Manu Leguineche, siempre imprescindible

Inmaculada López
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'Manu Leguineche. El bohemio número 10' es el título del espléndido documental, dirigido por Víctor López y emitido por TVE el pasado domingo, que rescata la figura de 'El jefe de la Tribu'

Manu Leguineche, siempre imprescindible

Han pasado siete años desde el fallecimiento de Manu Leguineche, una de las figuras esenciales del periodismo y la literatura española contemporánea, pero nadie hasta el momento había apostado por rescatar su legado y colocarlo en el lugar que merece. Ese alguien es Víctor López, periodista gallego afincado en Madrid, quien justo hace un año publicaba El jefe de la Tribu, la primera biografía dedicada al emblemático reportero vasco, maestro de los corresponsales de guerra. Ahora, López da un paso más y saca provecho de «la fuerza de la imagen» para dedicar un documental a quien considera «un verdadero faro» para la flota periodística. «Manu para mí es un modelo a imitar y creo que en estos tiempos que corren es más importante que nunca que lo que supuso, los valores con los que trabajó y que le convirtieron en un referente estén presentes entre nosotros, que estén en boca de todos, tanto de los compañeros de profesión como de las futuras generaciones de periodistas», declara.

Manu Leguineche. El bohemio número 10 es el título de este espléndido trabajo audiovisual, cuyo estreno tuvo lugar el domingo 7 de febrero, en el programa Imprescindibles de La 2 de Televisión Española (TVE). «Jamás había recibido tantos mensajes de apoyo y de felicitación, sobre todo, de gente muy brillante a la que admiro. Todo el mundo me dice que Manu tenía que estar ahí. La verdad es que me ha enriquecido un montón realizar este trabajo, tanto la biografía escrita como el documental, y estoy muy satisfecho», afirma Víctor López en plena resaca de la emisión.

Esta semblanza audiovisual, que será programada próximamente en la televisión vasca (ETB)y en TVE por segunda vez antes de finalizar el año, condensa la trayectoria profesional y vital de Leguineche integrando una treintena de testimonios de personas que tuvieron la fortuna de conocerle muy de cerca (familiares, amigos y compañeros de profesión). «Aunque el rodaje se hizo antes de la pandemia, el Covid sí propició un parón grande en la edición y la postproducción. En total, ha sido la labor de año de trabajo aproximadamente. Eso sí, yo venía de una investigación previa para la biografía escrita que me allanó muchísimo el camino», detalla el autor.

Por supuesto, la provincia de Guadalajara ocupa un lugar relevante en este reportaje televisivo, ya que fue el retiro que Manu Leguineche escogió para afincarse en la madurez de su vida, primero en Cañizar y después en Brihuega.  «Guadalajara aparece en la parte final porque el documental es lineal,   está narrado cronológicamente, lo cual no significa que sea menos importante. Al contrario. Aun siendo lo último, yo diría que su etapa en Guadalajara fue crucial porque supuso esa parte de reflexión, de reposo, de encontrar la verdad de las cosas importantes. Manu encontró en Guadalajara lo que hemos encontrado muchos: gentes con verdad, gentes sencillas con las que apetece estar», señala López. Entre esas gentes, se encuentra el pintor Jesús Campoamor, el hostelero y ex alcalde de Torija Miguel Ángel García Pocholo, el médico Manuel Millán y el jardinero Jesús Rodrigo, varios de los amigos alcarreños de Manu que atestiguan en este documental la calidez y calidad humana que siempre atesoró el autor de libros tan sobresalientes como La felicidad de la tierra o El Club de los faltos de cariño.

«Humanidad». El periodista guadalajareño Pedro Aguilar es otro de los camaradas que Manu Leguineche se granjeó durante su larga estancia en la Alcarria y que aporta su visión personal sobre el que califica como un «segundo padre» en esta biografía audiovisual. «Digo que fue mi segundo padre porque fue la persona que más me abrió la puerta al periodismo; cuando yo sólo hacía alguna colaboración y lo tenía como un hobby, él me empujó a que me dedicase al periodismo  al cien por cien y así ha sido hasta hoy», confiesa. Aparte de recordarle como un hombre «entrañable y muy humano» al que le gustaba estar «con gente que no tenía etiquetas y con la que se podía conversar libremente», Aguilar rememora con enorme cariño las innumerables partidas de mus y las largas sobremesas que tantas veces compartió con El Jefe de la Tribu. «Su casa siempre estaba abierta, entraba todo el mundo. Así le pasó que le robaron varias veces», comenta entre risas. En lo que respecta a a la faceta profesional de Leguineche, Pedro Aguilar comparte las reflexiones que exponen en el documental reputados nombres del periodismo español que trabajaron a su lado como Jesús Picatoste y Javier Reverte –recientemen fallecidos–, Juan Cruz, Mariano Guindal, Pilar Cernuda, Ramón Lobo y Joaquín Bardavío, entre otros. «Manu abrió los ojos y las perspectivas de los periodistas: había más información de la que se podía hacer aquí, había que salir y contar lo que pasaba fuera y, además, había que ser honrado y honesto con el lector y estar con los que padecen las guerras y la historia, no con quienes las protagonizan. Ésa es la principal enseñanza que nos dejó», resume este comunicador. 

«Irrepetible». En la misma línea se muestra Raúl Conde, periodista galvito que también disfrutó de la amistad de Leguineche. «Manu viajó en un momento en el que ni los diplomáticos salían fuera de España. Él sale al mundo y descubre el mundo a una generación de periodistas en un momento en el que la profesión y el propio país estaban muy encerrados en sí mismos. Fue pionero en ese periodismo con la vista puesta en la esfera internacional, fue pionero como reportero de guerra y también como fundador de agencias de noticias. Y luego hay que valorar su poso literario, su faceta de renovador de esa literatura a medio camino entre el ensayo y el dietario rural. Sumado todo nos encontramos ante un personaje que hoy sería irrepetible por el tipo de periodismo que le tocó ejercer», argumenta. De la misma forma, el editorialista de El Mundo incide en «la afabilidad, la bonhomía, la generosidad y la manera de disfrutar de la gente» que marcaron la personalidad de Leguineche y que «siempre trasladó a su forma de trabajar». «Cuando iba a cubrir las guerras, que las odiaba y las consideraba el peor invento de la humanidad, trazaba la crónica desde la fidelidad a los hechos, pero también desde el relato humano. La búsqueda de esa perspectiva humana creo que fue lo que le aportó esa popularidad y el ser tan respetado», sostiene. 

Así las cosas, ambos profesionales consideran que este documental «hace justicia» a la figura de Manu Leguineche porque, hoy y siempre, seguirá siendo uno de nuestros Imprescindibles.