Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


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29/06/2023

Cien es un número redondo, sinónimo de la excelencia. Cuando queremos hablar de las bondades de tal o cual producto, decimos que éste es cien por cien fiable. Si queremos mostrar nuestra implicación en una relación, le decimos a nuestra pareja que estamos al cien por cien con ella. En cualquier encuesta, el dato obtenido es mejor cuanto más próximo está a ese deseado cien que marca la frontera con la unanimidad. Esa manía tan humana de cuantificar todo lo que hacemos, convierte al número cien en todo un símbolo de la bueno, de lo magnífico, de lo excelso.

Pero también el cien puede ser el dígito correspondiente a todo un reto. Algo así, más o menos, debe ser lo que sienten nuestros recién elegidos munícipes locales, provinciales y autonómicos.

Prácticamente hace 15 días que nuestros representantes políticos se pusieron manos a la obra para hacer inolvidable esta legislatura, concediéndoles ese beneficio de los cien días para tomar contacto con los retos a los que se enfrentan y poner en marcha la maquinaria de la gestión local, encaminada a concluir proyectos iniciados, a captar inversiones, fijar población… y todas esas cosas que nos han propuesto en la campaña electoral.

Y en ese camino, nuestro Consistorio se encuentra de nuevo con la tachuela de la licitación del proyecto de urbanización del barrio de La Paz que se retoma por cuarta vez. Ciertamente no sé si en la realización de este necesario proyecto, los posibles contratistas no han visto la posibilidad de obtener el necesario beneficio o si las condiciones ofertadas eran demasiado 'leoninas'. Lo que sí es seguro es que el aumento de casi 600.000 euros desde la primera licitación a la cuarta debería ser suficiente para que en el menor tiempo posible los vecinos de este popular barrio vieran satisfechas sus demandas. Claro que igualmente me ilusioné hace unos meses con el archifamoso muro de la calle Ramiro de Maeztu y sigue exactamente igual.

Lo que parece que no sigue igual es la obra del colector de la calle Astrana Marín. Vemos ya próxima la conclusión de esta obra. Quizá el próximo otoño esté ya terminada. Con la posibilidad de esta fecha, se debería aprovechar este periodo de los cien días para caminar con firmeza en aras a una regeneración del centro de la ciudad que sigue sucio, graffiteado y despoblado convirtiéndolo en un escenario más cercano a un exterior de película urbana, de serie 'B', que a lo que debe ser el punto de encuentro de todos. 

Pero, sin lugar a dudas, yo usaría estos cien días para solventar las pequeñas cosas que se pueden arreglar de una manera inmediata. Y así, ahora que entre el verano y la capitalidad gastronómica (otro día comentaré la imagen de la Catedral saliendo de un bol de comida), vamos a ser visitados por cientos y cientos de turistas, dotaría al icónico ganchero de la ribera del Júcar de su perdido gancho. Sería sencillo aunque no estoy seguro de que se haga, al menos no al cien por cien.