Fukushima: año 10

M.R.Y. (SPC)
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Las heridas provocadas por el tsunami de 2011 siguen sin cicatrizar en una región que trata de resurgir de una devastación total

Más de 18.000 personas perdieron la vida tras lo ocurrido y cerca de 2.500 continúan desaparecidas una década después.

Japón no volvió a ser el mismo desde las 14,46 horas del 11 de marzo de 2011. Un terremoto de nueve grados de magnitud azotó el noreste de Tokio. Pero no era un seísmo más. Aquel temblor era solo el preludio de la tragedia. El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico emitió una alerta para el océano Pacífico, desde el país nipón hasta EEUU, previendo un maremoto con olas que llegasen a los 10 metros. Pero apenas una hora después llegó el terror. Solo era el principio de una catástrofe natural que dejó más de 18.000 muertos y desencadenó el desastre nuclear de Fukushima.

Las olas superaron las estimaciones, con hasta 20 metros de altura, golpeando la costa japonesa, barriendo con todo lo que encontraban a su paso, colapsando los edificios y cortando carreteras y camino. Pero, sobre todo, llevándose miles de vidas por delante, obligando a más de 800.000 personas a huir del lugar inmediatamente.

La virulencia del terremoto y el posterior tsunami llevó a declarar un estado de emergencia para las plantas nucleares de Sendai y Fukushima Daiichi, la más afectada por los temblores, que cortaron la energía eléctrica de la central y cuyos generadores de respaldo fueron desactivados por el tsunami. Varias réplicas después y pocas horas más tarde, la alerta se elevó. La radiación cerca de la puerta principal del recinto era ocho veces mayor que el normal y los sistemas de refrigeración dejaron de funcionar. Se destruyeron los generadores de emergencia y la pérdida accidental de refrigerante dio lugar a tres fusiones nucleares, tres explosiones de hidrógeno y una contaminación sin precedentes en las aguas del océano Pacífico y en el aire, lo que obligó a evacuar a toda la población en un radio de 30 kilómetros. Era el inicio de una crisis sin precedentes, solo superada por el accidente en la central nuclear de Chernóbil, en 1986.

Fukushima: año 10Fukushima: año 10 - Foto: © Ho New / ReutersUna década después, Japón no ha recuperado la normalidad y la prefectura de Fukushima sigue intentando cerrar las heridas que aún hoy siguen sangrando.

Los niveles de radiación han caído con el paso del tiempo, pero persiste en varias zonas cercanas a la planta de Fukushima Daichi, que se mantiene cerrada desde entonces. La flora y la fauna, que desaparecieron casi por completo, se van recuperando poco a poco y los pueblos que fueron vaciados están reabriendo lentamente. De hecho, todavía hay más de 48.000 personas que, tras 10 años, aún no han podido regresar a sus hogares. Además, la radiactividad emitida -más de 400 veces superior a la bomba de Hiroshima- desencadenó una multitud de casos de cáncer de tiroides infantil, dejando a una generación seriamente lastimada. Y varios empleados de la central han sufrido leucemia como consecuencia del accidente en la planta.

Y, según lo expertos, el peligro sigue encerrado en los tanques de Fukushima Daiichi, donde persiste el debate de si es conveniente arrojar su contenido al océano, aún a riesgo de que pueda acabar llegando a tierra firme. 

Fukushima: año 10Fukushima: año 10Este 11 de marzo, por segundo año consecutivo, no se podrá rendir homenaje a las víctimas de aquella tragedia por culpa de una pandemia que mantiene en vilo al país nipón. 

Fukushima: año 10
Fukushima: año 10
Japón trata de sacar músculo y mostrar una recuperación que aún no existe. El Gobierno insiste en que ya no existen peligros de radiación y, por eso, ha planteado que Fukushima sea sede de la competición de béisbol de los Juegos Olímpicos que, previsiblemente, se disputarán este verano. Sin embargo, al  menos un 15 por ciento de la región sigue sin estar reconstruida y existen aún muchas ciudades fantasma, donde  contaminación hace que sea imposible que puedan ser habitadas. Porque aún queda mucho tiempo para curar todas las heridas.