Fuerza y rapidez

J. Monreal
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Guillermo García Bascuñán

Fuerza y rapidez

Hace apenas diez años que Guillermo practica el rugby, y a pesar de su juventud, ya ha logrado situarse al frente de la Selección Regional de Rugby Sub 16.

«Una labor complicada pero atractiva a la vez, ya que es un deporte minoritario que en nuestro ámbito regional va teniendo cada vez mayor implantación», señala el seleccionador-jugador, quien combina a partes iguales su faceta como responsable del equipo castellanomanchego con la de jugador en el Club A Palos.

«El nombre del equipo no tiene nada que ver con agresiones ni nada parecido. Debe su denominación a una situación del juego que consiste en lanzar el balón entre los tres palos para marcar un tanto», advierte el jugador conquense, quien dio sus primeros pasos deportivos en otro deporte de contacto, balonmano, «hasta que un buen día descubrí un cartel en el que aparecía un jugador de rugby en Cuenca y me decidí a probar suerte».

La casualidad.

 A pesar de ser un deporte minoritario en España, el rugby cuenta con numerosos adeptos en Cuenca, «gracias a la creación de la Escuela Municipal, que sirve un poco de cantera para que los chavales tomen contacto con un deporte que aunque pueda parecer violento y muy duro, no lo es».

Un deporte que como dice el viejo refrán británico es un juego de villanos practicado por caballeros.

«Hay contacto, por supuesto, pero no se dan demasiadas lesiones entre los jugadores, ni se producen situaciones de violencia como sucede en otros deportes  conocidos», apunta el jugador.

Velocidad, fuerza y habilidad son algunos de los ingredientes necesarios para la práctica de este deporte, «en el que se produce un fenómeno que no se da en otras disciplinas, ya que en un equipo de rugby tienen cabida jugadores de muy distinta condición física. En rugby  es tan válido el jugador de baja estatura y poco corpulento, como el de mayor envergadura y peso. Cada uno cumple una función específica y eso es lo que hace diferente a este deporte».

 El entrenador regional habla con entusiasmo de su deporte y asegura que «a quienes lo practican les cambia la vida porque se forma una pequeña familia entre los jugadores que va más allá de la lucha en un partido».

A propósito de la disputa, de los roces y de los contactos propios de un deporte como el rugby, Guillermo matiza que «a pesar de lo duro que pueda parecer al espectador, éste es el único deporte en el que disponemos de un tercer tiempo, ya finalizado el partido, y después de habernos duchado, en el que los jugadores de ambos  equipos se reúnen  y charlan sobre las incidencias del encuentro. Es una forma de limar  asperezas, de  pedir disculpas (si es necesario) y de quedar como amigos y rivales en el campo pero nada más», dice el jugador.

Un deporte que cada vez adquiere mayor notoriedad en nuestro país, al que se van sumando numerosos jóvenes, «aunque todavía no ha calado profundamente la afición como sucede en otros deportes. Poco a poco lo vamos consiguiendo, y lo que esperamos y deseamos  son mayores apoyos para nuestro club, ya que ni siquiera disponemos de una sede física donde guardar nuestros trofeos y más que nada, poder contar con unas instalaciones más o menos  fijas donde poder entrenar».

 Guillermo sigue con su labor al frente de la selección, sin dejar de ser uno de los grandes pilares de A Palos. Uno de los grandes pilares, no sólo por su estatura, corpulencia y su barba roja, larga y  bien poblada al más puro estilo hipster.

«No me he parado a pensar en la moda, en  el estilo ni en la longitud de la barba. No la he dejado crecer para impresionar o intimidar a los rivales, sino por pereza a la hora de afeitarme», dice sonriendo el seleccionador regional de rugby sub 16.