"Con la apicultura nadie se hace rico, pero es oficio digno"

Inmaculada López
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Entrevista a Ángel Marco, presidente de la Asociación Provincial de Apicultores de Guadalajara

"Con la apicultura nadie se hace rico, pero es oficio digno" - Foto: Javier Pozo

Ángel Marco (Molina de Aragón, 1977) heredó de su padre la pasión por el mundo de las abejas. Desde muy joven tuvo claro que su futuro laboral sería la apicultura, una actividad «que engancha» y que, afortunadamente, va ganando nuevos adeptos en la provincia. Desde hace un año, este molinés preside la Asociación Provincial de Apicultores, un colectivo integrado en APAG que cuenta con casi 800 socios tanto de Guadalajara como de otras provincias limítrofes.

 

¿Cuáles son los principales objetivos de mandato de la nueva Junta Directiva de la Asociación Provincial de Apicultores?

Buscamos una continuidad en el funcionamiento de la asociación y mejorar los servicios que se ofrecen a los asociados, en particular, estamos tratando de impulsar la formación a través de cursos, tutelajes, seminarios de varroa, de certificado de miel, etc.

 

¿Qué importancia tiene la formación en el sector?

Mucha porque hay bastante gente que se introduce en la apicultura pensando que es una cosa sencilla, que es comprar unas colmenas y ya está. Pero no es así. Es fundamental tener unos conocimientos porque hay enfermedades que van surgiendo, nuevas técnicas, maquinaria, etc. Por eso creo que hay que dar un servicio de enseñanza continuo tanto a la gente joven que se incorpora al sector como a la gente mayor que lleva en esto 20 ó 30 años.  

 

¿Cuáles son los principales servicios que ofrece la Asociación Provincial de Apicultores?

Hay que destacar toda esa información actualizada que damos a los socios (subvenciones, trámites administrativos, etc.). Además, los tratamientos para las colmenas los compramos en conjunto y así nos salen más económicos. Los seguros también los hacemos en conjunto, tenemos una veterinaria que pagamos entre todos, etc. Son muchos los servicios que tenemos y que queremos ir mejorando.

 

¿Es importante estar unidos?

Hoy en día hay que estar unidos en cualquier sector, sino el mundo te come. Además, es una manera de tener una voz conjunta ante la administración para negociar los problemas que surgen. Cuantos más seamos y más unidos nos mostremos, tendremos más fuerza para conseguir que la apicultura sea una actividad cómoda y práctica para la gente que está trabajando en el campo.

 

¿En qué momento se encuentra en estos momentos la apicultura en la provincia?

El número de apicultores ha aumentado. En cuanto al tema sanitario, depende mucho de los años. Hay años que la varroa afecta más y otros que afecta menos. En concreto, este año las expectativas no son buenas. Pero se puede decir que la situación apícola está bastante bien organizado gracias a nuestra asociación.

 

¿Es  una actividad mayoritariamente secundaria y hobbista?

Sí. Hay profesionales dedicados exclusivamente a la apicultura en la provincia, pero pocos. Es una actividad histórica que, en la mayoría de los casos, ha pasado de abuelos a padres y de padres a hijos.

 

¿Se registran nuevas incorporaciones al sector?

Sí. En los últimos años, ha habido un incremento importante de nuevas incorporaciones de jóvenes a raíz de la crisis económica. Es un sector al que es más fácil acceder que, por ejemplo, a la agricultura, porque la inversión que requiere no es tan grande. Antes éramos un 10 por ciento de apicultores profesionales en la provincia y ahora seremos un 15 por ciento. La proporción va aumentado, hay un repunte. Es tan importante que haya apicultores profesionales como hobbistas porque, en la mayoría de las ocasiones, un apicultor decide hacerse profesional porque antes fue aficionado. Tanto unos como otros son importantes en esta asociación.

 

¿A cuánto asciende la cabaña apícola de Guadalajara ?

Ya habrá  cerca de 60.000 colmenas. Guadalajara no ha experimentado un incremento salvaje en los últimos años, pero sí es de las provincias que se ha mantenido y no ha sufrido altibajos. Crecemos poco a poco.

 

En general, ¿los apicultores os sentís apoyados por la administración?

En general, sí. Pero hay que decir que hemos peleado por muchas cosas. Por poner un ejemplo. Nosotros somos considerados ganaderos para la administración y, durante muchos años, para las nuevas incorporaciones hemos sido iguales. Sin embargo, para el tema de las subvenciones en planes de mejoras teníamos muchos problemas. Hace dos años, después de largas reinvindicaciones, nos aceptaron las propuestas que veníamos exigiendo y podemos acceder a ellas igual que un agricultor o que un ganadero.

 

 ¿Es importante la apicultura para la dinamización del medio rural?

Por supuesto. Todos sumamos. El apicultor tiene que estar donde tiene su instalación y, al final, eso fija población. La apicultura es un sector muy estratégico en ese sentido. Además, cuando superas las 300 colmenas tienes que contratar a alguien. La gente se va animando poco a poco. Con la apicultura nadie se hace rico, pero es un oficio digno para poder vivir cómodamente.

 

 ¿Cómo está afectando el cambio climático a la apicultura?

El cambio climático está afectando muchísimo a la apicultura. No te lo puedes imaginar. En la zona de Molina, de donde yo soy, antes, a principios de noviembre, las colmenas se quedaban sin cría. Como hacía frío, paraban de criar y hacían la hueva invernal. No salían o salían muy poco. Sin embargo, llevamos como seis años que cuando llega diciembre tienen cría e incluso tienen zánganos y las abejas salen. Esto sucede porque hace más calor. Y ello causa muchos problemas a la hora de eliminar la varroa y otras enfermedades, es un descontrol para las abejas, las reinas se desgastan más porque están más tiempo poniendo... Somos una provincia fría y aquí siempre teníamos una parada invernal que ahora no existe. Y esto, lógicamente, también afecta negativamente a la producción.

 

 Dicen que esta campaña de miel va a ser de las peores de los últimos años. ¿Es cierto?

En la provincia de Guadalajara hay una cosecha de entre un 40 y un 60 por ciento menos en algunas zonas. A nivel nacional, ha habido apicultores hasta con un 80 por ciento menos de producción. El año parecía bueno pero se fue estropeando con los cambios bruscos de temperatura, con los hielos tardíos y con la sequía. Efectivamente, éste va a ser uno de los años peores que conocemos en producción de miel. La cosecha ha sido un desastre en España, pero como el 70 por ciento de la cosecha de 2018 seguía estando en los almacenes y en las cooperativas de los apicultores por falta de ventas, a lo mejor, no se va a notar tanto.

 

En cuanto a las enfermedades de las colmenas, ¿cuál es la situación?

La varroa destructor es la subespecie que más hemos generado en España y es la más agresiva, ha ido cambiando genéticamente y cada vez se está haciendo más fuerte. El mayor problema es que las farmacéuticas no se están preocupando en buscar nuevas tratamientos porque somos un sector pequeños que no genera grandes recursos. Por eso, lo que tenemos que pedir a los gobiernos es que les exijan, con ayuda de algún tipo de subvención, que hagan estudios y que saquen nuevos productos. Si seguimos así, llegará un año en que nos quedaremos sin materias activas para atacar la enfermedad.

 

 Una lucha importante que los apicultores españoles han llevado a cabo en los últimos años es una normativa adecuada para el etiquetado de la miel. ¿Están satisfechos con la respuesta que dada por el Gobierno?

Hace ya 14 años que desde nuestra asociación, con otros colectivos, sindicatos agrarios y asociaciones de consumidores, comenzamos a pelear en este tema. El Gobierno se comprometió hace ya varios meses a publicar un Real Decreto para regular esta cuestión. El problema es que no lo ha hecho todavía. Falta efectividad. En Francia, sin apenas pedirlo, lo han tenido listo en 15 días. Somos el país europeo que más miel produce, que más colmenas tiene y tenemos que ser siempre los últimos cuando se trata de es una reivindicación histórica. El correcto etiquetado será algo bueno para el apicultor, pero también para el consumidor porque cuando alguien compra algo le gusta saber de dónde procede y qué es lo que lleva. Lo correcto es que el consumidor pueda decidir y los apicultores también tenemos que enseñar al consumidor a diferenciar.

 

En concreto, la miel de Guadalajara es uno de nuestros principales baluartes alimenticios. ¿Cree que está bien posicionada en el mercado?

Desde la Asociación Provincial de Apicultores de Guadalajara fuimos los pioneros en impulsar la creación la DO Miel de la Alcarria, la primera miel que tuvo denominación de origen en nuestro país y a nivel europeo. A nivel de mercado, es una miel muy apreciada y bien posicionada. El problema que tiene es el precio, que es muy bajo. Deberíamos haber luchado para que una miel de tanto renombre tuviera  un precio más alto de venta al público. En cualquier sitio del mundo al que vayas, donde dices «miel», te contestan «de la Alcarria» y eso es un orgullo, pero hay que empujarla más, venderla más y darle más valor para poder generar más economía en la provincia.

 

¿Consumimos mucha miel?

No. Nosotros en España no llegamos a los 900 gramos por persona al año. Los mayores consumidores de Europa son los alemanes.

 

¿Cuáles son los principales retos de futuro del sector?

La apicultura a nivel mundial está sumergida en una crisis, la que no pasamos antes la vamos a pasar ahora. Los precios van a ser un problema muy grande porque se han quitado los aranceles. Otro reto importante va a ser intentar sacar nuevos productos para combatir la varroa y otras enfermedades que puedan surgir. Además, tenemos que defender nuestra miel y llegar al consumidor. Enseñarle al consumidor a valorar y diferenciar todos los tipos de miel que existen, que sepa  que la miel no es azúcar. A nivel provincial, queremos que haya más apicultores bajo el paraguas la DO porque eso permitirá vender la miel a un precio razonable. Ahora sólo somos un 20 por ciento en la DO.