Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Al final de la escapada

21/07/2023

La pandemia ha impedido debates inteligentes sobre los límites de gobierno y las razonables expectativas que el ciudadano debe de tener sobre el Estado. En muchos aspectos, ese parón se dio con la crisis de 2008 y el rescate bancario; demasiada gente pensó que había una doble vara de medir. Tampoco es que hubiese muchas alternativas saludables. Habría sido una magnífica oportunidad para reflexionar sobre por qué consideramos que la vivienda es un adecuado instrumento de ahorro y pensar cómo eliminar la financiación municipal apoyada en el sector inmobiliario.

Los países prósperos envejecen. Esta inocente frase engloba unas consecuencias que los gobiernos se obstinan en eludir y pretenden que los ciudadanos ignoren. El sistema de pensiones se apoya en un ratio de trabajador/pensionista que no se va a dar en el futuro; por tanto, es estructuralmente deficitario. Podremos especular en qué ejercicio será angustioso, pero es un escenario cierto.

La posibilidad de reponer a los funcionarios, servidores públicos, se verá progresivamente dificultada porque las nuevas generaciones son menos populosas. No es un problema económico sino de individuos. Esto va a tener un impacto real en la sanidad, el ejército, los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, la enseñanza, etc. No serán menos porque queramos, serán menos porque poblacionalmente seremos menos.

La presencia humana en los territorios prósperos va a reducirse y no me siento capaz de elucubrar su impacto en la flora y fauna del entorno, pero se intuye que la Naturaleza va a recuperar todo su brío. Por tanto, es fácil asumir que la contaminación no será el problema, pero los peligros asociados al medio ambiente por ausencia del hombre van a incrementarse.

Lo escrito en este último párrafo es una tendencia previsible pero no garantizada. Es fácil caer en el fatalismo o acudir al dato con la fe de un soviético en el plan quinquenal, pero hay que saber discernir entre el problema cierto y la hipótesis inquietante. En el primer caso, hay que actuar porque cada retraso agrava el problema, mientras que en el segundo tenemos que meditar si los remedios que ponemos son proporcionales al mal hipotético que queremos erradicar.

Las sociedades modernas piensan que el dinero es una servidumbre innecesaria y cuestionan el valor de las cosas. Es una actitud infantil, porque los que disfrutan de dichos bienes obvian que otro está pagando por ello. Todas las decisiones tienen consecuencias.