George Marshall fue el secretario de Estado norteamericano que ideó la transferencia de dinero de Estados Unidos a Europa para la reconstrucción del continente después de la Segunda Guerra Mundial. Durante la contienda se había destacado por ser uno de los grandes generales que derrotaron a los nazis liberando al pueblo europeo del yugo de un sistema supremacista, dictatorial y criminal.
Pedro Sánchez sabemos todos quién es y lo que ha hecho. Éstos días está explicando en nuestro país la importancia del acuerdo alcanzado por la Unión Europea para la reconstrucción, provocado por la pandemia del coronavirus. Y está empleando a menudo en sus intervenciones la comparativa con el European Recovery Program de EEUU que llevó el sobrenombre de Plan Marshall y otorgó a las naciones más devastadas un programa financiero de ayudas directas por valor de casi quince mil millones de dólares de 1948, cuando comenzaron las entregas de dinero sin obligatoriedad de devolución. Cualquiera que haya estudiado un mínimo de historia se da cuenta de que entre lo acordado ahora en la UE y aquello no hay ni rastro de coincidencia, pero no olvidemos que quien hace la comparación apeló también al principio del confinamiento a unos nuevos Pactos de la Moncloa para luego alumbrar el adefesio que ha salido del parlamento gracias a sus políticas excluyentes.
El Plan Marshall de Sánchez recibe los aplausos triunfalistas de sus ministros y diputados retransmitidos generosamente por la obediente televisión estatal, cuando en su origen hay una enfermedad sin freno que ha causado en España casi cincuenta mil fallecimientos y provocado que millones de personas no puedan trabajar desde el mes de marzo. Digno de aplauso, sin duda. El Plan Marshall de Sánchez provocará recortes, como le han dicho al gobierno desde la tribuna todos los socios parlamentarios de la investidura, y es un rescate en toda regla de la economía española a cambio de una serie de cambios que van a dar necesariamente la cara en otoño si es que el presidente quiere ver el dinero que Europa se ha comprometido a entregarnos. El Plan Marshall de andar por casa nos obliga a devolver la mitad de los fondos entregados, cosa que no ocurrió en la posguerra, y va a emplear parecidas estrategias de recuperación a aquellas que permitieron a los países comunitarios del sur salir de la crisis financiera de hace una década, por mucho que se pregone lo contrario.
El posmoderno Plan Marshall, en suma, lleva un nombre equivocado. Por los éxitos de sus políticas, por lo acertado de su visión de la economía europea desde hace veinte años, por su credibilidad y capacidad para convencer a los países más reticentes al acuerdo, debería bautizarse hoy mismo como Plan Merkel.