Casasimarro vivió una importante tarde de toros en el día grande de sus fiestas patronales. En una apuesta clara y decidida por la tauromaquia  por parte del Ayuntamiento y del empresario Pedro Miota, el coso casasimarreño lució una notable entrada para presenciar un interesante festival taurino, en el que hubo un poquito de todo. Ahora bien, lo que sobre todo hubo fue seriedad en el ruedo, la que proporcionaron unos novillos sobresalientemente presentados para esta plaza. Vamos capítulo a capítulo.

Pocas opciones de lucimiento para Alberto Pozo, que se las vio y deseó con un áspero y bronco al que planteó una labor tobillera ante tanto derrote y dureza. Intentó domeñar por abajo al encastado novillo, pero el de Carlos Núñez, que desarrolló sentido, lo fijó desde el primer instante y le puso contra las cuerdas. No lo vio claro, tiró por la calle de en medio y prefirió abreviar antes que seguir padeciendo. Silencio tras aviso.

Daniel Alarcón se lució en el saludo capotero por verónicas, con mando, al segundo de la tarde, un ‘tacazo’ en toda regla, sobresalientemente presentado para una plaza como ésta. En el parlamento muleteril, se gustó y gustó a la parroquia por momentos, embebiendo la buena condición del astado, enclasado aunque sin recorrido. Anduvo bien por ambos pitones mientras duró la boyantia del animal, que terminó por echar la persiana antes de tiempo. Alargó sin demasiado sentido antes de estoquear sin acierto. Dos orejas.

Serio, variado e interesante festival taurino en Casasimarro

Daniel de la Fuente inició con profundos doblones una faena aseada de principio a fin y de menos a más, metiendo en el canasto a un animal que se dejó muletear con transmisión y buenas maneras. Remató de rodillas y con efectismos para ganarse al público. Oreja tras aviso.

Sergio López derrochó oficio con el que hizo cuarto, un animal que no terminó de emplearse por abajo ni de rebozase en la muleta. Todo lo contrario, repuso tras cada muletazo y eso obligó al novillero de Las Quinientas a perderle pasos a cada instante. Así, el muleteo resultó interesante, por digno y valeroso, pero de poca transmisión arriba. Marró con los aceros. Hay que destacar en la lidia a Ismael Mora, de notable. Silencio tras aviso.

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Indalecio Sahuquillo ‘Castellano III’ recetó un par de verónicas con gusto al que cerró festejo, un aperitivo de lo que acabó siendo el mejor parlamento de toda la tarde. Naturalidad, torería y sabor en todo lo que dispuso. Fundamentó gran parte de su obra en el pitón derecho y el resultado fueron muletazos de notable trazo y gran profundidad. El pupilo de Pedro Miota se los tomó con clase. Como algún que otro natural suelto, estético y plástico, y varios remates por abajo con sabor añejo. Todo era de nota hasta que el animal cantó la gallina y dijo que hasta aquí habíamos llegado. Faltaron dos tandas para completar la obra, pero ahí quedó impregnado el toreo de mayor peso de la tarde. Dos orejas y rabo.