Hacer de la necesidad virtud

Manuel Espadas
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arias empresas de Ciudad Real no han dudado en reconducir sus líneas de negocio para aprovechar la nueva realidad del COVID-19

Hacer de la necesidad virtud - Foto: Rueda Villaverde

La crisis sanitaria provocada por la irrupción del coronavirus se ha visto acompañada por una crisis económica que, según los expertos, condicionará la sociedad española durante un largo periodo de tiempo. Una situación extrema que ha llevaba a muchos negocios a cerrar sus puertas y, más de dos meses después, a intentar reabrirlas, no sin un gran esfuerzo y unas perspectivas de recuperar el terreno perdido basadas más en el corazón que en la cabeza. Esta situación de necesidad ha supuesto también que muchos empresarios hayan tenido que adaptar sus locales y su actividad comercial a esta ‘nueva normalidad’ en la que toca convivir con la distancia social, la desinfección o las mascarillas, entre otras medidas. Y ha habido otros que han ido un poco más lejos, reorientando sus líneas de negocio y su actividad empresarial para explotar precisamente esa demanda creada de productos relacionados con esos protocolos de seguridad establecidos. Dicho a modo de resumen, han hecho de la necesidad una virtud, agudizando el ingenio para no dejar pasar la oportunidad de consolidar sus negocios, sus puestos de trabajo y, por supuesto, ofertar uno servicios que se han hecho imprescindibles en esta ‘nueva’ forma de vivir y de relacionarse.

En Ciudad Real hay varios ejemplos de empresas que se han reinventado, transformando el frenazo del coronavirus en un impulso, aprovechando la fuerza de la ola para relanzar sus negocios. Es el caso de Nexter, que ha ampliado su línea de servicios con la creación de una rama de desinfección anti-COVID 19 homologada; o de Las Ideas del Ático, que está elaborando en sus talleres de artes gráficas mascarillas, mamparas de separación o señalética; o de Maskits, una empresa recién creada que ha puesto en el mercado mascarillas reutilizables homologadas.

desinfección anti covid-19. Nexter ya ofrecía a sus clientes el servicio de desinfección certificada de instalaciones, aunque lo hacía subcontratando a Alvector, una pequeña empresa formada por sólo dos trabajadores y que está dada de alta en el registro de Sanidad Roesb (Registro Oficial de Establecimientos y Servicios Biocidas), con lo que todas sus desinfecciones son certificadas. Con la llegada de la pandemia, el gerente de Nexter, José Manuel Sánchez Expósito, tomaba la decisión de comprar Alvector y la incorporaba como propia a su empresa desde el 1 de mayo, en pleno estado de alarma. «Ya nos lo planteamos hace un tiempo, y esta vez vi la necesidad y lo hicimos. Nos venía muy bien para convertirnos en una empresa multiservicios global», explica. Desde entonces no han cesado las solicitudes para desinfectar locales, centros de trabajo, vestuarios, servicios e incluso domicilios particulares donde el COVID-19 había entrado. Se trata de una desinfección ambiental (no por contacto y arrastre), nebulizada y termonebulizada en la que el ozono se convierte en el mejor vivicida para derrotar al virus. «La gente ahora necesita seguridad», destaca José Manuel Sánchez.

mamparas y balizado. En la empresa de publicidad, imagen, comunicación, rotulación e imprenta Las Ideas del Ático la llegada del coronavirus detuvo radicalmente su actividad. Cerró las puertas y sus diez trabajadores fueron incluidos en un ERTE. La maquinaria de sus talleres se silenció hasta que sus responsables vieron la posibilidad de hacer negocio con el COVID-19, en el buen sentido de la expresión. Se reabrieron las puertas y se pusieron a fabricar mamparas de separación de metacrilato y poliestireno, materiales con los que trabajaban habitualmente. Además, ofertan mascarillas personalizadas y todo tipo de señalítica (balizado e indicaciones adhesivas para que se respeten las medidas de seguridad en comercios o centros de trabajo). «Desde que reconducimos nuestra actividad hemos podido producir e instalar unas 500 mamparas en administraciones públicas, ayuntamientos o empresas particulares», destaca Miguel Chaves, responsable de marketing de Las Ideas del Ático, una empresa que ya tiene a toda su plantilla trabajando en una línea de negocio sobrevenida, a la espera de que se reactive su actividad normal, muy vinculada a la reactivación de sectores como la hostelería y el turismo. «La idea es recobrar la normalidad, pero eso no depende de nosotros», subraya Chaves.

mascarillas ‘do’. Erika Vicente es una empresaria del sector inmobiliario y agroalimentario que también apostó por emprender una aventura comercial nueva y arriesgada que bautizaba como Maskits. Surgió de la necesidad de dotar a sus trabajadores de mascarillas, un bien preciado y escaso en los momentos más complicados de la pandemia. Reconvirtió la actividad de uno de sus talleres y se puso a fabricarlas para uso propio, aunque ahí llegó la idea. ¿Por qué no mirar más allá? Siguiendo los parámetros de homologación publicados por Sanidad, creó una línea de producción de más de 400.000 mascarillas al mes en sus seis talleres repartidos por las provincias de Ciudad Real y Toledo. «Era una manera de ayudar en tres sentidos:tenemos en actividad los talleres, ofrecemos un producto que el consumidor estaba necesitando y además lo hacemos fabricado aquí», afirma Erika Vicente, que destaca que las mascarillas Maskits cuentan con la certificación del laboratorio Aitex, homologado por Sanidad. Son mascarillas reutilizables, que se pueden lavar con agua y un poco de lejía para que estén disponibles al día siguiente. Su precio de venta al público es de 3,5 euros y están recomendadas para unos 25 usos. «La idea es la de ir optimizando este precio y estamos pensando en adquirir máquinas específicas para su producción», afirma. Estas mascarillas con ‘denominación de origen’ ya se pueden comprar en la web www.maskits.es.

Los tres son buenos ejemplos de visión empresarial necesaria en unos tiempos difíciles en los que no queda otra que reinventarse para sobrevivir, haciendo de la necesidad una virtud... y un negocio.