Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Con la música de otra parte

14/02/2025

De mi abuelo Marcelino viene el título de este hueco en el periódico que, con mayor o menor acierto, vengo llenando todos los viernes. Puntual, oiga, no se me puede poner una sola falta. Pero es hoy Reyes, mi otro abuelo, el encargado de ayudarme a plantear la premisa. Reyes tocó la trompa en la banda de Cuenca, notas de las que quedan un puñado de fotos y la poca música que sé ejecutar, la que él me ayudó a entender para darle con torpeza a la flauta Honner y escalar de suspenso en suspenso hasta el raspadísimo aprobado final que conseguí de casualidad en Secundaria. Una banda que lleva, o llevaba, más de tres décadas a cargo de músicos de corazón que vinieron a organizarse en una asociación que tomó su nombre de nuestra patrona y alcaldesa de honor, y luciendo Virgen de la Luz en el membrete llenaron de notas y acordes, por pura vocación, fiestas, kioskos y pasacalles. Hasta aquí, y es que ya está todo listo para que una empresa de Alcoy empiece a gestionar lo que será la nueva banda de Cuenca.

La relación de las administraciones de esta ciudad con su música y sus músicos es impredecible. Lo mismo desaprovechan el potencial de uno de los mejores festivales de España, que le pregunten a Estival; que suben el nivel de su Semana de Música Religiosa en la misma semana en la que arrebatan la dirección de la banda a sus propios músicos para ofrecerla al mejor postor, que cobrará un 25% más en los próximos cuatro años que lo que se llevaron los oriundos tras el último reparto. Hoy me permito salpimentar esta esquina de opinión con una pizca de intuición ante la sospecha de que algo ha pasado entre Ayuntamiento y asociación. Algo no ha funcionado del todo bien entre el que adjudica y la gestora de la ya casi extinta agrupación musical patria, con una dirección recién dimitida y ante un camino que empieza a explorar su fundido a negro.

En el noble arte de licitar, el mango de la sartén lo tiene el licitador, dejando al licitante en desventaja. Con esmero, ingenio y un poco de mala intención, ser quien redacta las normas del juego te convierte en un sastre perverso capaz incluso de quitar y poner batutas a tu antojo. La que durante treinta años ha sido la segunda de las partes contratantes ha decidido ahora no presentar batalla en el concurso, quizá confiando en que quedara desierto. Ya en el tiempo de descuento, aseguran en voz baja que las nuevas normas bajaban el caché de los músicos y privaban a la banda de director y de local, condiciones inasumibles que hacían aún más precaria la situación. 

En Cuenca hay muchas músicas. La de Mangana a cada hora en punto, la de las hojas de los chopos cuando sopla brisa, la del Júcar cuando murmulla en el salto de San Antón. Cuenca, ciudad retorcida en forma de clave de sol entre el pentagrama de unas hoces que nunca se cruzan aunque se busquen. Cuenca, capaz de honrar a Perales renombrando a su auditorio. La misma Cuenca capaz de apagar la voz de su propia banda.