Un paseo por la ciudad a través de los ojos de un pintor

V.M.
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Antonio F. Ponce presenta 'Cuenca en 50 acuarelas' (NPQ Editores), una obra en la que el artista plástico pretende dar nuevo sentido al recorrido por algunos lugares cargados de belleza y singularidad

El pintor conquense Antonio F. Ponce muestra un ejemplar del libro. - Foto: A.F.P.

Un paseo artístico e ilustrativo a través de rincones de la capital conquense, cargados de singularidad y con comentarios y anotaciones personales, pretende ofrecer a lector un recorrido ameno por esos espacios únicos, todo un viaje visual y poético a través de los ojos de un pintor. 

Su autor, Antonio F. Ponce, nacido en Cuenca, reside desde hace años en Valencia por motivos profesionales vinculados a la docencia, ciudad donde también cursó la licenciatura de Bellas Artes por la  Universidad Politécnica y donde comenzó una tesis dirigida por el profesor Felipe Garín Llombart, «aunque no llegué a concluirla, una vez que éste fue nombrado director del Museo del Prado».

Ponce, que  durante los años 80 y 90 del pasado siglo trabajó mucho en Cuenca haciendo retratos y exposiciones individuales y colectivas, divide esta publicación en dos partes diferenciadas: la ciudad antigua y la nueva, conjugando su rico pasado histórico artístico con la expansión reciente de la misma, aunque predomine la primera. En ese sentido, subraya la fascinación que le provocan  los denominado «rascacielos», esos acantilados urbanos visibles desde la Hoz del Huécar, desde las Casas Colgadas hacia abajo, que también están reflejados en la obra.

paisaje humanizado. «Como me gusta también mucho el retrato y la figura -añadía- me inclinó también por incluir figuras humanas en los paisajes, en un intento de humanizarlo y dotarlo  de esa huella del hombre en el mismo».

Por las páginas del libro aparecen reflejados construcciones como la Puerta de Valencia, la iglesia románica de San Miguel, la Posada de San José, la iglesia de San Pedro, varias vistas de las Casas Colgadas o  rincones fruto de sus pasos desde la Catedral hacia el Castillo, esas calles adyacentes son junto con los ya citados «rascacielos» algunos de sus rincones preteridos, según él mismo confiesa a La Tribuna.

Ponce refiere que los textos incluidos en la publicación «son más bien anecdóticos, porque Cuenca en 50 acuarelas ni es un libro de texto, ni un libro de acuarelas, ni tampoco una guía al uso, por ejemplo en el pasaje donde me detengo en la Posada de San José cuento cómo era la posada en principio  o quiénes fueron sus primeros propietarios».

Seguidor habitual de movimientos artísticos contemporáneos que se suceden en toda Europa, como los Urban Sketchers, en ese constante intento de plasmar la realidad a través del dibujo este libro entronca con esa filosofía mediante pequeña acuarelas de rincones muy transitados que suelen pasar bastante desapercibidos para los viandantes».

«Aunque mi formación y mi estilo es más realista, hay un pintor alemán pertenecientes a este movimiento que me ha hecho que algunas de esta acuarelas sean algo más imaginarias y se aparten más de la realidad, aunque prevalece siempre la raíz figurativa», añade.

En ese sentido, reconoce el influjo que ha ejercido sobre él la obra del maestro Joaquín Sorolla, «que además de cultivar el óleo también hacía unas acuarelas maravillosas, aunque hoy en día el género está cambiando muchísimo, de hecho actualmente sigo a varios pintores extranjeros, como Joseph Zbukvi, que me permiten descubrir otros estilos que adapto a mi forma de pintar e incluso a mi forma de ser».