Literatura ligera para abrir un debate serio

Europa Press
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El trabajo de Cristina Vatra como editora le enseñó cómo son los procesos de elección y las necesidades de los editores, de los que aprendió que lo importante es medir las expectativas

La escritora madrileña tiene muy claro que su literatura no deja indiferente a nadie.

Cuenta Cristina Vatra (Madrid, 1980) que, cuando era joven, leyó El médico de Noah Gordon y El clan del oso cavernario, de Jean M. Auel, y quiso estudiar medicina. Pero, como la nota media no le dio para hacerlo, se metió en enfermería. Terminó la carrera con 21 años y quería seguir estudiando, así que se matriculó en Historia, y simultaneó sus estudios con una beca de investigación en el Instituto de Salud Carlos III. Al terminar el grado y la beca, decidió que ni una cosa ni otra y se sumergió en la gestión de proyectos culturales. «Desde ahí enlacé distintos trabajos hasta acabar en el sector editorial, lo cual fue una verdadera suerte».

Leer siempre le había gustado y, como lectora, estaba acostumbrada a hablar de títulos y no tanto de autores o sellos editoriales. Pronto aprendió que, en el mundo editorial, todo se articula en torno al autor, se le hace crecer y se le mete en un sello u otro según las características de su obra. Que comprar y leer una novela es algo simple y sencillo, pero detrás de eso hay una enorme cantidad de procesos tan complejos como fascinantes.

Ahora, sin salir del sector, cambia de bando y firma su primera novela, El beso de Thor, que es también la primera de HarperF, nuevo sello de la editorial Harper Collins Ibérica. Asegura que el romance no es lo sustancial de su propuesta, lo mollar es la amistad entre los dos protagonistas y el viaje, literal y figurado, de Reina, el personaje principal. «Es una novela escrita por una autora y protagonizada por una mujer, si eso la convierte automáticamente en femenina ya depende de la crítica, los libreros y el público».

La escritora aspira a que llegue al mayor número posible de personas, porque también trata temas masculinos, de amistad, de paternidad y de pareja que son de interés general. «Eso sí, desde una perspectiva femenina, que es la mía».

No se le oculta que este tipo de obras tiene una fama manifiestamente mejorable no entre los lectores, sino entre los críticos. Vatra sugiere que quizá tiene que ver con el hecho de que, históricamente, la crítica siempre ha sido cosa de hombres, y quizá las problemáticas femeninas o su forma de expresarse se les antojaban y antojan menores o poco interesantes. Sin embargo, el público y las ventas demuestran que las historias de féminas interesan y mucho y, para sustentar su tesis, trae a colación nombres consolidados como los de Jean M. Auel, Diana Gabaldon, Julia Quinn o Elisabet Benavent, entre muchas otras.

Lo que ella pretende aportar es la posibilidad de reflexionar sobre una serie de temas que como persona, mujer, amiga, madre y pareja le interesa explorar. Porque, que nadie se llame a engaño: la alegría, la ligereza, son solo el envoltorio.

«Mi intención es ponerlos encima de la mesa y establecer una conversación con los lectores, mujeres y hombres, acerca de ellos. Hablar sobre eso y que ellos conversen también entre sí». Su objetivo, en definitiva, es abrir un debate sobre temas que considera importantes a través de la literatura.

Beso de despedida

La idea de la novela se le ocurrió viendo la primera película de Thor, en la escena del beso de despedida pensó: «¿Cuántas personas habrá ahora mismo desando estar en el lugar de Natalie Portman y por qué desearían estar en el lugar de Natalie Portman?» Y allí comenzó todo.

Queda dicho, su protagonista se llama Reina, y es una mujer fuerte, independiente y sexualmente liberada. Cada mujer, dice Vatra, tiene derecho a ser lo que ella desee, sea esto madre, minera, escritora, presidenta o incluso actriz porno. Reina tiene genio y dice las cosas como las siente y como las piensa y tanto en la vida como en la literatura tradicional las féminas de este tipo no han estado ni están muy valoradas. «Reina es como es, a veces fuerte, a veces débil, tiene ideas locas, se equivoca y tiene miedo; y, por como es, el mundo y todo lo que le han inculcado de pequeña, piensa que a causa de lo que le ha pasado no la van a querer más. Pero no es así». Todos nos merecemos que nos quieran, sobre todo cuando estamos perdidos y no sabemos qué hacer.

Ahora tiene muchas historias en la cabeza, algunas más femeninas que otras, ideas para continuar con el mundo de Reina y otras que no tienen nada qué ver. «Aunque sé que son necesarias y que facilitan el negocio y la organización de las estanterías, no me gustan las casillas».