En un emotivo y reivindicativo pregón, la bibliotecaria Blanca Garrido abrió oficialmente la celebración del Día Internacional del Libro, con un discurso tan cercano como profundo que tuvo lugar en el Centro de Mayores, impulsado por el club de lectura del propio centro. Charo Doménech, responsable del club y también presentadora del acto, dio la bienvenida a Garrido, destacando su amplia trayectoria como técnica auxiliar de bibliotecas en la Biblioteca Municipal Luis Rius y su formación como licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. Pero, más allá de los títulos, fue la voz emocionada y lúcida de Garrido la que atrapó a los asistentes, conduciéndolos con honestidad por el mundo que habitan los libros, las bibliotecas… y las bibliotecarias.
«Yo no era la primera opción», comenzó Blanca, con esa mezcla de cercanía y humildad que tiñó todo su discurso. Recordó con cariño a su compañera Soledad Fernández, quien debía haber sido la pregonera de este año, pero que, convaleciente, no pudo asumir el encargo. Tampoco Pedro López, integrante del club, pudo asumir el reto por motivos de salud. «Y la ruleta giró y me tocó a mí», indicó Garrido. «Y es que las bibliotecarias, casi todas, valemos para un roto y para un descosido». Así, sin apenas tiempo para prepararlo, recurrió a un decálogo del documentalista Julián Marquina como estructura para un pregón que reivindicó con fuerza el papel de las bibliotecas como espacios vivos, inclusivos y necesarios. «Son mucho más que lugares de estudio llenos de libros, también son centros de aprendizaje, cultura, entretenimiento y comunidad, aunque, lamentablemente, no todo el mundo lo sabe».
Garrido defendió la labor silenciosa pero poderosa de las bibliotecas como «fuentes inagotables de conocimiento, de creatividad, de cohesión social». Citó ejemplos concretos y habló de cómo «los libros tienen polvo, pero no mucho, porque nuestra colección está viva, porque la gente viene y los usa». En su recorrido emocional, leyó también el manifiesto del Día del Libro de este año en Castilla-La Mancha, escrito por Pablo Albo, estructurado como un diálogo entre el autor y su madre. Un texto lleno de humor, metáforas brillantes y reflexiones sencillas pero potentes.
A pesar de que la Semana del Libro comenzó con la cancelación de la primera actividad, una sesión de narración oral a cargo de José Luis Gutiérrez, suspendida por enfermedad, el programa continúa. Esta misma tarde, a las cuatro y media, se celebrará la entrega de premios del Concurso de Marcapáginas, en el que han participado más de 750 escolares. Mañana, la Casa de la Cultura acogerá a las seis la tercera sesión del recital poético-musical Leer y cantar el romancero de Luis Rius, de Antonio Rey, y los clubes de lectura. Y el viernes llegará la poesía de Jesús Vielsa con su libro Terminal, a las seis y media, seguido el día 29 por la presentación del poemario Todo empieza por un hueco de Óscar Cavadas. Porque como bien dijo Garrido al cierre del pregón, «en las bibliotecas no tenemos ni pasado ni futuro, lo que tenemos es vida. Mucha vida»