Una verdadera amenaza para la salud mundial

Agencias
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La resistencia a los antibióticos se está convirtiendo 'en un problema muy grave, sobre todo en el ámbito hospitalario, donde las infecciones bacterianas se pueden complicar para el paciente

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene claro: «La resistencia a los antibióticos es hoy una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo. Puede afectar a cualquier persona, sea cual sea su edad o el país en el que viva». Y es que, según vaticina, cada vez es mayor el número de infecciones (neumonía, tuberculosis, gonorrea y salmonelosis, por ejemplo) cuyo tratamiento se vuelve más difícil debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos. La OMS apunta que la resistencia a este tipo de fármacos se trata de un fenómeno natural, aunque el uso indebido de los mismos en el ser humano y en los animales está acelerando el proceso.

En concreto, explica que los antibióticos son los medicamentos utilizados para prevenir y tratar las infecciones bacterianas, es decir, aquellas que proceden de bacterias, no de virus. «La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso indebido de estos productos», advierte la entidad internacional.

«Si seguimos a este ritmo, puede ser que lleguemos a tener un problema en un futuro porque si no hay antibióticos, cosas tan simples como que me caigo en la calle, me corto, y la herida se infecta, al final nos puede provocar un problema muy serio porque no tendremos nada para combatirlo», lamenta Ana Molinero, vicepresidenta de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac), y responsable de su área científica.

La farmacéutica señala que nos estamos quedando sin antibióticos con los que combatir enfermedades que los necesiten: «Todas las enfermedades para las que los antibióticos podrían ser efectivos están dejando de tener un remedio para que la patología pare».

Es más, la experta va más allá y destaca que el problema es también mayor en los hospitales porque se están viendo bacterias que se están haciendo resistentes a los antibióticos, y cuyo hábitat natural, o donde mejor se encuentran, son los propios centros hospitalarios. «Por lo que muchas veces hay pacientes que se contagian estando ingresados y estas bacterias que han provocado esa infección son aún más difíciles de controlar porque cada vez se hacen más resistentes. Se habla, por ejemplo, de cifras de resistencia cada año más altas en la Klebsiella pneumoniae y en la Pseudomonas aeruginosa», relata.

Otro de los inconvenientes que están surgiendo en torno a los antibióticos, a juicio de Molinero, es que nos vamos a quedar sin nuevos porque desarrollarlos lleva su tiempo y su inversión en dinero, y para patologías habituales en la farmacia comunitaria, como una bronquitis, o una faringitis, al final el precio de salida es «muy barato o está muy controlado», por lo que muchas veces las propias empresas no invierten en el desarrollo de uno nuevo.

Además, señala que hasta ahora las investigaciones se han dirigido hacia la búsqueda de fármacos de amplio espectro, es decir, que valieran para muchas patologías y que pudieran combatir a varias bacterias diferentes a la vez cuando, en su opinión, «quizá a lo mejor ahora hay que ir a combatir una sola diana, algo que sea solo para una bacteria concreta».

En este punto, la responsable del área científica de la Sefac resalta que España parece que se encuentra entre los países con mayores cifras de resistencia de antibióticos de Europa.

No sirven para virus

Con todo ello, Molinero pide ser conscientes de que los antibióticos solo son efectivos cuando se utilizan contra las bacterias, no valen para virus, y por ejemplo no sirven para la gripe o para la COVID-19, ambas patologías causadas por la infección de un virus. «La población general no sabe que los antibióticos únicamente sirven para matar bacterias, y no son útiles a la hora de acabar con los virus», apostilla.

En segundo lugar, ve imprescindible siempre el consultar con un profesional si es preciso la toma y siempre deberá hacerse bajo prescripción médica, con receta. Cree la farmacéutica también que es muy importante que cuando el médico nos prescriba un antibiótico se respeten las pautas de tratamiento, ya que muchas veces nos encontramos mejor y abandonamos el tratamiento antes de tiempo, de forma que al final podemos recaer y necesitar uno más fuerte.

«Así caemos en el riesgo de quedarnos con el antibiótico en casa y con una patología similar futura nos automediquemos, cuando nunca se debe hacer esto. Si nos sobra un comprimido o dos, los que sean, la recomendación es llevarlo al punto Sigre que se encuentra en la farmacia. No debemos tener antibióticos en el botiquín de casa, ni hacer caso de los que no son expertos», subraya.

En última instancia, recuerda que no todos los antibióticos sientan de igual manera en todas las personas, sino que algunos pueden funcionar para algunas, mientras que para otras no. Por eso, siempre, según insiste, es vital la prescripción médica de este medicamento.