Rastreadores: ángeles de la guarda

Leo Cortijo
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Unos 40 profesionales de Sanidad y Trabajo Social forman el equipo de vigilancia epidemiológica del Área Integrada de Cuenca. Los rastreadores, en parte, «sostienen» la pandemia y evitan fallecimientos gracias al diagnóstico precoz

Rastreadores: ángeles de la guarda - Foto: Reyes Martí­nez

Es el escuadrón que lucha en la retaguardia de nuestro particular ejército de batas blancas. Ese al que hemos cantado, merecidamente, todas sus hazañas en esta cruenta guerra contra el coronavirus, el enemigo invisible que nos pone contra las cuerdas desde marzo. De sol a sol y sin faltar ningún día, forman filas para evitar que el número de contagios en nuestro bando, y por consiguiente el de fallecidos, aumente. Asumen la pérdida de un compañero como una derrota, y no están dispuestos a ello. Sus banderas son las del esfuerzo, el compromiso, la dedicación y, sobre todo, la profesionalidad. Son el equipo de vigilancia epidemiológica, conocidos popularmente como los rastreadores. Son nuestros ángeles de la guarda.

El cuartel general lo tienen en el edificio administrativo de la Gerencia del Área Integrada de Cuenca, junto al hospital, en dos ubicaciones adaptadas al efecto: las aulas de formación y la biblioteca. En torno a 40 profesionales conforman el equipo. Más de la mitad de ellos, enfermeras. También hay trabajadores sociales y médicos. La capitana encargada de coordinar el trabajo del grupo es la doctora y responsable de Medicina Preventiva, Mar Gómez. «Empezamos a funcionar el 11 de mayo con apenas cuatro personas, cuando la Consejería de Sanidad organizó esta estrategia de diagnóstico precoz y vigilancia para los pacientes de coronavirus», explica. A partir de entonces, los efectivos fueron aumentando «progresivamente» conforme lo hizo la carga de trabajo. «Hemos crecido mucho en estos meses», tanto como el guión de la realidad ha exigido. Es más, puntualiza, «desde la dirección se ha hecho todo lo posible por ir incrementando la plantilla».

A lo largo de todo este tiempo, han surgido «momentos de dificultad», es lógico, sobre todo en el mes de agosto, por las ‘no fiestas’ y el regreso de muchos oriundos a sus pueblos de origen. «Fue un mes de crecimiento en las peticiones de pruebas PCR y eso supuso un trabajo añadido», señala la coordinadora. Con todo, en esos momentos de zozobra, la embarcación siguió adelante gracias a que «contamos con un equipo muy entregado, motivado, profesional y humano». Hasta el punto de que «si se necesitaba más gente y en ese momento no la teníamos, llamábamos a compañeras que estaban librando para que vinieran a echar un cable».

Rastreadores: ángeles de la guardaRastreadores: ángeles de la guarda - Foto: Reyes Martí­nez

Mar Gómez, que sin fisuras ensalza el papel de toda la tropa, destaca la labor de los médicos, «fundamental» en la coordinación con Atención Primaria, Epidemiología y Microbiología. Un pilar «clave» para el buen seguimiento de los casos, optimizando la toma de decisiones.  «Es muy importante hacer una valoración de cada prueba en un entorno global», explica. Los lazos de unión también son estrechos con los centros educativos y las residencias de mayores.

La imprevisible evolución de la pandemia ha supuesto que durante estos meses haya habido cambios de instrucciones marcados por la autoridad sanitaria. Ese «dinamismo» del que habla la coordinadora ha traído consigo modificaciones en la delimitación de la estrategia y en la organización del trabajo. Las exigencias del guión han obligado a adaptarse a diario. «Vamos conociendo la enfermedad poco a poco, estamos aprendiendo todos los días», apostilla al respecto.

Puede sonar grandilocuente, pero los rastreadores son un eslabón capital de la cadena que hace posible que ahora fallezca menos gente que en marzo y abril. La propia Mar Gómez quiere reconocer que así es, valorando el trabajo de sus compañeros. Cuando estalló la pandemia, argumenta, «llegó un momento en el que Epidemiología se encontró con una situación que le desbordó y no se pudo hacer un estudio de contactos como el que se hace ahora». «Estamos sosteniendo la pandemia, en parte –añade–, por este trabajo de diagnóstico precoz que permite tratar antes la enfermedad y que la gente no llegue con la gravedad con la que llegaba y poniendo freno a la propagación del virus cortando la cadena de transmisión».

Rastreadores: ángeles de la guardaRastreadores: ángeles de la guarda - Foto: Reyes Martí­nez

El día a día. Esa sensación la conoce a la perfección una de las soldado de este escuadrón, la enfermera Montse Gascón. Ella es la encargada de explicarnos en qué consiste el trabajo de una rastreadora. A primera hora de la mañana hay una reunión entre todos los miembros del equipo. «Vemos qué problemas hubo el día anterior y cómo se pueden solucionar, así como las diferentes instrucciones que tenemos», comenta. A continuación, «te colocas en tu puesto para hacer estudio de contactos». Llaman a un caso positivo, le dan todas las recomendaciones sanitarias que precise, resuelven sus dudas y le orientan sobre qué tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo. Además, y aquí viene lo importante, «le pedimos que nos haga una relación de contactos estrechos».

¿Y qué es un contacto estrecho? Aquella persona que ha estado con él más de 15 minutos, a menos de un metro y medio de distancia y sin mascarilla. Además de esto, le realizan una pequeña encuesta para obtener información importante. Por ejemplo, saber si tiene síntomas o no, cuáles son y desde cuándo. O dónde trabaja para conocer si se ha podido contagiar ahí y el ámbito de exposición del resto de compañeros, con el fin de evitar un posible foco.

En cuanto a la relación de contactos, normalmente, indica la enfermera, son los convivientes, pues «la mayoría de positivos salen del entorno familiar». A esas personas también se les va a llamar y se les va a pedir que estén en cuarentena. Antes eran 14 días, ahora solo son 10. «Les vamos a pedir que se tomen la temperatura dos veces al día y se vigilen los síntomas... En ese periodo les vamos a llamar para hacer su seguimiento, al menos, tres veces», recalca. En relación a las pruebas de estos contactos, todo «depende de lo que diga la instrucción en ese momento», ya que «hemos pasado de no hacer al principio y mantener solo cuarentena, a hacer una y luego a hacer dos». Ahora mismo realizan un test, «salvo a los convivientes y a las personas mayores que están en residencias», que les efectúan dos.

Una labor de todos. A pesar de todo, hay casos –los menos, afortunadamente– que se saltan a la torera las indicaciones y se niegan a hacer cuarentena. ¿Es frustrante toparse con un caso así cuando tú estás dando el callo para poner coto al virus? Es evidente que sí, pero como explica la propia rastreadora, «gracias al equipo que tienes y al apoyo que recibes de compañeros, médicos y dirección, eres capaz de terminar con el estudio de ese caso, resetearte, pasar a otro y empezar de cero con el proceso». Además, a esos pacientes díscolos se lo dejan muy claro: «Esto hay que hacerlo así y es importante; es una labor de todos y cada uno tiene que ser responsable». Si aún así observan que es reticente, «le informamos de que nada más colgar el teléfono vamos a poner su caso en conocimiento de la autoridad sanitaria», que actuará en consecuencia. Como debe ser.

Con todo, este es un comportamiento que no deja de sorprender. Doctora y enfermera no albergan dudas al respecto. «Si a estas alturas no se han dado cuenta de la gravedad del problema...», señala Montse, a lo que Mar añade: «Lo viven desde la distancia, pero pueden encontrarse con que en cualquier momento les puede tocar a ellos o a una persona importante en sus vidas».

 

RADAR COVID. El equipo de vigilancia epidemiológica, y la sociedad en su conjunto, cuentan con una nueva arma para ganar la guerra al coronavirus. Se trata de la aplicación móvil Radar Covid, que además empezó a funcionar en Cuenca antes que en ningún otro territorio regional. «Empezamos con ella el 18 de septiembre», comenta la coordinadora del equipo de rastreadores, Mar Gómez, y la realidad es que «todavía no hay tanta gente que tenga descargada la aplicación», por lo que por el momento resulta «complicado» poder utilizarla como sistema de rastreo. Aún así, desde su puesta en marcha, algo más de unas 40 personas han llegado hasta ellos a través de la app, se les ha hecho la prueba y ha habido algún caso positivo. Por eso, porque funciona, desde la autoridad sanitaria se recomienda encarecidamente su uso. «Si hubiese más gente usándola podríamos trabajar complementariamente», sentencia la doctora.

¿Cómo funciona? Es muy sencillo: descargue la app en su móvil y conecte el bluetooth. Si ha tenido contacto con una persona contagiada recibirá un aviso en su móvil. De forma voluntaria y anónima puede comunicar su diagnóstico positivo introduciendo un código en la app. Las personas con las que haya estado en contacto recibirán una alerta de forma totalmente anónima. Una vez avisadas deben guardar cuarentena y seguir las indicaciones de Radar Covid.