Por amor al fútbol

J. Monreal
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Juan Martín Ruiz

Por amor al fútbol - Foto: Reyes Martínez

Decorador de profesión y futbolista de vocación, Juan no deja pasar ni un sólo fin de semana sin calzarse las botas y saltar al terreno de juego, donde se ocupa de que a su equipo no le marquen muchos goles.

«Yo he marcado muy pocos a lo largo de mis muchos partidos, porque es raro que un defensa consiga muchos tantos», dice orgulloso de su cometido. 

La pasión por el fútbol viene de lejos, ya que empezó a dar patadas al balón siendo niño, y aún no lo ha dejado, «a pesar de haber superado con creces la cincuentena. Si algo te gusta, y disfrutas con ello, la edad es lo de menos», señala Juan, quien sigue militando en equipos de adheridos, primero en equipos de fútbol sala y más tarde en competiciones de once contra once.

Todo por amor al arte, sin recibir compensación económica alguna. «Simplemente por el placer de jugar, de estar un rato con los amigos, disfrutar del deporte sin mayores condicionantes», dice Juan, quien es uno de los jugadores más veteranos de cuantos militan en categorías amateur.

A lo largo de su trayectoria, Juan no ha sido un jugador al que le haya gustado cambiar de equipos, ni de bandos. «Empecé jugando en El Pozo de las Nieves, y de ahí pasé a mi actual equipo. Como no hay grandes fichajes ni estrellas mediáticas,  los cambios son pocos, y todos somos conocidos. El fútbol a este nivel es una competición sana, de gente a la que le gusta el deporte y que lo practica por placer, sin esperar recompensa alguna ni pensar en triunfar. Así lo he hecho toda mi vida, y seguiré jugando hasta que las fuerzas aguanten».

Como gran veterano en esta categoría, Juan es uno de los jugadores más respetados, tanto por sus  compañeros de equipo como de los rivales a los que se enfrenta cada jornada.

«Si algo haya en este tipo de encuentros, es armonía y  compañerismo. Jugamos por  el simple hecho de pasarlo bien, y compartimos experiencias, tanto entre los más veteranos como entre los nuevos fichajes que se van incorporando. Hay de todas las edades, y muchos de ellos son chavales de veinte años», señala Juan, quien ve en estos chavales la continuidad de un deporte amateur, sin que haya por medio otro tipo de intereses, ni económicos ni deportivos.

Respetado y admirado por el resto de jugadores, Juan ha sabido salir bien parado de regates y entradas de los delanteros contrarios...

«El riesgo de las lesiones es algo que siempre preocupa, sobre todo cuando ya vas entrando en una edad en la que la que te ves superado por los más jóvenes. Procuras darlo todo en el campo, pero consciente de tus limitaciones, y nunca ir más allá de tus posibilidades».

Jugar por jugar. Pasar el rato haciendo lo que te gusta sin perjudicar a nadie.

Desde que empezara a jugar, Juan lleva por cuenta los pocos goles que ha marcado, y más aún a los jugadores  a los que ha podido lesionar.

«Procuro no hacer daño, porque  hay que comprender que todos somos compañeros y nunca rivales, aunque nos enfrentemos en el campo cada domingo. Ante todo está la corrección en el terreno de juego, y ayudar a los árbitros que bastante hacen con tratar de impartir justicia», dice sonriendo Juan, quien apunta que «cono no tenemos Var, no es cuestión de complicarles la vida a los colegiados. El único Bar que tenemos es al que vamos después de los partidos a tomar unas cañas con los compañeros. Ese es otro de los mejores momentos del fin de semana, cuando deja de rodar el balón y regresas con tus compañeros comentando las jugadas, los goles que no metimos o los que pudimos encajar».

Fin del partido y fin de la jornada de fin de semana. Vuelta al trabajo, y a esperar la llegada del sábado para volver a jugar, sin pensar en colgar las botas...