Reaparece la procesionaria del pino

J. López
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La Consejería de Desarrollo Sostenible cuenta con 2.000 puntos de control en la provincia para estudiar su evolución y controlar la plaga

Reaparece la procesionaria del pino

En realidad este insecto lepidóptero nunca se ha llegado a ir, pero su presencia es más patente y visible en los pinares de la provincia en esta época del año que en los últimos inviernos. Solo basta recorrer los bosques conquenses para apreciar que muchos pinos vuelven a estar recubiertos con los nidos o bolsones que permiten a las larvas alimentarse de las acículas  de los árboles. Si la plaga es especialmente agresiva, los pinos presentan un aspecto enfermo que, en ocasiones, puede llevar al extremo de su propia subsistencia. No obstante, y en la mayoría de los casos, la plaga de la procesionaria es cíclica, no se manifiesta de la misma manera en todos los pinares y los ejemplares vuelven a recuperarse y a presentar su aspecto natural. 

«Es una oruga que, como todas las de su especie, tiene un proceso de metamorfosis hasta convertirse en mariposa. Tiene unos pelos urticantes para que no se los coman determinados depredadores, se entierra en el suelo y llega a vivir varios años», cuenta el delegado provincial de Desarrollo Sostenible, Rodrigo Molina.

En los últimos tiempos se observa que la plaga «no llega a secar los árboles», si bien «se desarrolla más en los pinos nigra que en los albares, cuya acícula u hoja es más larga. Cuando se extiende ataca, incluso, a las sabinas».

Reaparece la procesionaria del pinoReaparece la procesionaria del pinoLo bueno es que cuando se dan temperaturas de 10 grados bajo cero «mueren bastantes. Eso no quiere decir que detenga su ciclo de vida. La procesionaria se detiene de día y come de noche. Cuando empiezan a bajar las temperaturas, hacen unas bolsas casi impenetrables e impermeables».

Ciclos. Precisamente, las nieves que se produjeron con el temporal ‘Filomena’ y los hielos de las semanas posteriores mitigaron y frenaron un tanto la expansión del insecto. Sin embargo, apunta Molina, el ciclo continúa y el insecto volverá a enterrarse en el suelo y, «cuando vengan las condiciones favorables, volverá a salir». 

Este año, «la previsión era que fuésemos al alza, pero las temperaturas tan bajas de enero la han mermado mucho y podemos decir que ha mejorado. No se va a extender tanto», confirma Molina, que añade que «la disposición general, en una provincia que tiene una masa forestal de pino altísima, es muy buena». Por si acaso, puntualiza el delegado provincial, desde la Consejería de Desarrollo Sostenible y en el Servicio de Montes  se mantienen más de 2.000 puntos de control y seguimiento en la provincia para determinar en qué zonas se propaga más la plaga.

Por suerte, comenta que ya no se trata de erradicar al insecto «a tiros como se hacía antes. En el antiguo Icona, en la Vega del Codorno –municipio del que es alcalde–, acudían los forestales con la escopeta. Ya no digo nada cuando se trataba con DDT –un potente insecticida– y se acabó con las ardillas». Ahora se utilizan cintas o se hace uso de alargadores para cortar las bolsas en pinares pequeños y cercanos a la población, pero en grandes masas forestales el remedio es esperar a que el ciclo de la vida haga su función.

Cierto es que la plaga «mermará el crecimiento del árbol, pero no se llega a a secar. Se crea mucha alarma porque ha habido años, por ejemplo hace tres o cuatro, que los pinos se quedaron con mal aspecto. El árbol, que es de hoja perenne, vuelve a recuperarse y a presentar su estado habitual».

Un insecto que camina en fila india para desplazarse. Se llama procesionaria a este insecto por su particular forma de desplazarse desde los árboles al suelo. De forma alineada, como si de una procesión se tratase, se movilizan entre los meses de febrero y abril, cuando cae la tarde, para abandonar el nido en el que han nacido y buscar un sitio en el suelo donde enterrarse. Una hembra encabeza este singular desfile que trata de alcanzar el sitio idóneo, a unos 20 grados de temperatura. Ahí pueden permanecer años, hasta que las crisálidas vuelven a eclosionar en verano y la mariposa hembra pone sus huevos en las copas de los árboles.

Cabe recordar que el insecto cuenta con unas vellosidades urticantes que se transmiten por el aire, y que causan alergias y provocar irritación de ojos, nariz y oídos en seres humanos y animales.