«Hubo una imbricación absoluta entre la radio y Cuenca»

Jonatan López
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El escritor y periodista, que acaba de publicar 'Una radio, una ciudad. Sesenta años de Radio Nacional de España en Cuenca', reflexiona sobre la relación entre la provincia y el medi, y opina sobre el futuro de la radiodifusión

«Hubo una imbricación absoluta entre la radio y Cuenca»

La radiocomunicación o la comunicación por ondas de radio cumple prácticamente un siglo, este domingo se celebra el Día Mundial de la Radio y el escritor y periodista José Ángel García, nacido en Madrid pero afincado toda una vida en Cuenca, acaba de publicar ‘Una radio, una ciudad. Sesenta años de Radio Nacional de España en Cuenca’. El numerario de la Real Academia Conquense de Artes y Letras reflexiona sobre la relación entre la provincia y el medio, y opina sobre el futuro de la radiodifusión. 

¿Qué le trajo a Cuenca en 1974?

No tenía otra vinculación más allá de haber venido aquí con un grupo de amigos, cuando tenía siete años, y haber pasado un verano en Cuenca. Yo hice Ciencias Biológicas, pero después estuve en la Escuela Oficial de Periodismo. Otro compañero y yo acabamos ese año y pedimos prácticas en el Diario de Cuenca. Yo me quedé como colaborador algún mes más y a continuación me ofrecieron la posibilidad de seguir en Radio Nacional, cuyo director era José María Olona y las instalaciones estaban en la calle Sánchez Vera. Entré como colaborador, salieron unas oposiciones, me presenté, las pasé y me quedé en Cuenca. La gente me recuerda que me casé con una conquense, pero que estaba en Valencia como maestra. Además de eso, me quedé aquí porque había un grupo de gente involucrada en un montón de aventuras. Amigos que hacían teatro, gente como Ángel Luis Mota, Paco Page o José Luis Muñoz Ramírez, y a mí me pareció un sitio magnífico para quedarme en ese momento. Lo que pensé que podía ser transitorio no lo fue y he vivido más aquí que en mi propio Madrid natal.

Si tuviera que elaborar una lista con los mejores inventos del ser humano, ¿colocaría a la radio entre los primeros del ranking? ¿En qué lugar y por qué?

Colocaría a la radio porque es un instrumento de comunicación y los seres humanos necesitamos comunicarnos físicamente y a distancia. A mí siempre me ha parecido uno de los medios de comunicación más inmediatos y más personales. No voy a colocar a la radio en la cabeza de inventos pero, a lo mejor, el sexto o el séptimo no estaría mal.

‘Una radio, una ciudad’ arranca en 1947. ¿Existe una razón concreta para esa fecha?

Arranca entonces porque el 1 de enero de 1947, la emisora, que ya venía existiendo aquí desde 1939 y al final de la Guerra Civil, adopta oficialmente el indicativo de Radio Nacional de España. Hago un repaso a esos años, desde el final del conflicto hasta ese momento. Es más, la gente consideraba ya que era Radio Nacional aunque no tenía ese indicativo. Primero perteneció a Redera, que era una red estatal de emisoras, y después pasó definitivamente a emitir bajo ese nombre. El libro hace un repaso hacia atrás e incluso salta a la Guerra Civil para recordar, culturalmente, ese periodo y las primeras emisoras que hubo como antecedentes, ideológicamente muy distintas.

¿Cómo fueron aquellos primeros años de radio en Cuenca?

Los viví con mucha ilusión. Accedí a una redacción en la que había gente de la generación anterior, pero había un grupo muy importante de profesionales que teníamos la misma edad y, por tanto, con los mismos condicionantes de vida y las mismas ilusiones. Hubo un periodo absolutamente ilusionante. En principio, yo no había pensado que iba a trabajar para el medio. Mi idea era conseguir trabajar en una revista quincenal, por ejemplo, y tener tiempo para preparar los reportajes. Me fui a todo lo contrario. Luego me apasionó el medio y he disfrutado muchísimo a lo largo de toda mi vida profesional.

¿Cómo ha ido la relación entre la radio y los conquenses en estos años?

Eso es algo que destaco en el libro, especialmente entre los años 40, 50 y 60, en los que en la ciudad y la provincia solo existía una emisora, la de Radio Nacional, y un periódico que era el Diario de Cuenca. La radio no solo funcionaba como elemento de información y entretenimiento, sino como un factor social más. La gente participaba muchísimo en los programas en directo, se creó un cuadro de actores infantiles y de adultos, y la juventud que tenía inquietudes pasaba por allí. Hubo una imbricación total y absoluta entre la radio y Cuenca y eso se mantuvo durante muchos años. En los 70 y 80 fue cambiando, surgieron las privadas y la propia vida social fue evolucionando al compás de cómo cambiaba el país. Esa comunicación se mantuvo mucho hasta que, por desgracia y en los últimos tiempos, con el ERE de 2006 nos fuimos tantísima gente de Radio Televisión Española. Creo que fue una decisión política equivocada, la emisora quedó muy reducida y se perdió la mayor parte de esa conexión.

Por aquella radio pasaron numerosos profesionales de contrastada calidad. Me imagino que tiene un recuerdo para ellos.

Primero pasaron figuras que han destacado a nivel nacional, no directamente relacionadas con la radio. Por ejemplo José Luis Coll, que empezó a hacer sus primeros pinitos allí, y luego profesionales como Enrique Domínguez Millán, que pasó por la radio y la televisión y fue una gran figura a nivel nacional. Otros que luego han desempeñado cargos importantes como Ángel García, que comenzó con nosotros y fue durante mucho tiempo corresponsal en la URSS durante todo el proceso de desmantelamiento del sistema soviético y después en Roma; Eduardo Larrocha, que ha sido vital en la información cinematográfica, por ejemplo en ‘El ojo crítico’; o Carolina Cubillo, que se ha hinchado a ganar premios nacionales e internacionales por su labor. Creo que funcionó también como escuela y como palanca, porque pasaron muchos profesionales jóvenes que empezaron aquí, unos eran conquenses y otros venían de fuera, pero marchaban a otras ciudades de España e hicieron unas carreras realmente magníficas.

En su larga trayectoria profesional, ¿cuál es la noticia que tuvo que radiar y no le hubiese gustado dar nunca? ¿Y cuál la que recordará con más cariño?

Hay noticias que nunca te gusta dar y que nosotros intentamos contar cogidas con algodones. Por ejemplo, las noticias de suicidios son muy complicadas y tratamos de pasar de puntillas sobre ellas. Como noticias importantes, la declaración de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1996. Recuerdo que me llegó el soplo y conseguí establecer comunicación con París. Logré hablar con el director general de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza. Haberme saltado el cordón de seguridad para hacer una entrevista a Felipe González cuando tuvo la reunión en El Hosquillo, en 1983, con el primer ministro francés, Pierre Maroy, y adelantarme cinco horas a esa noticia que luego se iba a dar en las ruedas de prensa de Madrid. Cosas de ese tipo que son satisfacciones que consigues. Durante mucho tiempo, nosotros cubríamos la información de Castilla-La Mancha como centro regional y, a nivel personal, haber cubierto todo el Festival de Teatro Clásico de Almagro, cuando para mí el mundo de la cultura y el teatro es importante. Fue magnífico.

Si no me equivoco, la cuidada edición del libro incluye numerosas imágenes e ilustraciones ¿Cómo se ha documentado y a qué fuentes ha tenido que recurrir?

Este libro se empieza a gestar cuando Internet no tiene tantas cosas. La gente dice que en Internet esta todo. Mentira. Hay periódicos enteros, pero el Diario de Cuenca no está. Tienes que irte a la hemeroteca y pasarte las páginas. Vas recurriendo a los amigos, fotos personales que me han ido llegando, rastreo por Internet de determinada documentación, porque el libro reproduce también noticias periodísticas, y el NO-DO. Son 130 ilustraciones en 165 páginas, el diseño y maquetación es de Santiago Torralba y creo que ha quedado, formalmente, un libro muy atractivo. Precisamente, la inserción de toda esa documentación gráfica y el cuidado de los pies de foto se ha hecho durante la pandemia, que me ha venido muy bien. El libro lo empecé a trabajar hace unos cuatro o cinco años y el empujón final ha sido en la reclusión involuntaria, pero por otro lado muy fructuosa, de la pandemia.

El próximo Domingo es el Día Mundial de la Radio. ¿Cree que, a pesar de que hoy en día triunfan los medios audiovisuales, la radio está más fuerte que nunca?

La radio está en un proceso de mutación. No me atrevo, no soy augur, a vaticinar por dónde va a ir. La radio que la gente escuchaba, en un momento determinado que había que estar a la hora del programa y que formaba parte del telón sonoro de sus vidas, es distinta. La radio, en las nuevas generaciones, es a golpe de podcast y está en Internet y en las redes. Es un camino diferente, que todavía no ha asumido la radio totalmente y que debe ir transformándose, sin abandonar el cuidado a su audiencia tradicional. Supongo que por ahí van a ir los tiros.

Dice el refrán que una imagen vale más que mil palabras. ¿Es cierto aquello de que mil palabras valen más que una imagen?

A veces una palabra es suficiente. La radio jugó siempre con la inmediatez, el estar ahí en un momento determinado. Ahora, la tecnología te permite estar ahí y además transmitir la imagen. De todas maneras, la imagen tiene un cariz de espectáculo y a veces de no interpretación que hace que sea muy fácilmente manipulable, con lo cual yo no suscribiría aquello de que una imagen siempre vale más que mil palabras. Hombre, poniéndose práctico, lo mejor es la conjunción de una cosa y otra, probablemente. En el último extremo, me inclinaría más por la palabra que por la propia imagen. Sobre todo la aislada y fuera de contexto.

¿Qué futuro cree que le espera a la radio? ¿Cuál va a ser su papel?

Creo que el papel de medio de comunicación inmediato. Un papel de apoyo, de compañía que durante mucho tiempo lo tuvo y que ahora creo que ha perdido. De todos modos, hay mucha gente que se monta en el coche y pone un lápiz o un cd y escucha música, pero los conductores escuchan mucho la radio. Como decía antes, con las redes sociales y a golpe de podcast se puede escuchar el programa o la noticia que interesa y hacerlo cuando uno puede y, además, reescucharla cuando quiere. Algo que antes no se podía. Lo que no habías oído se te había ido. Ahora no. Ahora puedes hacer como en las páginas de un periódico.

En cuanto a usted, ¿seguirá de alguna manera ligado a la radiodifusión?

Escucho la radio, me vuelvo a emocionar cuando me coloco delante de un micrófono, como el otro día que volví a mis remodelados estudios. Para mí ha sido una fase tan importante de la vida que no me importaría volver. Si hubiese oportunidad, hacer un programa sin cobrar sin estar en plantilla porque estoy jubilado, pero hacer un programa de radio. Me encantaría.