Inmerso en una gira internacional por América Latina, el opositor Juan Guaidó ratificó ayer su voluntad de volver a Venezuela, a pesar de que el presidente de su país, Nicolás Maduro, insinuase el pasado martes que tal regreso podría conllevar su detención, al haber quebrantado la ley que le impide abandonar la nación caribeña. Es más, Guaidó llamó a una «movilización popular» para que secunde su vuelta a casa y aseguró que si es encarcelado cuando pise su país sería «un golpe de Estado».
«Si deciden cometer el error político e histórico de encarcelarme van a tener que responder ante el mundo. Eso sí sería un golpe de Estado. Eso sería un atentado claro ante la estabilidad del país», sentenció el jefe del Parlamento, que hoy se entrevistará en Brasilia con el presidente Jair Bolsonaro.
El antichavista afirmó que al «régimen de Maduro» le gustaría contar con un nuevo exiliado, «pero si se atreven a meterme preso habrá una respuesta sin precedentes tanto de la gente como de la comunidad internacional». «No vamos a caer ante amenazas ni mucho menos chantajes del anterior Gobierno», insistió.
«No es seguro regresar, no es seguro estar en Venezuela hoy por la inseguridad, por la crisis humanitaria que existe en nuestro país y por supuesto la dictadura. Ejercer la política en mi país tiene un muy alto riesgo que se puede pagar con la vida. Ahora mi deber como presidente encargado de Venezuela es regresar a mi país», sostuvo.
Por su parte, Maduro bromeó con presentarse a las elecciones del próximo 28 de abril en España para «dar una revolcada» a la «élite corrupta» y auguró que, si fuera candidato, ganaría «con más del 50 por ciento de los votos». «Tengan la seguridad, porque el pueblo de España quiere un gran cambio y quiere gente valiente, honesta, al frente del Gobierno», recalcó.