La UCA ratifica el aumento de jóvenes adictos a las apuestas

Leo Cortijo
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Carmen Beltrán, psiquiatra de la Unidad de Conductas Adictivas, destaca que «de un año para otro ha habido unos 30 casos más»

La UCA ratifica el aumento de jóvenes adictos a las apuestas

Los especialistas confirman lo que mucha gente presagia. De un tiempo a esta parte, hay un incremento de las tendencias adictivas entre los jóvenes como consecuencia de las apuestas deportivas. Carmen Beltrán, psiquiatra de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) de Cuenca apunta a ese «nuevo perfil» de paciente que «va apareciendo por goteo», pero de manera constante en los últimos años. Por línea general y de forma mayoritaria, varones de entre 20 y 35 años. Las cifras son para echarse las manos a la cabeza, y es que de un año para otro ha habido una treintena de casos más en esta Unidad en concreto. No en vano, la ludopatía «ha pasado a ser considerada ya un trastorno psicológico», destaca Beltrán.

¿En qué momento deben encenderse las alarmas? La psiquiatra argumenta que la manera de iniciarse suele ser siempre la misma, «como una forma de diversión en grupo». Sin embargo, aquellos que desarrollan la dependencia terminan por aislarse porque comienzan a producirse «problemas serios», sobre todo en el aspecto económico. «Intentan conseguir dinero como sea y ahí empiezan a ocultar lo que está pasando», señala. La línea roja, a juicio de Beltrán, es cuando la persona en cuestión «pierde el control de la situación».

El problema ya está aquí y su intención, en principio, es quedarse. En ese momento se empiezan a producir cambios tanto en los hábitos de vida como en la conducta, «como por ejemplo cuando abandonan actividades que antes le gustaban, como hacer deporte o reunirse con amigos». Se exteriorizan problemas económicos y se observan gastos importantes que no se corresponden para nada con su vida normal. Asimismo, debido a esos deseos intensos por jugar, que resultan irrefrenables para ellos, «se muestran irritables, sienten malestar y pueden llegar a sentir trastornos de ansiedad y síntomas de depresión». Si se llega al temible extremo, «cuando tienen que afrontar la parte más seria del problema», puede haber incluso ideas de suicidio.

Por otro lado, esta especialista en la materia incide en los factores de riesgo de las personas que pueden llegar a desarrollar este tipo de patologías. Además de la cuestión genética, que también es importante, por lo general hablamos de jóvenes con «baja autoestima, fácilmente influenciables y con pocas habilidades sociales». Con todo, al fin y al cabo termina también por ser determinante el entorno familiar y social que les rodea, así como el momento concreto que atraviesan, «en el que el juego se entienda como una vía de escape de la realidad».

Mención aparte merece el tema de la publicidad que llevan a cabo las casas de apuestas. Ésta, que llega a ser abrumadora en todos los soportes y a través de todos los métodos posibles, incide de forma directa entre los jóvenes. «Les están diciendo que pueden conseguir dinero de forma fácil y éxito en un momento», apunta Carmen Beltrán. Asimismo, la psiquiatra de la Unidad de Conductas Adictivas cree que estos anuncios banalizan el juego en exceso, máxime cuando utilizan personajes públicos –especialmente deportistas– que para los jóvenes son auténticos «referentes» en todos los sentidos.

El tratamiento. Lo primero antes de coger el toro por los cuernos es «poder reconocer el problema y saber cuál puede ser el origen del mismo», destaca la psiquiatra de la UCA. En este sentido, no hay dos pacientes iguales. Cada caso que se trata en la Unidad «se estudia y se analiza con sus particularidades concretas». Por ejemplo, hay personas que añaden a la adicción ciertos problemas psicológicos o caracteres más dependientes, por no hablar de aquellos que además mezclan su dependencia del juego con la de cualquier otra sustancia. En definitiva, «hay muchos tipos de personalidad», sentencia Beltrán.

El eslabón número uno de ese tratamiento es la primera visita del psiquiatra para valorar «qué pasa exactamente dentro de esa persona y si existe un problema más aparte de la ludopatía y de si ésta es simple o tiene unos factores psicológicos que hay que trabajar». En este sentido, cuando el problema ya es insostenible, los amigos y la familia pueden actuar como dique de contención, estableciendo una serie de medidas externas que faciliten la ruptura con la conducta, como por ejemplo, «controlar que el dinero que lleva no sea mucho o que se autoprohiba la entrada en estos salones a través de su inscripción en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego».

Hay un momento, «cuando se estima necesario», en el que se añaden fármacos a este tratamiento, como por ejemplo cuando se manifiesta una sensación intensa de angustia, de impulsividad o de pérdida de control. Por último, juega un papel fundamental la psicoterapia, teniendo en cuenta las circunstancias personales de cada uno y lo que la adicción representa para ellos. «El juego puede ocupar un vacío que el paciente tiene que encontrar y reconocer y darse cuenta de qué es lo que le está aportando aparte de este desastre personal», argumenta la doctora Beltrán. Con todo, siempre hay luz al final del túnel, ya que «con la ayuda suficiente y continuada se puede salir».