La decisión más difícil

Manu Reina
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Los presidentes ejecutivos de las procesiones, con protocolos en mano, asumen bajo «responsabilidad» el dictamen de salir o cancelar

La decisión más difícil - Foto: Sergi Perich

¡Se suspende la procesión! Con rabia, dolor y mucha pena, es una de las decisiones más «complicadas» que se transmite a la comunidad nazarena. Por desgracia, en la Semana Santa de la capital ha sido la tónica dominante debido a las incesantes precipitaciones, que apenas han dado tregua. Es cierto que el dictamen final viene precedido de un consenso de varios representantes, entre ellos el presidente de la Junta de Cofradías de la Semana Santa, Jorge Sánchez Albendea, pero si hay alguien que asume esa «responsabilidad», con todo lo que conlleva, es el presidente ejecutivo de cada procesión, que es quien tiene la «última palabra» para anunciar que se sale o directamente se cancela. 

Es un cargo «difícil» porque ninguno «está preparado para tomar estas decisiones que afectan a tantas personas». No obstante, cuando la meteorología es adversa, respetando en todo momento los protocolos establecidos y después de celebrarse una serie de reuniones, «no queda otra» que asumir el fallo con «resignación» y confiar en que el próximo año un sol radiante se adueñe del cielo. 

El presidente ejecutivo de la procesión del Perdón, Mariano López, explica que se trata de un cargo «complicado» e incide en que «siempre hay que seguir el protocolo». En esta caso, según las bases del Martes Santo, sí se podía procesionar al menos hasta la Plaza Mayor y cancelar en ese mismo lugar si la lluvia hacia acto de presencia, ya que en el comienzo no lo hizo. Mariano detalla que «teníamos tiempo de sobra para subir hasta allí y guarecernos en la Catedral o incluso continuar si fuera posible». Y así hicieron. Pero, como era de prever, la lluvia irrumpió entre el cielo, cuando el San Juan Bautista, el Medinaceli y la Magdalena estaban entrando en la Catedral, mientras que la Esperanza tuvo que refugiarse un tiempo en los arcos del Ayuntamiento hasta que «hubo un claro» para aprovechar y llegar al templo. Por el contrario, el Bautismo no procesionó. Mariano subraya que «no nos mojamos» y transmite que hay «un conflicto de intereses que hay que sopesar con cuidado entre la obligación moral de salir y la obligación de proteger el patrimonio». Tras un día complicado, que aún recuerda muy bien, espera que el próximo año «guardemos el protocolo en un cajón». 

No corrieron la misma suerte los presidentes ejecutivos de las procesiones Paz y Caridad, Manuel Galdrán, Camino del Calvario, Juan Pedro Jiménez o del Encuentro, Juan Alberto Caballero. Los tres, al igual que el resto, con móviles y protocolo en mano, así como a través de constantes llamadas telefónicas a la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), confirmaron la suspensión de sus salidas. Manuel reconoce que lloró «mucho»en el momento que tuvo que transmitirlo y tras mantener varias reuniones durante el Jueves Santo. Es una decisión «difícil», pese incluso a que estén de acuerdo por unanimidad todos los representantes. Nunca será fácil transmitir el mensaje de cancelación a «más de 7.000 hermanos». Mucho menos hacerlo a las 11 de la mañana y con antelación, «algo que había gente que no entendió», pero prevalece «evitar que todas las personas acudan a las cuatro de la tarde y juntarnos todos para que luego no salgamos porque las previsiones de lluvia eran muy elevadas». 

Juan Pedro Jiménez siguió los mismos pasos, con varias reuniones durante el día. La decisión llegó a las 21 horas del Jueves Santo y con más de seis horas de antelación, pero «las condiciones eran horribles y no solo por la amenaza de lluvia, sino también porque hacía mucho viento». El presidente ejecutivo de la procesión Camino del Calvario explica que la decisión fue «acordada por unanimidad y atendiendo a distintos criterios». Las llamadas se repetían a la Aemet, pero la lluvia no dio respiro. Eso hizo que el Jueves Santo se convirtiera en una pesadilla para Juan Pedro, que subraya que «no le deseo a nadie el día que pasé».
Por su parte, Juan Alberto Caballero no esperó demasiado para anunciar lo que era un secreto a voces. Tan solo había que asomarse por la ventana para comprobar que «no paraba de llover» durante el Domingo de Resurrección. A primera hora de la mañana, concretamente a las 8,30 horas, «tomamos la decisión y así la comunicamos de forma excepcional al hacerlo con tanta antelación». 

Viernes Santo. Quien vivió un dictamen más llevadero fue el presidente ejecutivo de la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo porque «las probabilidades de lluvia por parte de la Aemet eran muy bajas». En concreto, «como mucho un poco al principio, pero ya después nada». Aún así, teniendo buenas expectativas a las 19 horas, decidieron corroborar una hora y media después que todo seguía como estaba previsto. A las 20,30 horas volvieron a llamar. Es ahí donde se comunicaba que sí que se salía. Tanto que la procesión fue «espectacular» con «muchísimos nazarenos» e incluso todos los guiones y estandartes de las hermandades acudieron. La procesión resultó «muy lucida», aunque Arturo incide en que, independientemente de la decisión que se tome, «no todo el mundo queda contento al final porque siempre tendrás críticas». Y es que «si sales porque sales y si no sales porque no sales», sentencia.