Pasión en las calles

Leo Cortijo
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Las notables obras nazarenas de Ángel Mariscal, artista de Horcajo de Santiago, adornan los escaparates de un buen puñado de céntricos y señeros comercios de la ciudad.

Pasión en las calles - Foto: Reyes Martínez

Hace justo un año, en pleno confinamiento, cuando Ángel salía de casa y se dirigía al centro para hacer la compra, veía uno de sus cuadros nazarenos en el escaparate de un comercio de la zona. Conmovido por aquellas extrañas circunstancias que todos vivimos y sufrimos de alguna manera, decidió que 365 días después sería distinto. «Algo me movió por dentro», comenta, y a sí mismo se dijo que había que volver a hacerlo «pero con todas las de la ley, para que las pinturas lucieran en más sitios y las disfrutase más gente». Y así ha sido. Doce meses después, las conspicuas obras de este artista de Horcajo de Santiago adornan los escaparates de un buen puñado de céntricos y señeros comercios conquenses.

Todos se encuentran en pleno centro, en Carretería y Las Torres, arterias fundamentales de los desfiles procesionales. Desde Marcos Garrote hasta Las Camelias, pasando por La Cremallera o, como no podría ser de otra manera, Óptica Notario. Y hay más enclaves... Ángel ha bautizado a esta curiosa y llamativa exposición Pasión en las calles. Y lo ha bordado con el título, como cuando coge el lápiz o el pincel, porque sus lienzos ayudan a sobrellevar la ausencia de procesiones en una ciudad que vive por y para la Semana Santa. Llena un vacío.

El arte en general y la pintura en particular es algo que convive con él «desde bien pequeñito». De una forma o de otra, siempre ha estado «conectado» a las diferentes expresiones artísticas. Por eso, no es de extrañar que dejara su municipio natal para estudiar el bachillerato de artes en Cuenca y que luego enlazara con el grado en Bellas Artes. Ahora se gana la vida con lo que siempre fue su sueño: pintar y dibujar. Lo hace por encargo, y desde el año pasado –reconoce–, «no me puedo quejar». Son ya muchas, y cada vez más, las hermandades que se han fijado en él. «Empiezo a moverme dentro de este mundillo», subraya ilusionado.

Trabaja a razón de esa demanda, pero lo hace con «pasión», y es que esto es «como la pescadilla que se muerde la cola», pues le «encanta» pintar cuadros semanasanteros. Cuadros... y lo que se tercie. Por ejemplo, tiene varios encargos para pintar tambores de turbas, al mismo tiempo que las soledades del Puente y de la Cruz van a estrenar sendos pañuelos dibujados por él en recuerdo de las víctimas de la pandemia. Éstos son sólo algunos ejemplos, pues la lista de ‘clientes’ es larga entre las cofradías de la capital, la provincia e, incluso, alguna de más allá de los límites regionales. Se suele decir que algo tendrá el agua cuando la bendicen, y Ángel, todo hay que decirlo, parece tocado por la varita. Su estilo, que siempre busca «expresar con todo lo que se pueda» y que se caracteriza por «explotar» al máximo los colores, no cae en saco roto para nadie.

Algunas de sus obras, de hecho, también van a poder disfrutarse en una exposición colectiva organizada por el Espacio Cultural Sanmartino, junto a trabajos de Rodrigo Mora, Sergio Murgui, Félix Soriano, Vicente Marín y Coullaut Valera. «Es todo un privilegio», remata el horcajeño en este sentido.

La clave del éxito, más allá del valor innato del que emana arte por todos los poros de su piel, es la pasión, precisamente, con la que habla de la Pasión conquense. «Es muy fácil conectar con la Semana Santa de Cuenca, y más aún con las tallas de Marco Pérez», recalca este artista y nazareno «impregnado» de esa devoción y ese aura tan mágica que rodea Cuenca entre el Domingo de Ramos y el de Resurrección.