La primavera está llegando a nuestra ciudad y con ella, los ambientes cambian de ubicación y se van instalando en aquellos lugares donde las terrazas al exterior son especiales.

Uno de estos lugares en la ciudad son los aledaños del barrio de San Antón, calle de San Lázaro, cuyos miradores al río Júcar alivian 'los quebraderos de cabeza' y revitalizan el deseo de salir de los refugios invernales. Por tal razón, los establecimientos hosteleros de este lugar, barrio significativo, histórico y popular, se aprestan a cubrir sus espacios con sombrillas, mesas y bancadas entre el agua de su fuente y las remozadas laderas, mientras la Virgen de la Luz les ampara desde su trono, en esa iglesia que renovara José Martín de Aldehuela, el turulense artista que hizo de Cuenca, capital del Barroco en la Meseta castellana.

Allí, un cruce de jóvenes y adultos ambienta el lugar, entre las agradables vistas de la ciudad colgada sobre el río y el paraje de la Ceca. La presa de los Cerdán, antigua presa de Santiago, y un poco más abajo la Isleta, rodean este entorno especial, el mismo que en tiempos del XV mantuviera tres hospitales: San Lázaro, San Antón y San Jorge, y ahora, el Alfar de Pedro Mercedes, recién restaurado, reúne al grupo Lamosa. Esos artistas de vanguardia que quieren hacer de este barrio punto de vida y de encuentro.

Por eso, andar por sus callejas es gratificante y adentrarte en ese camino de lo que fuera la ronda de la ermita de Belén, es también digno de visitar, recordando que antaño en lo alto del cerro del Rey de la Majestad estuviera Santo Toribio bendiciendo el caserío.

Abajo, junto al río, la Guindalera, un poco más en descenso y siguiendo la corriente, la segunda presa y el puente que nos llevaría hacia la Fuente del Oro a tiro de piedra. Desde esas terrazas, al calor del sol, con una cervecita en la mano, Cuenca es diferente y se vive en intensidad. Este rincón es único y especial, no lo duden.