'Naturalea' los tesoros paisajísticos de Castilla-La Mancha

Redacción
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La red de parques naturales y nacionales de la región permite al viajero 'naturaleante' perderse entre un gran número de espacios singulares cuya variedad es casi imposible de catalogar y que en la mayor parte de los casos se pueden recorrer a pie

El blanco de las orillas de las Lagunas de Ruidera hace destacar el azul turquesa de las aguas - Foto: ©TURISMO CASTILLA LA MANCHA / DAVID BLÁZQUEZ

De la misma forma que el poeta Paul Élouard dijo que «hay otros mundos, pero están en éste», de nuestra comunidad autónoma se podría decir que hay muchos otros paisajes además del llano, y que todos también están en Castilla-La Mancha, escondidos en sus parques naturales y nacionales, a la espera de que el viajero 'naturaleante' los recorra, ligero de equipaje y ávido de experiencias.

Más antes de iniciar las rutas, cabe hacer un aviso. Los tesoros naturales de esta región deben paladearse como el buen vino, sin prisas, ni amontonamientos; con respeto, casi con reverencia hacia los monumentos vivos que la naturaleza esconde en esta parte de Península Ibérica, en rincones donde la armonía entre la madre tierra y el ser humano todavía se mantiene, sin perder ni un ápice de su esencia original. 

Una extensa red de itinerarios, puntos de información y centros de interpretación ofrecen abundante información sobre un rico patrimonio geológico, vegetal, animal y humano preparado para vivirlo, sentirlo, 'naturalearlo'. Un privilegio al alcance de todos para conectar con la naturaleza y perderse en ella desde la máxima consideración a su fragilidad e inmensa espectacularidad. Un paraíso saludable en el que en el marco del contexto actual derivado de la panemia es clave la prevención del Covid-19, mediante el uso de mascarillas y el respeto de la distancia social de seguridad y del número de integrantes de los grupos.

 

La Guadalajara negra

En la Sierra Norte de Guadalajara, también llamada Sierra de Ayllón, se encuentra el techo de Castilla-La Mancha, formado por tres cumbres: el Pico del Lobo (2.273 metros de altura), el Cerrón (2.199) y la Peña Cebollera Vieja o Tres Provincias (2.129). Bajo la mirada de estas montañas, se encuentra el Parque Natural de la Sierra Norte, que ofrece un complejo paisaje donde los ríos Jaramilla, Jarama, Lozoya, Sorbe y Bornova atraviesan bosques de gran diversidad que se alternan con pastizales y matorrales.

Esta es la tierra de la pizarra, el elemento fundamental de la arquitectura negra, un estilo de arquitectura popular que surgió de la necesidad - antaño no había otro material constructivo disponible, salvo la cuarcitay que se convirtió con el tiempo y el saber hacer de las comunidades locales en un ejemplo de integración del ser humano con su entorno.

También en Guadalajara, se encuentra el Parque Natural del Barranco del Río Dulce, un lugar que un generación entera de españoles descubrió hace muchos años, en la época en que solo había dos canales de televisión, como escenario de varios de los capítulos más celebrados de la legendaria serie El hombre y la tierra, obra del mítico y añorado naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.

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No obstante, haberlo visto en la pantalla no se compara, ni de lejos con la experiencia de recorrer la Alcarria Alta, la zona donde se encuentra este parque, no muy lejos de la monumental ciudad de Sigüenza. Ésta es región de encinas y quejigos que se alternan con sabinas y enebros, sobrevolados por el buitre leonado y el alimoche.

Este parque cuenta con la ventaja de disponer de un sendero señalizado, el GR-10, que sigue el curso del río Dulce entre los pueblos de Pelegrina, La Cabrera, Aragosa y Mandayona. En Pelegrina y en Mandayona, el viajero podrá saciar su ansia de saber en los Centros de Interpretación del Parque. Cuenta, además, con un sendero diseñado para personas invidentes, de kilómetro y medio de longitud y que parte de La Cabrera.

En la misma provincia, hacia el oriente, el caminante tendrá la ocasión de recorrer senderos llevarán hasta el Geoparque de la Comarca de Molina de Aragón, donde los aficionados a la geología podrán disfrutar de imponentes formaciones geológicas apenas holladas por el ser humano, intactas desde el inicio de los tiempos.

 

En otro planeta

El recorrido lleva al viajero hacia el sur, hacia la vecina provincia de Cuenca. Pero para ello hay que atravesar el Parque Natural del Alto Tajo, donde se encuentra la red de cañones y hoces más extensa y compleja de toda Castilla- La Mancha, un paisaje de bosques de ribera, donde los cursos y paisajes formados por el agua son el hogar de la nutria , la trucha, el barbo y de una de las últimas colonias de cangrejos autóctonos del país.

A un paso de la propia ciudad de Cuenca, el viajero se encuentra el Parque Natural de la Serranía conquense. En esta zona, donde las cuencas del Tajo y del Júcar casi se tocan, la sensación del caminante no es de cambiar de paisaje, sino casi de planeta, pues el agua ha formado a lo largo de los tiempos muelas, hoces, cañones y unas formaciones únicas que los geólogos llaman bogaces y que la tradición conoce como las ‘ciudades encantadas’.

La zona es un paraíso para dos tipos de viajeros: los aficionados a la micología, que podrán disfrutar de una abundancia y variedad de setas como hay muy pocas en la Península, y los amantes de la astronomía, ya que el cielo de la Serranía de Cuenca es uno de los más limpios y nítidos que existen para la observación de las estrellas en esta parte de la comunidad castellano-manchega.

Más hacia el sur, lo bueno se hace esperar. Hay que atravesar la linde entre Cuenca y Albacete y proseguir hasta llegar a una enorme y accidentada mancha verde, cubierta por las masas forestales que son el santo y seña de las sierras de Alcaraz y del Segura, donde se encuentra el Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima.

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En el corazón de este parque, en el término municipal de Riópar, se encuentra una maravilla única, un río que mana de una cueva situada a bastante altura sobre el suelo: la Cueva de los Chorros del río Mundo. Además de este tesoro,  en la comarca menos llana de Albacete, el visitante encuentra otras muchas maravillas adentrándose en pueblos de singular belleza: Cotillas, Molinicos, Villaverde de Guadalimar, Yeste o la propia Riópar que guardan joyas escondidas, como antiguas fábricas de bronce, castillos que protegieron fronteras ahora desaparecidas y construcciones populares que se pueden seguir a pie por una extensa red de itinerarios interpretativos que ofrecen abundante información al caminante.

La altísima riqueza en flora endémica y la existencia de un karst muy desarrollado constituyen los prinicipales valores de este entorno, con rutas incapaces de dejar indiferente al 'naturaleante'.

 

Mares interiores

Si se desanda en parte el camino, saliendo de la Sierra de Alcaraz se entra en el Campo de Montiel, comarca que comparten las provincias de Albacete y de Ciudad Real. Entre ambas provincias, se halla un paraje singular que empieza en el municipio albacetense de Ossa de Montiel y llega hasta el vecino término ciudadrealeño de Ruidera.

También es un paisaje del agua, pero muy diferente al anterior. Es una cadena de lagunas de 18 kilómetros de longitud, cada una de ellas situada a una altura ligeramente inferior a la siguiente, de forma que el agua mana con suavidad, fluye al superar las barreras tobáceas que las separan, unas de otras. Es el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, paraíso de los amantes de la naturaleza pero también de los locos por el Quijote porque en las inmediaciones se encuentra la mítica Cueva de Montesinos, uno de los pocos parajes claramente identificados en la obra capital de Cervantes.

Aquí comienza la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda, que más hacia el este tiene otro de sus grandes hitos, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, una zona que cuando llega el frío ofrece el espectáculo de la invernada de las aves en un mundo de llanuras inundadas, densa vegetación y una riqueza de avifauna que se puede disfrutar simplemente poniendo un paso tras otro con calma, recorriendo cualquiera de sus tres itinerarios autoguiados.

 

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Del lince al ciervo

Al Sur de Ciudad Real, entre los valles y paisajes ganaderos del Valle de Alcudia y los extensos bosques mediterráneos y pinares que conforman la Sierra Madrona, se encuentra uno de los predios del lince ibérico, el último felino salvaje europeo. Se trata del Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Pero hay otros atractivos, pues éste también es el reino del águila imperial, cuyo majestuoso vuelo recorre cielos singularmente limpios para la observación astronómica, reconocidos como un destino Starlight; además, el parque conserva una extraordinaria representación de pinturas rupestres.

Y para terminar el recorrido por los tesoros naturales de Castilla-La Mancha, queda uno de los pocos lugares de Europa que todavía es capaz de competir en riqueza y diversidad con las sabanas africanas: el Parque Nacional de Cabañeros, que abarca parte de las provincias de Ciudad Real y de Toledo.

 

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Aquí sobrevive intacto el gran bosque mediterráneo de Europa, donde el visitante aún puede contemplar fósiles de más de 500 millones de años de antigüedad y verse rodeado de la fauna ibérica más amenazada, lo que lo convierte en un lugar ideal para llevar a los niños a realizar un safari fotográfico.

Éste es el reino del ciervo, cuyo singular berrido se puede escuchar con nitidez entre sus encinas y alcornoques cuando empieza la época del apareamiento, en pleno otoño. Pero el ciervo es solo una ínfima parte de la explosión de biodiversidad que se esconde en esta antigua finca, convertida en uno de los parques nacionales más jóvenes de España, pues aquí hay jabalíes, zorros, ginetas y sí, aquí también vive el lince ibérico.

 

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