Canónigos recupera su esplendor

Leo Cortijo
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La reconstrucción del muro, que se vino abajo el pasado 12 de mayo entre la indignación de algunos y el asombro de todos, permite reabrir al público uno de los emblemas de la ciudad y el Puente de San Pablo.

Canónigos recupera su esplendor - Foto: Reyes Martínez

Seis meses y medio. 204 días. 4.905 horas. 294.300 minutos. Ese es el tiempo que el Puente de San Pablo y la calle Canónigos han permanecido cerrados a cal y canto desde que el pasado 12 de mayo un tramo de ésta última se derrumbara. Uno de los emblemas más valiosos de la ciudad, icono fundamental de la Cuenca patrimonial, se venía abajo mientras se acometían obras de rehabilitación para reparar fundamentalmente las deficiencias producidas por las fugas en la red se saneamiento. Afortunadamente, los operarios que maniobraban en la zona se encontraban entonces almorzando y no había que lamentar daños personales. El derrumbe del muro, para algunos la crónica de una muerta anunciada, suscitó la indignación de una parte notable de los conquenses y el asombro de todos.

El tiempo ha pasado relativamente rápido y parece que fue ayer cuando se produjo «uno de los sucesos más tristes para la ciudad este año», en palabras de Darío Dolz, que sobre el terreno y prácticamente el mismo día de los hechos, se propuso reconstruir la calle antes de terminar el año. El equipo de Gobierno se planteó como fecha tope para levantar el muro el día 20 de este mes, por lo que la idea inicial del alcalde ha llegado a buen puerto antes de tiempo. Un alcalde, por cierto, que a partir de ahora recuperará horas de sueño, y es que como reconoció hace unos días en La Tribuna, este asunto le ha hecho soñar alguna noche.

Las tornas han cambiado y ahora hay «satisfacción» porque esta reconstrucción se ha conseguido en poco más de seis meses y a las puertas de uno de los puentes más importantes del año, con la Navidad a la vuelta de la esquina y en la previa a la celebración del 25 aniversario de la declaración de Cuenca como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. El regidor, en declaraciones a los medios de comunicación, quiso agradecer por ello el papel de la empresa ejecutora de las obras, «por su diligencia, su buen hacer y el control que han llevado en todo momento». Unos trabajos que, añadió, «se han hecho con toda las garantías de seguridad para que la calle, que se puede considerar en su conjunto como un dique, perdure por muchísimos años». Esta vía y la Plaza de Ronda, como antes de este trágico suceso, permanecerán cerradas al tráfico rodado a excepción de los vehículos de servicio.

Lo que resta por hacer. No hay que olvidar que la obra no está todavía finalizada en su conjunto, y es que aún queda pendiente recomponer el talud que se encuentra al sopié de la calle. Dolz puntualizó que se seguirá trabajando en ese sentido, restituyendo el muro que delimita con la subida rodada desde el puente del Río Huécar, así como la reposición de la vegetación de la zona. Además de arbustos, se sembrará una «especie que ofrezca sensación de pradera con pocas exigencias hídricas». En cuanto a los plazos de ejecución y finalización de estos trabajos adicionales, el alcalde no pudo precisar con total exactitud, ya que depende de cuándo resulte más conveniente plantar esa vegetación por cuestiones meteorológicas. Con todo, eso es algo que le preocupa «menos», aunque ofrezca una «imagen más atractiva» de la subida. Lo prioritario –remató– era abrir la calle Canónigos.

¡Por fin! Los turistas pueden volver a fotografiarse de nuevo con las Casas Colgadas de fondo, en esa simbólica instantánea desde del Puente de San Pablo. Además, pasear otra vez por la calle Canónigos y contemplar ahora el paisaje desde esta atalaya va a ser si cabe un poco más especial que justo antes del derrumbe primaveral. El Ayuntamiento, aprovechando la ocasión, ha retirado los grafitis que ensuciaban el puente, ha revisado la iluminación del enclave, ha repuesto varias luminarias y ha comprobado el estado del entablado para que todo luzca a las mil maravillas.