«El artista crea movido por una necesidad vital»

J. Monreal
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Pintor y académico de la Racal

«El artista crea movido por una necesidad vital» - Foto: Reyes MartÁ­nez

Acaba de colgar su última entrega artística, enmarcada en el ciclo de artistas conquenses y, como siempre, con una más que favorable respuesta del público, porque Miguel Ángel Moset (Cuenca, 1953), es un pintor que ha sabido hacerse un hueco entre sus paisanos y lo que es aún más importante, fuera de nuestro ámbito local, ya que su obra se encuentra repartida por cientos de lugares de todo el país y allende nuestras fronteras. Valora el éxito, y asume retos cada día. Una vez  colgada su obra en la sala de exposiciones, Moset pasa página y empieza un nuevo proyecto. La inquietud artística es la que le mueve y le motiva a seguir creando cadfa día, a solas en su taller.

Está usted a punto de cumplir sus primeros sesenta y seis años. ¿Se acerca la edad de jubilación?

La faceta artística tiene una ventaja sobre las demás profesiones, y es que no tienes nunca edad para retirarte. El carné de identidad puede marcar una fecha, pero la creatividad no tiene etiqueta de caducidad porque lo nuestro, lo digo en general, es algo vocacional y siempre se está trabajando.

¿Se considera un artista autodidacta? ¿Quiénes han sido sus maestros de referencia?

Lo de autodidacta siempre lo pongo entre comilllas ya que no he asistido nunca a clases de dibujo ni a academias. En ese aspecto si soy autodidacta, pero he tenido la suerte de que, siendo estudiante, mantuve contactos con el Museo de Arte Abstracto y con sus grandes figuras, y así fue como empecé a conocer una dimensión distinta del mundo del arte. Al lado de los grandes maestros, fui aprendiendo a pintar, a dibujar, a captar sensaciones. Maestros han sido todos; concretos, ninguno, pero de todos ellos queda alguna huella.

Tiene en este momento expuesta de nuevo su obra. ¿Entraña cada vez más responsabilidad mostrar al público su última creación?

Siempre que se expone algo al público hay una responsabilidad. En mi caso en relativa porque asumo lo bueno y lo malo. No soy muy amigo de exposiciones, pero en este caso fue  a propuesta de Carlos Codes como surgió esta oportunidad y como acababa de terminar una serie en la que estaba trabajando, creí oportuno mostrarla. En cuanto a repercusión, creo que ha sido bien aceptada, y no espero que nadie haya descubierto ahora a Moset... No me gusta  creerme nada, y sigo estando como siempre, con los pies en el suelo y trabajando para mí, sin pensar en gustos ni modas. Ofrezco lo que creo, y abro una ventana a nuevas propuestas. Si tienen aceptación, bien y si no, pues a continuar con lo que estaba haciendo, porque la mayor satisfacción es hacer aquello en lo que crees, guste o no guste a los demás, aunque si gusta, siempre es un valor añadido a tu obra y, por lo tanto, a tu forma de hacer arte.

 ¿Pensó en alguna ocasión, al empezar a ser conocido, dejar de vivir en Cuenca?

He pensado miles de veces en marcharme de Cuenca, y pienso que  me hubiese ido mejor, pero las circunstancias son las que mandan y al tener mi familia asentada en Cuenca me quedé, y ya no tengo esa sensación de querer marcharme. Vivimos en una ciudad cómoda, tranquila, con capitales importantes alrededor bien comunicadas, aunque durante años hemos estado un poco aislados en materia artística, de la que parece estamos despertando con algunos eventos como el último de Bill Viola, en el que Cuenca ha sido noticia a nivel internacional. La desaparición de Fernando Zóbel fue en momento crucial en el bajón de actividad artística en  nuestra ciudad y ese fue uno de los motivos que me pudieron influir para dejar de vivir en Cuenca. Me quedé, seguí mi camino y no me ha ido demasiado mal. Lo que sí hago es estar un poco apartado del ruido, de los círculos y ambientes que me puedan distraer y que no aportan nada.

Pinta usted a diario. ¿Cómo sabe que es el momento de exponer? 

En el trabajo, cualquiera, hay que ser constante y pintar, escribir o modelar barro a diario. En mi caso, siento la necesidad cuando estás acabando la propuesta en la que  trabajas. Por lo general, se suelen planificar las muestras de un año a otro porque tengo por costumbre no exponer cualquier cosas sino que cada obra vaya en su sitio. Si en la línea en la que trabajo veo que me falta una pieza, trato de completarla y así es como se va generando la necesidad de exponer, pero no pinto en función de una fecha ni exposición concreta.

 ¿Qué técnica domina más o con cuál se siente más cómodo? 

Yo me considero pintor, ante todo, y jugar  experimentando con la alquimia de los pigmentos es como más a gusto me encuentro. Por otro lado están el resto de materiales de trabajo que también te aportan cosas interesantes. La serigrafía me encanta, el grabado... Todo forma parte de la profesión, de la creación plástica y según el momento en el que te encuentres utilizas uno  u otro material y técnica. Todo material puede ser válido, si lo usas con criterio y con unos  fines concretos. 

¿Tiene un poco abandonada su faceta de cartelista?

En absoluto. No abandono nada de lo que hago, y buena prueba de ello es que tengo infinidad de carteles y sigo teniendo ideas para llevar a cabo otros. Esta es una de las parcelas en las que me siento muy a gusto, porque en materia de arte si te lo tomas como que una tendencia te aporta algo, siempre resulta interesante. Si quieres dedicarte a la gráfica, pero te limitas a crear y entregar el original para que otro te imprima, no sientes la misma satisfacción que si juegas con la filosofía del original, como aportación. Cuando elaboras un cartel, tienes que tener en cuenta que no todo vale, porque son muchos factores los que influyen en tu trabajo. Un cartel es, sobre todo, una proyección de algo, y que va a competir en la calle con muchas otras opciones. Por lo tanto, el mensaje tiene que ser claro y lo más sencillo posible, porque a veces en la simplicidad está la clave para causar mayor impacto al espectador.

¿Hay muchas tomaduras de pelo en la cartelería? 

Puede haber de todo, pero en el caso de Cuenca, quizás el problema radica en que pensamos en la cartelística centrados en el punto de vista interno y de lo que se trata es de que el cartel sea una proyección de cara al exterior. En Cuenca, respecto a la Semana Santa, se han hecho carteles de altísima calidad que han sido valorados en multitud de lugares.  Hemos sido, si se me permite el término, atrevidos, a la hora de lanzar un cartel promocional, cosa que en otras ciudades de gran tradición jamás se les hubiera ocurrido sacarlo a la calle. Cuenca ha sido, y espero que siga siendo, pionera en ese sentido y en tantos otros aspectos del arte, aunque haga falta que seamos los primeros en creer en lo que hacemos y valorar a nuestros artistas.

 ¿Qué siente cuando, ante un cuadro, oye decir: «Me gusta pero no lo entiendo»? 

Lo asumo como algo normal, pero hay que pensar que no todos entendemos de todo y lo que hay que hacer es , si te gusta, dejarte llevar y experimentar sensaciones. Lo demás son opiniones, todas válidas, aunque no sean acertadas.

¿La crisis económica acabó con el mercado del arte? 

En todo caso, las crisis contribuyen a purificar mucho en materia de arte, aunque hay que separar el Arte como creación del mercantilismo que lleva implícito. El artista no piensa en mercados ni en ventas, sino en crear. Hay ejemplos en la historia del arte de pintores que murieron en la indigencia y hoy en día sus obras se venden por cientos de millones de dólares. La crisis sí contribuyó a que el poder  adquisitivo se frenara y se invirtiera menos en obras de arte. 

 ¿Tiene galería fija? 

Desde que empecé a trabajar, he  tenido la suerte de tener siempre galerías que han creído en mi obra y con las que sigo manteniendo contactos habituales. No soy un pintor de plantilla de ninguna galería, pero si trabajo asiduamente con varias que me piden obra cada cierto tiempo y a las que hay que atender. Las galerías también sufrieron los embates de la crisis y muchas de ellas tuvieron que cerrar sus puertas, como sucedió en Cuenca, donde en algunos momentos hubo hasta cinco galerías abiertas al público, cosa que no sucedía en otras ciudades más importantes. Los espacios expositivos e han reducido mucho y solo quedan dos o tres lugares, oficiales, en los que se puede mostrar la obra de los artistas.

¿La creación artística es un camino sin vuelta? ¿Se pinta por necesidad o para sobrevivir?

Se crea, en materia de arte, por necesidad personal, por vocación y porque piensas que ese es tu camino. Si pintas pensando en vender acomodado al gusto de los demás, creo que te equivocas. Creas, pintas, esculpes, o grabas porque crees en lo que haces. Si ese producto funciona, obtienes una gran satisfacción y si no, pues te queda la tranquilidad de que haces lo que sientes, guste o no a quienes lo vayan a mirar. Pintar es una opción de vida, una vocación y un sentimiento. Lo demás viene por añadidura y, bienvenido sea. Lo que nunca hay que dejar de hacer es trabajar todos los días en el estudio, aislarte en cierta medida y dedicar horas y horas a perfilar ideas y bocetos. En mi caso soy, en cierto modo, metódico y procuro no faltar ni un solo día al taller. Además de todo eso, yo siempre he querido ser lo que soy, pintor, y jamás he pensado en dedicarme otra cosa que no fuera la tarea artística, la creación.

¿Pensó alguna vez que llegaría a  ocupar sillón en la Racal?

Nunca lo imaginé. Lo que sí he pensado muchas veces es cómo se les ocurrió a mis compañeros de la Academia proponerme para que formar parte de ese grupo. Es un honor y una satisfacción pertenecer a un institución tan prestigiosa, a la que pertenecen destacadas personalidades de distintos ámbitos que trabajan por y para el desarrollo cultural de Cuenca, organizando actividades muy interesantes, cosa que no ocurre en la mayoría de las ciudades de nuestro país.