

Se define como el «fan número uno» del Balonmano Cuenca. Desde hace ya muchos años es una de las voces incondicionales de El Sargal y disfruta de los partidos de su equipo al máximo dentro de la grada de animación más vibrante, la Furia Conquense. Gustavo vive por y para el bloque de los Martín Doldán, Pablo Simonet, Fede Pizarro, Thiago Alves y compañía. El brasileño es, de hecho, su «jugador favorito». Aunque eso sí, a la hora de ofrecer su aliento desde la butaca no discrimina, y es que todos «juegan muy bien» a las órdenes del director de orquesta, Lidio Jiménez. Capitán de un barco al que este entusiasta hincha considera «el mejor de todos».

Algunas de las mejores alegrías de su vida se las ha dado el balonmano. Al principio cada permanencia se celebraba como un título, y en los últimos años la satisfacción ha llegado al tocar el cielo de Europa. Ese es el «mejor recuerdo» que atesora Gustavo, orgulloso de que el balonmano conquense dé brillo al nombre de la ciudad por el Viejo Continente. Por eso, para que el equipo vuelva a notar el «ambiente» que genera la afición, ansía que el «bicho» se marche definitivamente y el pabellón luzca como en las mejores tardes de partido. «A tope», remata.

Ahora bien, aunque en la nómina de preferencias el balonmano ocupa un lugar predominante, no lo es todo en la vida de este «cariñoso y simpático» joven de 26 años. Así lo define Pilar, su madre, a la que precisamente eso, el amor de madre, le puede. No es para menos. Gustavo es una joya. Y muy valiosa. Todas las mañanas, de lunes a viernes, acude fiel a su cita con las obligaciones laborales, en el Archivo Provincial. Allí cumple con todas las tareas que le encomiendan y además a la perfección. «Está muy contento» y «tiene buena relación» con todos los compañeros, comenta Pilar.

La tardes son para el ocio y los amigos. Con la mayoría de ellos se encuentra en Adocu, la asociación en la que aprenden, realizan juegos y actividades y, en definitiva, se divierten estando juntos. Y es que a Gustavo también le gusta salir a pasear o a tomar algo. «Nunca dice que no a ningún plan», y más si es a mover el esqueleto, ya que algo que también le encanta –dice– es el «perreo», o lo que es lo mismo, bailar a ritmo de reguetón.

Pero donde contonea el cuerpo a base de bien no es en la pista de baile, sino en la piscina. Se mueve como pez en el agua. Forma parte del Club Natación Cuenca y aunque practica todos los estilos, compite en crol. En este sentido, como en todo en la vida, Gustavo siempre ha contado con el apoyo de su familia, que tanto le quiere. Especialmente su hermana mayor, Soraya, que ha sido un faro para él. Además de sociable, risueño y activo, es un chico «muy familiar».

Dicho todo esto, hay algo que hasta el momento he pasado por alto. Gustavo nació con una copia adicional del cromosoma 21. Pero no importa. Eso nunca le ha impedido ser un chico «muy feliz», con su balonmano, su trabajo, su natación, sus amigos o su familia. Todos los que le rodean se lo hacen demasiado fácil. Y así la vida es mucho más sencilla. Y bonita. El cariño que ellos le profesan él se lo devuelve multiplicado por mil. O un millón. Porque Gustavo es todo corazón.