Alimento para el alma

Leo Cortijo
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David Jiménez, para el que la música lo es todo desde los cuatro años, presenta su última canción, 'Vestida de domingo', con la que pellizca corazones y persigue fines benéficos

Alimento para el alma - Foto: Reyes Martí­nez

La música, en el sentido más amplio de su significado, lo es todo para David. Cuando solo contaba con cuatro primaveras, un hito cambió para siempre el rumbo de su vida, desde entonces destinada a vivir intensamente el arte de las musas. Su pueblo natal, Las Mesas, no contaba en ese momento con banda de música. Un grupo de personas, entre ellos su padre como presidente, dieron un paso al frente para constituir la Asociación Musical ‘Nuestra Señora de Los Milagros’.

A partir de ahí, todo cambió. Ese vínculo con la música creció en intensidad. Estudió Educación Musical en Cuenca, con el premio extraordinario de fin de carrera, y después Musicología en Logroño. David, que ahora es profesor en el Conservatorio Profesional de Mota del Cuervo y en el instituto de secundaria de Las Mesas, ha abrazado la música en todas sus vertientes y estéticas. En su reproductor puedes encontrar, reconoce entre risas, «desde canto gregoriano a AC/DC». Esa forma de entender la realidad la lleva al aula a diario: «Como docente, intento abrirles los oídos a mis alumnos, para que no se centren únicamente en lo que escuchan en la radio».

Y eso no está reñido con ningún género. David no se cierra a nada. Sabe de lo que habla, pues durante algunos años tocó en un grupo que actuaba en fiestas de pueblo y debían interpretar los temas más actuales. Más allá de gustos, Despacito, por ejemplo, «está muy bien hecho desde un punto de vista musical». Es más, el popular reggaeton, dominante en nuestra época, «no tiene por qué ser peor que la música de Mozart, musicalmente hablando». Ahora bien, con lo que no casa este experto en la materia es con el «mensaje» que lanzan en muchas ocasiones las letras de este género musical.

A pesar de todo, cree a pies juntillas que para entender la música actual hay que comprender la pasada. Analizar las huellas del camino para ver hacia dónde estamos yendo... De hecho, esa fue la «motivación» de David para estudiar Musicología. Algo que le permite manifestar con conocimiento de causa que «la música es hija de su tiempo», porque «está vinculada a un determinado contexto histórico, social, cultural y económico». 

Por línea general, y aunque es cierto que hay épocas doradas, la música de una generación no tiene por qué ser mejor que otra. Más allá de esos sempiternos debates, David pone sobre la mesa las teorías psicológicas que sostienen que cada uno de nosotros defendemos que la mejor música es «la que nos ha tocado vivir en nuestra adolescencia». Está comprobado que es la etapa vital que más nos marca y la que configura esa especie de «archivo musical» existencial.

Lo que está meridianamente claro es que la música es «alimento para el alma». Ésta, argumenta, «nos ayuda a descubrimos a nosotros mismos, modifica a su antojo nuestro estado de ánimo». Algo que ahonda en las raíces antropológicas más profundas. Es la teoría del Ethos. «En la antigüedad se componía en distintos modos para que cada tipo de música propiciase cierto comportamiento o actitud», explica el musicólogo. Había música para la guerra o para el amor, por ejemplo.

Y hablando de amor y de desamor, David ha presentado su última canción, Vestida de domingo. Con metáforas muy cuidadas, el tema cuenta la que podría ser la historia de cualquiera, «especialmente de aquellos que tuvieron que marchar y renunciar al amor de su vida por distintos motivos». La canción tiene fines benéficos, ya que una parte de los derechos de autor irán destinados a Basida, una ONG sin ánimo de lucro y declarada de utilidad pública. Por eso, David anima a compartirla para que pueda llegar «al mayor número de gente» o bien se descargue desde las plataformas oficiales (YouTube, Spotify, iTunes, Deezer o Amazon Music) a un precio simbólico.

De esta forma, «cuatro insignificantes minutos de nuestra vida pueden hacerle algo más fácil la suya a personas con importantes problemas», comenta. Eso es alimentar el alma por partida doble... ¡Enhorabuena!