El arco iris de la esperanza brilla también en Tyler, en el Estado de Texas, donde reside la familia conquense Pranjko-Arribas desde el año pasado.

Virginia Arribas, explica que las medidas allí se han endurecido mucho desde el lunes 23 «pero la conciencia social no se ha despertado aún». En su condado hay solo de momento siete casos de Covid.

Su marido Marko es profesor y teletrabaja. Virginia es enfermera pero “de momento no puedo trabajar porque necesito una licencia texana y para eso tengo que superar unos exámenes, previstos para el verano. Todavía no han reclamado más apoyo porque en Tyler no hay demasiados casos, pero llegado el caso supongo que reforzarán”.

Por lo demás, dice, “nuestra ?vida cotidiana es la misma que en España ahora, lidiar con las tareas escolares, ejercicio casero, risas caseras, películas en familia, y ratos más agobiantes en los que nos salimos a la terraza a respirar”.

Se da la circunstancia de que Marko ya tuvo que huir de la guerra de Bosnia siendo un niño. «Lo terrible en esta ocasión es que el enemigo es invisible. Ademas, la sociedad hoy en día difícilmente renuncia a sus libertades. La palabra guerra anula cualquier objeción a ciertos procedimientos como ponerse a salvo. Nos ha costado poner a la población a salvo porque no éramos conscientes de que esto es una guerra sanitaria», reflexiona.

Virginia, como sanitaria, opina que “nos parece una tragedia mundial, un colapso sanitario sin precedentes. Lamento que se haga ahora valer nuestra profesión y que hayamos necesitado esta crisis para desarrollar conciencia sanitaria. Nada es gratis, entre todos hay que cuidar la sanidad pública y la educación. Son tesoros frágiles”.

Mientras pasan la cuarentena siguen minuto a minuto todo lo que ocurre en Cuenca. «Tenemos tanto contacto y leemos tanto que a veces sentimos que estamos allí. Mandamos un abrazo a todos los conquenses, everything is going to be fine!».