Tentaderos en tiempos de pandemia

Leo Cortijo
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La ganadería de Pedro Miota recupera las pruebas de selección genética después del parón provocado por el coronavirus

Tentaderos en tiempos de pandemia - Foto: Leo Cortijo

Los tentaderos resultan imprescindibles para cualquier ganadería. Más todavía si ésta empieza a recorrer el camino en la búsqueda de un ideal de toro propio. Ese es el caso del criador de bravo Pedro Miota, el único afincado en territorio conquense. Tomó las riendas de la vacada hace poco más de un par de años y desde entonces su crecimiento ha sido más que notable. En gran parte, gracias a ese ‘laboratorio’ en el que se cuida con extremado mimo la selección genética de lo que se cría bajo su hierro.

El coronavirus, como para todo el mundo, ha supuesto para este ganadero un inoportuno alto en el camino. Durante la situación más compleja de la crisis sanitaria, en marzo y abril, fue misión imposible llevar a cabo estas pruebas de selección en la coqueta plaza de tientas de la finca, ubicada en el término municipal de Mariana. Ahora, ya en junio y en plena recta final de la desescalada hacia la ‘nueva normalidad’, las cosas han cambiado mucho.

Dentro de las «infinitas dificultades» por las que atraviesa el campo bravo en una temporada que apunta a pasar con mucha más pena que gloria y prácticamente en blanco, Miota no pierde la esperanza al ver de nuevo cómo sus vacas acuden prestas al caballo y embisten «por abajo» en la muleta con «la calidad» que él busca.

Aunque sea con un estado de alarma vigente y con todas las restricciones sanitarias posibles, «tentar siempre sirve», explica el ganadero, «porque la bravura y el trabajo de selección no se puede parar». El primero tras la pandemia lo celebró el pasado día 6, con los toreros «de la casa», es decir, Juan Millán y Daniel Alarcón, además de César Molina, que para él es una persona «muy importante». Miota, que también es parte activa en sus tentaderos, no se olvida de «echar un capote» a los jóvenes que empiezan, y más si son de la tierra. Por esa razón, Daniel Moset y Simón Andreu también suelen ser habituales. 

Como en botica, hay de todo. Vacas aprobadas con muy buena nota y que servirán para traer vida al mundo y otras que no pasan ese rasero. «Siempre saco mucho en claro», destaca el criador, «cosas positivas y muchas más a mejorar». Al fin y al cabo, comprende, «esto es la búsqueda constante de algo que quizás jamás encuentre...». Esperemos que no sea así y que algún día dé con la ‘vacuna’ acertada.