A golpe de segueta

R.L.C.
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Joaquín Huélamo López, profesor jubilado, posee una importante colección de piezas realizadas en marquetería desde que era un niño.

Joaquín Huélamo, natural de Horcajada de la Torre y vecino de Tarancón, posa en su taller con algunas de sus obras artesanales en madera más preciadas. - Foto: R.L.C.

Pertenece a la primera promoción de la antigua EGB, a esa generación en la que se impartía la asignatura de pretecnología o trabajos manuales, donde era tan habitual que los alumnos aprendieran marquetería. En su caso, se inició en esta afición con seis o siete años, en el colegio de Carrascosa del Campo en el que estudió al ser de Horcajada de la Torre, y la ha seguido manteniendo a lo largo de toda su vida.

Profesor jubilado, tras dedicarse a la docencia casi 40 años, Joaquín Huélamo López, vecino de Tarancón, tiene una colección de auténticas joyas realizadas a golpe de segueta. «Lo hago desde pequeño, me ha acompañado toda mi vida, pero es verdad que he tenido etapas, dependiendo de las circunstancias, cuando me vine a Tarancón empecé más en serio», recuerda desde su taller particular, que es como su refugio para relajarse y evadirse del devenir diario. «La marquetería requiere paciencia, hay que hacerlo con mucha minuciosidad, además sigo llevándolo a cabo como antaño, todo es a mano», comenta mientras confiesa que anda buscando los planos de la primera pieza que realizó de niño, un gallo. 

Ahora, a veces a partir de patrones que saca de internet o diseños propios, quiere recuperar un proyecto pendiente, de construcción de un reloj de gran tamaño, con este arte en madera que impresiona en la cercanía. «He sido autodidacta, fueron algunos profesores los que me inculcaron esta afición, también cuando estudié en el colegio Melchor Cano, y a partir de ahí me he ido atreviendo con piezas más complicadas», explica a sus 62 años y después de haber sobrevivido el invierno pasado a la Covid-19. «No me han cambiado las prioridades, he visto la vida distinta, eso sí, pero sigo poniendo el horizonte en lo principal, al día siguiente de despertar tenía claro lo que quería que continuar haciendo», confiesa a la par que muestra una de sus piezas más complicadas, una jaula, junto a  las réplicasde la Torre del Oro y el vasar que existía en casa de sus padres. 

A raíz de jubilarse, hace dos años, ha empezado a probar materiales diferentes, a detenerse en piezas más pequeñas, y sigue combinando a veces la marquetería con el pirograbado, técnica que descubrió hace casi 20 años. «Este cuadro, una reproducción del Guernica de Picasso fue uno de los primeros  y más grandes que hice», detalla este artista, que en la pasada década expuso en el auditorio de Tarancón y también puso una muestra con sus mejores obras en Barajas de Melo. Ahora quiere recuperar el proyecto de divulgación que inició creando una página web.

Huélamo, que durante casi 30 años ha pertenecido al equipo directivo del colegio Duque de Riánsares de Tarancón, dice que viene  «de una familia en la que somos bastante manitas» y se enorgullece de como una de sus hijas se haya iniciado en este arte de chapar o embutir piezas en madera. Segueta en mano, en su taller, rodeado de sus tesoros, el tiempo se para.