«Esperaba un día soñado y no lo disfruté como yo quería»

Leo Cortijo
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Marcos, que fue alumno de la Escuela Taurina de Cuenca, se convirtió en matador de toros en una tarde en la que sintió «muchísima presión» y eso le pesó, sobre todo en el toro de su doctorado

«Esperaba un día soñado y no lo disfruté como yo quería»

Marcos ya es matador de toros. Lo es desde hace una semana y desde que Daniel Luque, como maestro de ceremonia, le cediese los trastos para estoquear al primer toro de su vida. Borrachito, herrado con el número 95, de 526 kilos de peso, nacido en septiembre de 2015, negro de capa y de la ganadería de Garcigrande –propiedad de su familia materna– fue el astado con el que promocionó al escalafón superior. Ahora bien, esa tarde tan soñada y esperada desde niño no tuvo el resultado esperado. «No te preparas para esto, te preparas para triunfar, para que el día de tu alternativa sea un día soñado y la verdad es que no la disfruté tanto como quería», explica Marcos a La Tribuna.

Esta lectura «regular» de la tarde se evidenció en el resultado, pues se marchó de vacío. «La presión fue muchísima, me pesó la tarde, sobre todo en el primer toro...», comenta con la sinceridad por bandera. Marcos no se esconde: «Ha habido gente que me ha dicho que se me vio tranquilo y que desde fuera se vio otra impresión, pero no fue así, no era yo...». Es cierto que el toro del doctorado no correspondió en absoluto y le ofreció entre poco y nada: «No fue el animal soñado, la verdad, se paró muy pronto y se desfondó por completo, además el aire tampoco ayudó». Por eso, añade, «tuve que apretar de más porque no podía llevarlo más a su altura».

Aunque del primero al sexto hay un lapso de tiempo importante, con el segundo de su lote la trama de la película dio un pequeño giro. «Ya estuve de otra manera y se me vio distinto, me vi más suelto y más metido en la tarde», afirma el toricantano.

Con todo, y tras recibir las palabras de cariño de su padrino Luque, –«de las que le estaré eternamente agradecido»–, Marcos ha dado un nuevo paso al frente en su vida. Lo hace sin estridencias, alharacas y rimbombancias. Ser matador de toros, reconoce, «no me ha cambiado mucho la vida y, además, no quiero que me la cambie en absoluto». Ahora puede, ya de forma reglamentaria, lidiar toros en público, pero más allá de eso considera que nada ha cambiado. «Sigo siendo el Marcos de siempre, todos los que me han conocido en primera persona, saben mi personalidad, mi carácter, mi forma de ser... y eso no va a cambiar sea o no matador de toros», sentencia.