Una emergencia silenciosa

Agencias
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África se está convirtiendo en uno de los principales focos de explotación sexual de menores ante la pasividad de las autoridades

Una emergencia silenciosa - Foto: Brian Sokol

La explotación sexual de menores está aumentando en África y afecta a todo el continente, según los resultados del informe publicado por África Child Policy Forum, que alerta de que se ha creado una «tormenta perfecta» debido al acceso creciente y sin regular a internet, al escaso cumplimiento de las leyes y a que el continente es destino para el turismo sexual.

El estudio Explotación sexual de menores en África. Una emergencia silenciosa reúne «pruebas alarmantes» sobre la magnitud que está alcanzando el problema y cómo las condiciones actuales hacen que para los depredadores sexuales sea fácil actuar con impunidad.

«Pese a las evidencias de este problema creciente, muchos países en África subestiman, malinterpretan o ignoran la magnitud de este odioso delito», lamenta el director ejecutivo de ACPF, Assefa Bequele, para quien «la explotación sexual de menores es la emergencia silenciosa de nuestro tiempo».

«El inquietante aumento en la explotación sexual de niños tiene sus raíces en la pobreza, la desigualdad y la discriminación que se ven exacerbadas por las actitudes tradicionales patriarcales y prácticas culturales como el matrimonio infantil y el trato a los niños como una propiedad», denuncia.

«La explotación sexual de menores es un escándalo oculto», coincide Graça Machel, presidenta de Graça Machel Trust y viuda del expresidente sudafricano Nelson Mandela. «Una de cada tres víctimas infantiles de explotación sexual no le cuenta a nadie su experiencia por temor a que no la crean o a ser responsabilizada, a represalias o al escarnio público», denuncia.

En el caso de los niños, incide Machel, «es más improbable que denuncien que han sido víctimas de explotación sexual, una situación que se ve empeorada por la falta de leyes que les protejan».

La activista también evidencia «una falta de confianza en la Policía y en los tribunales, además de una escasez de servicios de respuesta y reparadores adaptados a los niños, lo que suponen que estos delitos pocas veces sean denunciados y lo que es incluso más improbable, perseguidos». Así pues, sostiene Machel, «la explotación sexual de menores es un problema multifacético que requiere acciones en múltiples frentes».

Según el estudio, en Ghana, por ejemplo, el 40 por ciento de los niños entrevistados habían experimentado una agresión sexual y el 18 por ciento dijeron haber sido violados, mientras que en el caso de Sudáfrica, uno de cada tres menores está en riesgo de abuso sexual antes de cumplir los 17 años.

Otra de las vías de explotación en el continente es el llamado sexo transaccional. En Uganda y Zimbabue, el 19 por ciento de las mujeres entrevistadas dijeron haber recibido apoyo material u otra ayuda a cambio de sexo durante su infancia.

Abuso por internet

Además, «África se está convirtiendo rápidamente en la nueva frontera de la explotación sexual de menores online, pero la legislación y las medidas de protección de los niños no van al mismo ritmo que los delitos», denuncia por su parte Shimelis Tsegaye, autor del informe.

«Muy pocos países africanos tienen leyes que penalicen los casos sexuales online y aquellos que lo hacen con frecuencia no las cumplen», lamenta. Como resultado de ello, «muchos niños no están seguros ni siquiera en sus propias casas», añade.

Según Tsegaye, «el acoso sexual infantil, los mensajes explícitamente sexuales y retransmisión en directo de abuso sexual a menores, en ocasiones en connivencia con los padres, es posible porque muy pocos países africanos tienen leyes para proteger a los menores».

En el caso de Kenia, el 53 por ciento de los pequeños que viven en los barrios marginales urbanos y el 51 por ciento de los hijos de padres solteros están expuestos a películas pornográficas y por tanto son más vulnerables a la explotación en internet. En Senegal, hay pruebas recientes de que adolescentes están siendo reclutadas para hacer películas pornográficas mientras que en Camerún se puede encontrar a chicos y chicas de entre 14 y 18 años posando y trabajando en club de striptease.