Una feria taurina de altos y bajos

Leo Cortijo
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El San Julián de este año deja el nombre propio de Ginés Marín como notable triunfador, las faenas de El Juli y Pablo Aguado y un déficit a nivel ganadero

Una feria taurina de altos y bajos - Foto: Reyes MartÁ­nez

La Feria de San Julián estaba diseñada para ir de menos a más. La confección de los carteles así lo cantaban, y es que éstos iban ganando en intensidad conforme avanzaban los días. Al menos, en lo que a toreros se refiere. Ahora bien, siempre hay que tener en cuenta a la otra parte fundamental de este tinglado que es el toro. Un elemento a veces vilipendiado y sin el cual no hay nada que hacer. Vengan las figuras, los toreros revelación o Manolete bajado del cielo... Y ese elemento, el de la ganadería, no acompañó a un serial lastrado por encierros –en general– con la casta, la fuerza, el poder y la bravura bajo mínimos. ¿Resultado? Salvo algunas contadas excepciones, la feria de este año en lugar de ir de menos a más, registró una tendencia de dientes de sierra. Es más, incluso alguna tarde se pasó del cielo al infierno en menos que dura un suspiro.

El torero que con mayor fuerza ha inscrito su nombre en este San Julián es Ginés Marín. Él es el triunfador en lo numérico... y también en lo artístico. Y eso es loable, porque no siempre van de la mano lo uno y lo otro. Tras una primera tarde notable con los santacoloma de Pallarés, a los que les cortó tres orejas, repitió paseíllo dos días después sustituyendo a El Fandi. Ginés pechó ese día con el mejor toro de la feria, Astuto, de la ganadería Román Sorando, que suma enteros para revalidar galardón. Con codiciosa entrega, fijeza, repetición y humillación, se comió como un tejón la muleta que por ambos pitones le presentó el diestro. Evidenciando una claridad de ideas sobresaliente, Ginés construyó su parlamento a través de su mejor versión del toreo fundamental a diestra y siniestra, intercalando alguna arrucina que terminó de encandilar al respetable. Anduvo templado, seguro y muy firme. Hubo torero… y también toro.

Otro de los jóvenes, y además debutante en el ciclo, que sumó enteros fue David de Miranda. El onubense se apuntó –o le apuntaron– una puerta grande en el descuento y de penalti. Fue en la tarde del petardo ganadero de Matilla. Seguramente, el peor en años. No sé si el mayor en las 21 ferias que lleva Maximino Pérez al frente del coso... De aquella manera, en esa procesión de animales paupérrimos, De Miranda puso sobre la mesa buenas formas, un loable concepto y mucha disposición con el que cerró festejo. Con eso y poquito más, porque no hubo oponente para lograr mayor empresa, abrió la puerta grande de la plaza de toros de Cuenca. Ea.

En ese cartel, en el que un principio estaba apuntado Roca Rey, Cayetano apuntó poquito y Morante, directamente, nada de nada. La baja del peruano, restó afluencia. No solo en ese paseíllo, sino como efecto dominó en el resto de festejos. Roca Rey es, con mucha diferencia, el torero que más gente lleva a la plaza, y desde que se lesionara a principios de julio en San Fermín, su baja ha sido un quebradero de cabeza mayúsculo para los empresarios de la segunda mitad de la temporada.

Tardes sin redondear. A priori, la tarde que más prometía era la última. El cartel más rematado del serial para poner la guinda y para intentar borrar el mal recuerdo de la matillada del día anterior. Y más con la gran revelación de la temporada, Pablo Aguado, reapareciendo después de tantos días de convalecencia. Pero como se suele decir, quien mucho espera… Lo cierto es que no llegó a ser una tarde de decepción absoluta. No, porque hubo dos capítulos interesantes que llevarse a la boca. Ahora bien, en el cómputo general pudo pesar más en la afición la desilusión de un encierro de José Vázquez que salvo esas dos excepciones, falló en su plaza talismán. También es cierto que al ganadero madrileño le tocó pagar, en buena parte, los platos rotos del día anterior, que no fueron pocos… Dicho esto, en el broche sanjulianero se vio la faena de la feria –sin culminar con la espada, eso sí– y casi un indulto. Suena raro, ¿verdad? ¿Cómo es posible que en un mismo festejo se dé lo mejor y lo peor? Pues sí, así fue. Y es que esta quinta de abono resume a la perfección lo que ha sido esta feria: un sí pero no.

Me quedo con el vaso medio lleno. Un Aguado inspiradísimo e inspirador de emociones con una faena repleta del mejor toreo puro y clásico. Con la rectitud en la figura y dando el medio pecho, templó con gusto, empaque y hondura la notable embestida del buen Zapatero de José Vázquez. Algunos muletazos a pies juntos y los pases de pecho interminables fueron auténtica canela en rama. No pudo estar mejor ni más torero con su oponente. Abrochó su obra con media docena de naturales dando el pecho y a pies juntos y con un par de adornos por abajo de calidad premium. Hasta aquí, pocos peros. Pero afloró su talón de Aquiles, y es que Pablo no tiene espada. Con todo, el toreo queda. Fue la faena de la feria.

Sigo viendo el vaso medio lleno, pero en este caso con peros. El otro gran capítulo de esa tarde llegó en el cuarto, Jornalero, que sorteó El Juli. Una master class de la tauromaquia de Julián con el bombón de José Vázquez. Series ligadas de muletazos largos y lineales, pero de conexión con un tendido ayuno de triunfo. El de Velilla cimentó una labor maciza con su estilo particular por ambos pitones. Y que, además, creció en intensidad conforme el toro se los tragó todavía con mayor transmisión. Le hizo lo que quiso. Además de toreo fundamental por ambos lados, hubo molinetes, faroles y toreo de rodillas. El Juli, gustándose y gustando con un toro que fue cogiendo temperatura y acabó siendo de nota para el último tercio. 

Un juguete infantil en las manos de un torero tan poderoso. Al cambiar la ayuda por la de verdad, se llegó incluso a pedir el indulto. Una petición que aminoró notablemente cuando este bomboncito pegó dos espantadas en busca de la puerta por la que salir. Poético: petición de indulto, y el toro buscando la salida... En ese desconcierto, El Juli se perdió y lo que era un triunfo mayúsculo quedó en algo minoritario debido al fallo con la espada.

Hasta aquí, una visión general. A partir de esta página, lo más interesante del ciclo, de forma pormenorizada. Y después, reposo. Han sido cinco intensos días de toros, de los que cada aficionado sacará sus propias conclusiones. Para gustos, los colores. Y a la hora de poner nota a esta Feria de San Julián cada uno tendrá sus propios argumentos...