Editorial

El verdadero coste de dar a luz un presupuesto para acabar el mandato

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Gobernar sobre los hombros de partidos que no creen en el sistema, pretenden subvertirlo o romperlo no es una experiencia plácida. Sale, además, caro. En términos económicos y políticos. También genera lacerantes agravios territoriales por el pago presupuestario al favor político y sitúa a quien recibe el mando del Gobierno de la nación en parámetros opuestos a los principios de sus propias siglas. Supone, en definitiva, entregarse a un viaje enfangado del que nadie sale incólume.

A Pedro Sánchez le va mucho en la aprobación de los presupuestos de 2022. Si saca las cuentas adelante, el presidente del Gobierno estará en condiciones de agotar la legislatura, lo que le da margen para que la cacareada -y contestada, ayer mismo por la OCDE- recuperación económica ponga viento de cola a una potencial reelección. Ahora mismo, aseguran las encuestas, el PSOE se la jugaría con una convocatoria electoral. También a su socio de referencia, Unidas Podemos, le va el futuro en prolongar, con o sin causa, el metraje del mandato. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, no esconde su potencial como personalidad independizada de unas siglas muy erosionadas, y la demoscopia es coincidente en la regresión del apoyo electoral a la marca cofundada por Pablo Iglesias. Ganar tiempo es, por tanto, una cuestión de supervivencia para el Gobierno actual.

El problema es cómo transcurrirá ese tiempo y cuál será su coste real. Ahora es ERC quien vuelve a enseñar los dientes de sus 13 congresistas al PSOE. Pretende la cohorte de Gabriel Rufián que el Gobierno pise sin pudor la legislación europea para algo tan determinante en el progreso de Cataluña y los catalanes como la imposición a Netflix, empresa con sede en EEUU, de un cupo de producción audiovisual en catalán. Prioridades, lo llaman. Y de una necesidad tan cuestionable depende nada menos que la aprobación del presupuesto de una de las 20 mayores economías del mundo. Si el Ejecutivo de Sánchez no cede, ERC está dispuesta, o eso dice, a bloquear el proyecto de Ley cuando el Senado lo devuelva a la Cámara Baja. A eso también juegan los cinco escaños de EH Bildu y, cómo no, el grupo parlamentario de Unidas Podemos. 

Más sutil, aunque no por ello menos clamorosa, ha sido la maniobra del entorno de ETA sobre los homenajes a los presos de la organización criminal y terrorista. Dicen haber comprendido ahora, y solo ahora, que esos mal llamados recibimientos son humillantes para las víctimas. Al menos en este caso no hay que buscar interpretación alguna, Otegui ya lo hizo por todos: «Tenemos 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los presupuestos, votamos». Qué presupuesto tan caro.