Ramón Fontseré: «Los humanos se empeñan en humanizar a los animales»

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Ramón Fontseré, escritor, actor y director, lleva dedicando toda una vida a la interpretación, un trabajo que de forma continuada ejerce en una compañía con nombres y apellidos Els Joglars. Alternando sus trabajos en televisión y cine, el actor cata

Ramón Fontseré: «Los humanos se empeñan en humanizar a los animales» - Foto: AUDITORIO

Aunque lleve formando parte de la compañía Els Joglars desde el 1983, Ramón Fontserè (Barcelona, 1956) se pone por primera vez a los mandos de su dirección con El Coloquio de los Perros, una adaptación de la una novela ejemplar de Miguel de Cervantes. El director y actor catalán se convierte en un perro ovejero que, durante una sola noche, analiza junto con su compañero de aventuras las irrealidades del ser humano. 
La representación es una adaptación de una obra de Cervantes. ¿Cómo ha sido el ‘viaje en el tiempo’ de un texto clásico hasta la  actualidad?
Es una novela ejemplar adaptada al teatro. Hay que decir que en su tiempo fue muy moderna ya que daba habla a dos perros, en su época debió de ser algo muy importante y rompedor. Nosotros hemos adaptado esta novela ejemplar para el teatro porque nos gusta mucho Cervantes por su gran sentido del humor. Nos parece que tiene una óptica cervantina que a nosotros nos gusta mucho porque describe la realidad auténtica. En esta obra los perros hablan de su periplo vital describiendo a sus dueños. 
Cervantes aprovechó El coloquio de los perros como ejemplo de la realidad real...
 En esa época las novelas pastoriles gozaban de una fama enorme y describían a los pastores como personajes que tocaban el laúd, escribían cartas de amor a sus enamoradas... Nada más lejos de la realidad, en El Coloquio de los Perros los dueños son los lobos, los que matan las ovejas para luego culpar a los perros. Este texto es una enseñanza, los perros siempre buscan sobrevivir sobre la perversidad del poder, la aceptación del destino... Cervantes llama a este manojo de novelas, novelas ejemplares porque siempre sacamos, los lectores, algún provecho de ellas. 
Los protagonistas ven a los humanos como seres miserables... ¿Cree que los animales ven así la sociedad?
Yo creo que los animales se han mantenido en la naturaleza, en cambio los humanos se empeñan en quererlos humanizar, y les tratamos como si fueran personas. Yo lo hago con mi mascota, tengo una gata a la que hablo. Pero eso es así, el hombre no se acaba de mezclar con la naturaleza, cuando tenemos contacto con el frío nos vestimos y abrigamos, el animal desarrolla más pelo. Los animales están integrados en el medio y se quieren mantener. La ridiculez es cuando los humanos con nuestra prepotencia queremos sacarlos de su ambiente. De un tiempo a esta parte, tener mascotas se ha convertido en un escaparate. En el mundo rural, el perro era funcional, ahora parece que es una exhibición pero en lugar de coches son canes, a ver que raza más extraña puedo tener para salir a pasear. Los animales reivindican ser animales y nosotros nos empeñamos en tratarles como personas. 
Es la primera vez que está frente a la dirección de Joglars y además, se sube sobre las tablas. ¿Ha adaptado el papel pensando en que usted lo iba a representar? ¿Fue un problema?
No. A mí me gusta jugar a cualquier tipo de personajes. La experiencia ha sido muy buena, yo tengo una ayudante de dirección que es Martina Cabanas y Albert Boadella que cuando surgía el conflicto de dirigir e interpretar a la vez se quedaba Martina dirigiendo y se solucionaba. Nos entendemos muy bien. Además, todos los componentes de Joglars hemos hecho un montón de obras juntos por lo que no ha habido ningún problema en que yo dirija y actúe. Todos somos iniciados y sabemos donde nos movemos. Ha sido muy divertido y eso, al final, es lo importante disfrutar haciendo lo que más nos gusta: hacer teatro. 
 
 
Lo de Excalibur fue una precipitación
Aunque tenga un gato al que reconoce que le hace mimos, como todos, Ramón Fontseré no entiende el exceso de trato con el que en algunas ocasiones se trata a las mascotas. «Unos amigos te dicen que no pueden venir a una cena porque se les ha muerto el perro. Es cierto que es algo triste pero se saca de contexto completamente y se lleva al extremo», comenta el actor.  En su historia, los dos perros ovejeros Cipión y Berganza saben hablar durante una sola noche, pero también son conscientes que ellos, en verdad, quieren ser únicamente perros. 
El reciente caso de la ejecución de Excalibur, con la infección de ébola de la enfermera Teresa Romero, ¿es un ejemplo de ese exceso de humanización de las mascotas?
Lo de Excalibur fue una precipitación, algo que vino de sopetón sin protocolo. Creíamos que el ébola era algo de los negritos de África y nosotros éramos los reyes del mambo. Si hubiera una hormiga la habrían sacrificado. Pero sí, en esto de las mascotas, de los animales, no sobrepasamos. Cervantes haría un coloquio de los perros actual y pondría un poco esta desmesura. Nosotros en el coloquio intentamos reivindicar esa naturaleza de que los perros quieren ser simple, y llanamente, animales. 
Las críticas que hace Cervantes son, en varias ocasiones, de lo más actuales. ¿Cree que el ser humano se tropieza siempre sobre las mismas piedras y no las quita del camino?
Los clásicos son contemporáneos. Todos estos artistas que han conseguido superar la dictadura de la desaparición física son unos verdaderos genios. Significa que lo que ellos eran capaces de observar era una realidad, y que la condición humana es la misma que ahora pero en otro siglo. Los contemporáneos de Cervantes no tenían Internet ni Whatsapp, por suerte (bromea), pero la condición humana era la misma. El comportamiento ante estas situaciones es totalmente parecido.