Juan Ángel Martínez Ruipérez es el presidente de la Junta provincial de Cuenca del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la I Región. Un cargo que lleva desempeñando durante ocho años consecutivos y en el que la semana pasada volvió a ser elegido para mantenerlo durante la próxima legislatura. Subraya cómo en las últimas décadas ha cambiado el sector en nuestro país. Advierte que si no se cambia la normativa y existe un mayor control pueden darse más casos como los conocidos en las últimas semanas.
¿Cómo ha cambiado el sector de las clínicas dentales en los últimos años en España?
Hace unos quince años se produjeron dos hechos importantes que cambiaron totalmente el panorama. En primer lugar, el surgimiento de las universidades privadas que multiplicaron por diez el número de licenciados al año, hasta el punto de tener más del doble de dentistas que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Un problema que sigue en aumento puesto que las universidades privadas lejos de reducir los alumnos los incrementan. En segundo lugar, también aparecieron las primeras clínicas tipo franquicia como Dentaline o Vitaldent que iniciaron el modelo de cadenas.
¿Qué diferencias hay entre las clínicas de las grandes cadenas y las de dentistas de barrio?
Estas cadenas se basan en la entrada de muchos pacientes, frente al dentista de confianza que lo que busca es fidelizar clientes. Para ello utilizan criterios comerciales muy agresivos con una publicidad, en muchos casos, engañosa y con unos precios llamativos aunque luego resulta que no son tan baratos. Otra de las características que tienen es que siempre hay un comercial que no es dentista que muchas veces van a comisión y modifican los presupuestos para mejorar los resultados de la clínica.
¿Los escándalos recientes perjudican a toda la profesión o sólo a las franquicias?
Cualquier escándalo perjudica al sector, aunque las realicen empresarios que no tienen nada que ver con la profesión pero que se han enriquecido o estafado con ella. Pero también está sirviendo para poner de manifiesto que no todas las clínicas son iguales y que no todo vale, que detrás de estos negocios lo único que se esconde es un afán de enriquecimiento. Estos escándalos son negativos pero también abren los ojos a muchos pacientes que se han dejado tentar con los cánticos de sirena de una publicidad muy agresiva.
¿Cree que son los últimos o puede haber más?
No lo sé, pero hay que recordar que esto ya ha sucedido antes. El primer escándalo fue Dentaline, que dejó a mucha gente si tratar, también Corporación Dermoestética, que tenía una parte dental, Funnydent, Vitaldent, ahora una pequeña cadena en Extremadura... parece que no van a ser los últimos casos. Y es que una de las características de estas estructuras es que se basan en los créditos. Insisten mucho en firmar el primer día la financiación y vincularle a la empresa por lo que luego no es fácil cambiar si no estamos satisfechos con los tratamientos. Ellos viven de dinero prestado y si dejan de entrar clientes pueden surgir los problemas. Desgraciadamente para la profesión puede que no sea el último caso.
¿Debería Sanidad controlar más estas clínicas?
Es cierto que pasan los controles sanitarios como todas, pero estas inspecciones no deberían centrarse sólo en las características del local, o las normas actuales sino controlar los objetivos de la clínica. No sé si será Sanidad, u otro departamento, pero debería cambiar la normativa para evitar este tipo de políticas comerciales que llevan a estos escándalos.
En los últimos años hay la sensación de que las clínicas dentales son de los negocios que más han crecido. ¿Es cierto?
Es absolutamente real. Se han multiplicado por estas cadenas y también las clínicas de barrio porque hay un exceso de profesionales y es el país de Europa con más profesionales por habitante.
¿Hay negocio para tantas clínicas en estos tiempos de crisis?
Según la Organización Mundial de la Salud no. Por eso en las clínicas en las que se antepone la cuenta de resultado y los objetivos de venta a los resultados sanitarios es cuando vienen los problemas. Las cadenas inician guerras comerciales entre ellas para captar más clientes. Esto en sanidad no se debería dar. A nadie se le ocurre hacerse un baypass porque esté en oferta 2x1 o escoger una prótesis de cadera hecha en china porque es más barata que las realizadas en Alemania. Pero parece que en la salud bucodental todo vale y no es así, siempre debe estar la salud muy por encima de los intereses comerciales.
¿Cómo se puede evitar y adecuar la oferta a la demanda?
El Consejo General de Odontólogos reclama una implicación mayor del Gobierno para lograr un cambio normativo para que la mayoría del patrimonio social de estos negocios correspondan a profesionales para ligar la prestación del servicio a la buena ética y la actividad de profesionales y evitar el control de clínicas por parte de empresarios ajenos al sector que en la mayoría de las ocasiones lo que persiguen es sacar el mayor beneficio en el menor tiempo posible. Insisto, tiene que primar la sanidad por encima de la cuenta de resultados. Los profesionales de la salud estamos ligados a un código deontológico que, aunque en todos sitios se cuecen habas, que nos prohíben hacer este tipo de prácticas y con él muchos de estos casos se controlarían.
¿En cuanto a los tratamientos, han cambiado en las últimos años?
Sí, han cambiado, pero sobre todo por el requerimiento de los clientes. Los implantes dentales comenzaron a utilizarse hace 50 años y parece que es una casa muy moderna. Ahora la demanda es totalmente distinta ya que hace años se fundamentaba en el dolor y ahora en la función y en la estética. En España el nivel de odontología es bastante alto y las demandas estéticas de la población es muy alta por lo que cada vez se ve más la especialización en esta rama. Es decir, antes se trataba para evitar el dolor y ahora las personas conciben cada vez menos estar sin piezas dentales, y mucho menos en partes estéticas.
¿Es caro ir al dentista?
Desgraciadamente la sanidad es costosa. Otra de las cosas que nos falta por aprender en España es la cultura sanitaria y la prevención. A los dentistas nos encanta hacer revisiones preventivas para mantener la salud perfecta a un coste bastante baja. Pero por desgracia nos seguimos encontrando con gente que se abandona hasta situaciones que obliga a grandes intervenciones y tratamientos costosos. Ahora existe una nueva línea que se denomina odontología de baja intervención, que se basa en la prevención y el uso de tratamientos sencillos para restaurar la salud de forma sencilla.