En plena adolescencia, una etapa en la que los jóvenes buscan identidad, libertad de expresión y sentido de pertenencia, el arte puede convertirse en un canal privilegiado para canalizar emociones, construir valores y reforzar vínculos con el entorno. Así lo ha demostrado el taller de grafiti, desarrollado en el Centro Joven, en una iniciativa promovida desde el Ayuntamiento, a través del Centro de Día de Atención a la Familia y la Adolescencia, y con la colaboración de la Asociación Horuelo, que está desarrollando un programa de intervención socioeducativa en el municipio con el apoyo de la Diputación provincial.
El taller, gratuito y dirigido a jóvenes de entre 13 y 18 años, ha constado de tres sesiones de dos horas cada una y ha sido impartido por el artista local Javier Córdoba.
Córdoba, conocido por sus murales urbanos en la comarca, ha compartido con los participantes no solo técnicas y herramientas, sino también una visión transformadora del arte urbano. «Más que grafiti, ha sido una introducción al muralismo, al desarrollo de un proyecto artístico desde cero», explica. Durante la primera sesión, ofreció una charla ilustrada con ejemplos de su trabajo y explicó cómo plantea sus encargos, desde la idea inicial, pasando por los bocetos, hasta la ejecución final.
«Les enseñé cómo se puede usar el arte para embellecer espacios públicos y dejar una huella positiva, y también cómo canalizar sus inquietudes creativas dentro de marcos legales y comunitarios», añade.
El proceso fue colaborativo desde el principio. Los jóvenes hicieron una lluvia de ideas para decidir qué mensaje querían transmitir y cada uno realizó su propio boceto. A partir de ahí, Javier diseñó una propuesta global integrando sus aportaciones, que luego fue trasladada al muro.
«Yo me encargué de trazar las líneas generales para agilizar el trabajo, ya que teníamos muy poco tiempo, pero ellos se encargaron de rellenar, dar color y sumar su toque personal, en lo que, para muchos era su primera experiencia, y el resultado ha sido bastante decente, teniendo en cuenta que realmente solo hemos tenido unas cuatro horas efectivas de pintura», reconoce el artista.
Además de lo puramente artístico, el taller ha sido una experiencia educativa y social. Córdoba destaca la importancia de ofrecer espacios seguros y guiados donde los jóvenes puedan expresarse. «Si les das ese lugar, creas sinergias, ya que dejan de ver el grafiti como una forma de vandalismo y lo empiezan a considerar arte», explicó. «Muchos adolescentes necesitan romper las normas, pero podemos canalizar esa energía creativa en espacios adecuados, y por eso, hay que dejarles su sitio, su pared, su identidad».
Esta actividad forma parte de un programa más amplio de ocio saludable para adolescentes en Tarancón, que durante estos meses incluye talleres de cocina, circo, bingo, fútbol, juegos musicales, voleibol y baloncesto, dentro de una apuesta municipal clara por ofrecer alternativas culturales y educativas a los más jóvenes.