«No habíamos vivido en Cáritas una situación igual»

L.G.E.
-

El presidente de Cáritas en Castilla-La Mancha cuenta que «se triplicó la demanda en quince días y todos los centros estaban saturados de llamadas». Pide pruebas PCR para poder aceptar ingresos en sus albergues de gente que está en la calle

«No habíamos vivido en Cáritas una situación igual»

Dice que la «demanda ha sido brutal» y que al principio se vieron desbordados. «Nos ha costado, pero a día de hoy tenemos una situación de cierto control», explica a La Tribuna el presidente de Cáritas Castilla-La Mancha, Javier García Cabañas. Además del reparto de alimentos, siguen trabajando en sus albergues y se han reinventado para continuar con los talleres de refuerzo educativo para menores y de orientación laboral.

¿Han notado un incremento de la demanda o un cambio en los productos y las necesidades de los que acuden a Cáritas?

Sí. Para familias que habitualmente solo necesitaban una ayudita, un empujón, algunos alimentos de los que hacíamos entrega, se han tenido que aumentar los importes porque las demanda es mayor. Sobre todo lo notamos con la periodicidad. No había vivimos en Cáritas una situación parecida. Se nos triplicó la demanda en quince días. Y de Semana Santa en adelante ha sido mayor. El teléfono no para de sonar. Un profesional de primera línea ha podido coger 1.800 llamadas. Todos los centros estaban saturados de llamadas. Es una demanda que ni en la crisis de 2008 hasta 2014.

Y ante una demanda que se triplica ¿cómo han conseguido los  suministros?

Todo ha ido acompasado de la generosidad de la gente, que está siendo el triple que antes. Estamos pudiendo atender todas las necesidades con los donativos que nos van haciendo y también con un aumento considerable de donaciones en especie de grandes empresas.

Algunas lo hicieron también por necesidad porque cuando se paralizó el país, muchas industrias alimenticias tenían prevista producciones para venta en hostelería y se quedaban con ella en la fábrica. Había que darles una salida y han podido venir para ayudar a los más pobres. Lo bueno de esto es que ya muchos empresarios ahora sí, pasada la necesidad de quitarse esa producción, han quedado con nosotros colaborando. Algunas están fidelizadas con donativos periódicos, con fechas de caducidades ya lejanas. Esto es una bendición para nosotros.

Muchas personas se habrán encontrado con una situación de necesidad d e la noche a la mañana. ¿Les da vergüenza pedir ayuda?

Hemos tenido llamadas telefónicas bastante angustiosas, de gente que le da vergüenza porque nunca se ha visto en una situación parecida. Han peleado mucho por salir, es verdad que quizá tenía trabajos precarios, sin ningún tipo de ahorros y se han visto obligados a pedir ayuda con todo lo que supone de frustración. A esas personas las tratamos con la máxima dignidad posible y con mucha delicadeza. Si  es posible podemos acudir a domicilio y le acompañamos con un procedimiento telefónico para seguir recuperando a esas personas emocionalmente. Hemos puesto un teléfono de sacerdotes y psicólogos de la Iglesia que acompañen estas situaciones tan dolorosas, que se llama ‘Estoy contigo’.

Cumplir el  ‘Quédate en casa’ es complejo para los que no tienen un hogar ¿Han dado de sí los albergues?

Esa ha sido una situación bastante complicada. Las personas sin hogar a menudo acompañan adicciones activas, al alcohol o a las drogas, y quizá alguna enfermedad de salud mental. Son personas que están acostumbradas a vivir sin muchos horarios. Confinarles ha sido una labor muy compleja. No ha habido ningún accidente grave en ningún de los centros. Lo que sí nos costó fue el abandono de algunos en los primeros cinco días, porque no aguantaron, sus adicciones podían más que ellos, les hizo que fueran a la calle. Yluego no podíamos aceptar el regreso porque poníamos en riesgo a los que estaban dentro. Se nos han quedado plazas disponibles en cada dentro, muy poquitas.

A pesar de las medidas del Gobierno de que nadie se podía quedar en la calle, la realidad es otra. Muchas personas que estaban viviendo en una habitación alquilada, el arrendatario no se fiaba y ha expulsado a esos inquilinos. Y nosotros ¿cómo podemos hacer para que entren en nuestros centros? Tenemos plaza, pero pedimos ayudas a las autoridades sanitarias para que indiquen un protocolo de acceso a los albergues, acompañado de un PCR que garanticen que estas personas no tienen una enfermedad. Desgraciadamente no hemos tenido respuesta. El miércoles vi como una tía y su sobrino, ambos adultos, están viviendo cerca de la vega del Tajo en una especie de chabolita. Y nosotros tenemos plaza en el albergue. Me duele. Vamos a invertir para comprar esos PCR y que un médico nos haga esa valoración.  

Tienen proyectos de refuerzo con niños. Ahora se habla de brecha digital cuando la enseñanza pasa a ser online ¿eso ha puesto en evidencia que había una brecha antes?

Hemos estado en contacto telefónico todos los niños de esos talleres.  No tenían equipos necesarios o red suficiente. Algunos, aun teniendo esos equipos, pues en algún caso aislado se les ha entregado, no tenían forma de imprimir, sobre todo para Infantil y Primaria que son trabajos más manuales. Teníamos un número de niños que estaban quedado excluidos. Intentamos recuperar esas clases trabajando con ellos de manera individual por las tardes. Pusimos en marcha un mecanismo para que los padres nos manden las claves de su plataforma y poder cada semana imprimir todos los deberes de la semana, para que puedan recibir sus fichas.

También trabajan en inserción laboral. De cara a la crisis que viene ¿dónde van a enfocar sus esfuerzos?

Aunque hay excepciones, trabajamos en general con personas de baja formación. Lo único que hemos suspendido son los talleres de formación que no se podían hacer. Pero el resto sí, los servicios de orientación laboral telefónica y también hemos hecho inserciones en residencias de personas mayores o para temporadas agrícolas en Murcia y Huelva. Ahora hay en Castilla-La Mancha la del ajo y tenemos muchos candidatos para trasladarse a recogerlos. De cara al futuro la hostelería va a costar más, pero nuestras buenas oportunidades de empleo van a ser en el doméstico para personas dependientes, temporeros y ojalá en supermercados, logística, reposición de alimentos.