Los imprescindibles de San Mateo

Leo Cortijo
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Entre el 18 y el 21 de septiembre, Cuenca vive dos realidades, como si de dos universos paralelos se tratase. En ese particular universo mateo conviven infinidad de rostros conocidos. Ellos son, en gran medida, los que se encargan de hacerlo posible

Los imprescindibles de San Mateo

Entre el 18 y el 21 de septiembre, Cuenca vive dos realidades, como si de dos universos paralelos que conviven al unísono se tratase. Uno se desarrolla en el Casco Antiguo y el otro en el resto de la ciudad. Uno está pautado por la tranquilidad, el sosiego y la serenidad. Nada ni nadie parece perturbarse por lo que pasa. Todo sigue el mismo guión monocorde que impera durante el resto del año. El otro tiene un sentir sideralmente opuesto. Las frenéticas carreras de los mozos delante de las vaquillas, el jolgorio sin freno en comunidad y la fiesta prácticamente constante marcan el paso. Un paso que muchos –muchísimos– siguen desde el principio y hasta el final.

En ese particular universo mateo conviven infinidad de rostros conocidos. Ellos son, en gran medida, los que se encargan de hacerlo posible. Nada tendría sentido, sin ir más lejos, sin la presencia de los grandes protagonistas, que son los maromeros. Guían el transcurrir de la vaca por las empedradas y empinadas calles del conjunto histórico. Uno de ellos es Jesús Pardo, El Parri, que desempeña esta función desde hace un cuarto de siglo, que se dice pronto. Desde su veteranía, analiza el juego que puede dar el antideslizante, que es la gran novedad de este año: «Para los corredores va a ser algo muy positivo; para los animales ya veremos a ver cómo resulta cuando terminen todas las sueltas». El Parri sabe muy bien qué es lo que tiene que tener un buen maromero: «Muchos pies y conocer los terrenos de los animales». El objetivo fundamental es «estar atento para evitar las cogidas, que es por lo que velamos».

Si Jesús Pardo corre detrás de la vaca, Pablo Cuevas lo hace delante. Este joven conquense, de 18 años, ha recibido el reconocimiento como mejor corredor del año pasado, y es que las carreras que protagonizó delante de las astas no dejaron indiferente a nadie. «Correr la vaca es una experiencia muy bonita, tradicional en Cuenca y que me inculcaron desde pequeño», destaca ilusionado, y es que «cuando corro siento algo que no puedo describir». Para Pablo, que ultima detalles para medirse a las vaquillas de este año, un buen corredor mateo es aquel que «tiene respeto a la vaca y a los maromeros, pues a ellos hay que obedecerles en todo momento para saber por dónde hay que llevar al animal».
Tanto para corredores como para maromeros, el escenario en el que se suceden las sueltas de vaquillas tiene unos condicionantes que lo hacen muy especial. «A nosotros el empedrado no nos afecta demasiado, pero a la vaca sí», comenta Pablo, «sobre todo a la hora de agarrarse y correr». Asimismo, «las cuestas se notan muchísimo y eso juega a nuestro favor».

Por la salud de unos y de otros vela el doctor Atilano Izquierdo, jefe del servicio médico. A sus órdenes hay un dispositivo «de lo más avanzado posible» para un marco tan «singular» como el que se da en las fiestas de San Mateo. Cuatro médicos, tres enfermeras y un anestesista aguardan en todo momento ante lo que pueda pasar. En el edificio del Ayuntamiento se improvisa «lo que prácticamente es un quirófano, porque tiene todo lo que debe tener». Izquierdo asegura que pueden hacer frente, «perfectamente», a una intervención «menos grave» y que «todo lo que se pueda hacer aquí, lo hacemos».

En este sentido, lo que más se suele atender, de forma notable, son traumatismos. «Puede haber algún puntazo o algún varetazo, pero cornadas como tal es más complicado». El doctor Izquierdo, que no pierde ojo y analiza cada una de las vacas que salen «por lo que pueda pasar», ya se lo tiene dicho a los maromeros, buenos amigos suyos: «¡Sujetar bien de la cuerda para que no pase nada!». Aunque la responsabilidad más importante la tienen los que se ponen delante, y en ese sentido la recomendación del doctor es divertirse, pero evitando la ingesta abundante de alcohol.

De fiesta en fiesta. Cada peña monta su particular fiesta, y para ello disponen de las pertinentes viandas y de la música idónea. Los encargados de pinchar los mejores temas en la peña Vacaer la higuera son Íker y Alberto, que forman pareja artística como Calleja’s Prims. «Ahora mismo estamos poniendo reggaeton, pero pinchamos de todo porque la fiesta es muy larga y queremos animar a todo tipo de gente», apunta el primero de los DJ. Por eso empiezan con flamenco y rumba, siguen con ritmos latinos y terminan con electrónica. Y así, avanza que no van a faltar en ningún día de fiesta Flying Free y The Hum, «dos temazos con los que la gente se viene muy arriba».

Entre baile y baile, ahí está Tomás Velasco con su pequeño bar sobre ruedas. Helados, refrescos y algo de picoteo inundan su singular puesto de avituallamiento en la calle San Pedro, que viene como anillo al dedo para muchos peñistas... y no peñistas. «Aquí estamos entre las tres de la tarde y las once de la noche, más o menos», apunta. Aunque el trasiego de gente es importante, Tomás reconoce que «las peñas ya están servidas de todo» y que ofrecen su servicio a amigos y a ese público casual que sube sin peña a ver el ambiente. No obstante, a lo largo de 27 san mateos, ha creado «una clientela especial y anual, que siempre es la misma».

Una de las voces más autorizadas para hablar de San Mateo es Javier Benayas. Después de un primer día «para la posteridad» con el desfile y el pregón de El Tata, el presidente de la Asociación de Peñas Mateas anima a vivir estas fiestas de forma «intensa pero con cabeza, pensando en lo que tenemos dentro de una hora». Que así sea.