Todoque, el pueblo que desaparece

Agencias
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La colada engulle inexorablemente un barrio en el que habitaba un millar de vecinos pese a los intentos para desviar el camino de la lava

El material volcánico avanza hacia la localidad palmera. - Foto: Ramón de la Rocha

Tiene la mirada agotada, apenas levanta cabeza, es más que evidente que está preocupado; mira de cuando en cuando a la lava que avanza lentamente sobre La Laguna y Todoque y aún le cuesta asumir lo inevitable: «Si la colada se mueve un poco más, mi finca se la lleva».

Vicente Amado es un agricultor que siempre se ha dedicado al plátano. Desde ayer por la mañana es imposible acceder a sus tierras. Hay un muro de lava de 10 metros que ha tapado la carretera.

«La colada está a unos metros, con suerte salvo algo, pero los plátanos... Mi trabajo de toda una vida ya lo doy por perdido, se lamenta. «No puedo llegar, ya no hay forma». Aunque la colada no toque su finca, pasarán meses antes de recuperar el agua que salve su cultivo. El material incandescente derriba todo a su paso.

La tristeza de los vecinos, que probablemente no puedan volver a sus casas y perderán sus tierras de cultivo, era evidente. La tristeza de los vecinos, que probablemente no puedan volver a sus casas y perderán sus tierras de cultivo, era evidente. - Foto: Ramón de la Rocha«Ya no estamos preocupados, eso era ayer, hoy ya estamos desolados», confiesa Amado.

Mientras, el jefe del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria, Emilio Duch, tiene a 17 efectivos de su unidad y a ocho compañeros de Tenerife que están «desfondados» y «dándolo todo para salvar lo posible». Llevan desde la madrugada del martes realizando movimiento de materiales en el pueblo de Todoque, modificando algunas calles, derruyendo y construyendo. «Si no hacemos nada, la lava se lo lleva todo», así que «vamos a hacer todo para salvar las casas», explica.

Pero ni siquiera están seguros de que su esfuerzo sirva para algo. La probabilidad de éxito es baja, reconoce, «pero hemos salvado algunas casas».

Desde las 08.00 hasta las 21.00 horas de ayer los habitantes pudieron acceder de manera controlada a sus inmuebles para acabar de recoger sus cosas. Desde las 08.00 hasta las 21.00 horas de ayer los habitantes pudieron acceder de manera controlada a sus inmuebles para acabar de recoger sus cosas. - Foto: Ramón de la RochaLa velocidad de la colada «parece que da tregua para acciones puntuales», pero «encauzar el magma es imposible», admite. 

Trabajan para intentar desviar la lava de su dirección a las viviendas. Son acciones «defensivas», maniobras que, aunque sean improbables, han dado sus frutos.

Se estudia el terreno y van modificando con una excavadora lo que pueden. El objetivo de estos hombres es que «no afecte a las viviendas»; también, si pueden, «salvar la iglesia y la escuela».

«Ojalá se pudiera salvar todo», pero «la carga térmica es enorme», asegura Duch.

Los bomberos van de la mano del Instituto Volcanológico de Canarias, cuyos científicos son sus ojos sobre el terreno. «Algunas acciones han salido bien y otras mal, pero con salvar solo una ya estamos satisfechos», apunta.

En los próximos días les llegan refuerzos del Cabildo de Lanzarote y de equipos del parque de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria). Seguirán sin descanso. «Si no se hace nada, se pierden seguro».

De momento, van adaptándose y evaluando las acciones posibles. Y usan material de fortuna, como lo define: las excavadoras y tractores que están en la zona.

Mientras los expertos trabajan en la zona, los vecinos, desesperados, tratan de sacar de sus casas a contrarreloj sus enseres. Ayer tenían marcada las 21.00 horas como fecha límite para poder acceder a sus casas de manera controlada por las autoridades, pues «una emergencia no es una ciencia exacta y la colada no lleva una velocidad uniforme, por lo que podría variar en cualquier momento». 

 

«Poco podemos hacer»

Quizá era la última vez que veían su hogar y sus tierras. Y es que las perspectivas de vuelta no eran buenas. El presidente del Cabildo de La Palma, Mariano Hernández Zapata, subrayó que «no hay posibilidad de parar» la lava que ayer por la mañana ya había entrado en Todoque, donde vivían más de un millar de personas

«Avanza con lentitud, pero inexorablemente. No hay posibilidad de pararlo. Es una situación en la que poco o nada podemos hacer», señaló Hernández Zapata.

Ahora solo pueden pensar en qué pasara cuando cicatrice la tierra, en cómo resurgirá la vida, que empezará porque el Consejo Insultar de Aguas pueda ofrecer soluciones a los agricultores que «podrán tener problemas una vez se corte el suministro de agua».