Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Talento, éxodo y cuerdas

04/07/2025

Será que me hago viejo, que me voy dejando en el camino el ardor guerrero de joven periodista que en su pequeña columna presabatina del periódico del pueblo afilaba la pluma para pasar facturas al político de turno por alguna mala gestión; o será, por contra, que últimamente la inspiración para este rincón me viene impuesta por historias de paisanos superlativos que multiplican por mucho el orgullo de ser conquense y a los que he conocido casi por casualidad. A la musa de esta semana la patrocinan Ana Santisteban y su guitarra. Conquense de corazón, de raíces sevillanas y que de las tardes de verano que de pequeña compartía con su tía en Cádiz le vienen sus primeros suspiros a diecinueve trastes. Es allí donde empezaron a instalarse en su corazón los primeros acordes. Y cuando al resto de niños de los noventa que se asomaban a los dosmil les llegaba la bici, la Play Station y el combo de calculadora y compás por la Primera Comunión, Ana recibía su primera guitarra para consolidar una simbiosis a la que solo le quedaría seguir creciendo, condenando así a la flauta de pico al olvido, primer instrumento que le mereció algún coqueteo.

Lo hizo entonces compaginando lo académico de carril con su formación artística. Y como ningún camino está libre de tropiezos, cuando los dedos de Ana se enfrentaron a las espesas sombras de las dudas que siembra el futuro, emergió la figura del profesor José Mota, centinela de la magia de unas manos que, por suerte, aún hoy rasgan sin que nadie les chiste. Cuando la oferta formativa de Cuenca ya no estaba a su altura, Ana pasó por Murcia primero y por Bruselas después, a donde regresó para quedarse tras un último título de master en Maastricht. En el punto exacto en el que se encuentra su carrera, compagina la noble docencia con una apuesta personal por abrir el mundo de la guitarra clásica y servir de puerta de entrada para que el público joven se deje llevar y se venga a perder en el universo de las seis cuerdas. 

Para ello, la estrategia vigente pasa por una puesta en escena en la que su arte se alía con la fuerza del relato y el poder de una experiencia sensorial olfativa, mezclando narrativa, música y olores en un baile de elementos que se elevan a su máximo exponente por el simple hecho de enfrentarse todos ellos encima de un escenario. «Hay que darle rienda suelta a la imaginación y pensar que todo se puede crear», dice enganchada a una sonrisa que es imborrable cuando habla de música y que se ensancha cuando desvela que ya está pensando en dar cabida en sus pases a artistas de la pintura que presten sus pinceles a la causa más digna de todas, la del arte por el arte.

Y si les cuento aquí esta historia es para explicarles la satisfacción de periodista de encontrar estos ejemplos para seguir pensando que este oficio artesano es la profesión más bonita del mundo, y no siempre el mejor de los trabajos. Imagínese a este cronista viajando a Bruselas a principios de esta semana para dar cobertura a la sesión plenaria del Comité de las Regiones y poner voz a sesudas y eternas discusiones continentales sobre agua, el futuro de la PAC o la situación del sector vinícola a nivel europeo. Y entre debate, bostezo, bostezo y debate... la guitarra de Ana. Como para no contarlo.