Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Sánchez sucumbe a su propia sanchidad

14/07/2023

El todavía presidente del gobierno se destripó a sí mismo en el debate cara a cara con Feijóo. Fue de sobrado, prepotente y ahíto de fatuidad y acabó descompuesto y derrotado.
Esta vez no era el Senado donde abusaba de tiempo sin límites y el sectarismo del presidente de esa Cámara. Esta vez tuvo que lidiar en cierta igualdad con alguien que ni se arrugó ni cayó en la provocación, sino que le fue toreando como a un morlaco, poniéndole banderillas de fuego y hasta algún rejón mortal. Las expectativas, bastante artificiales, de remontada acabaron en un fiasco total.
Feijóo al que habían colocado el cartel de insolvente, medroso y acobardado lo sacó de quicio y acabó hasta riéndose de él. «Me lo he pasado muy bien» comentó al final.
Sánchez había trazado un plan de campaña personal, todo en Sánchez tiene que ver con su persona y su interés, que pasaba por olvidarse de andar por la calle y exponerse al 'Que te vote Txapote' (¿no se dan cuentan que cuanto más se duelen del salivazo lo popularizan y engordan más?) y peregrinar luciendo palmito, marcando paquete y avasallando por los platós para luego descabellar a Feijóo en el mano a mano a su rival.
Ufano de lo que consideraba todo un éxito, ni siquiera advirtió las señales de alarma tras su presunto éxito en El Hormiguero, donde al día siguiente de ir él y acoquinar al presentador platós, Feijóo le enmendó con una actitud diametralmente opuesta a la suya y le revolcó. Pedro estaba en la nube y las loas de sus ángeles palmeros aún le envanecían más. Fue de sobrado al debate, agitado por el mismo como trascendental madre de todas las batallas, y terminó socarrado.
El repaso fue tal que hasta los medios afines y los voceros mediáticos más entregados han tenido que asumir el batacazo. La definitiva demostración fue el intento de pucherazo en las encuestas on line donde perdía por goleada y que, utilizando trampas tecnológicas, terminales que vomitaban votos a miles, denunciados por El Español y El Confidencial, pretendieron adulterar. Perdedores, manipuladores y pillados en trampa, además. Una sanchidad más exhibida en todo su esplendor.
Después, durante estos días, los sondeos profesionales han aflorado lo que pudo ver todo el país, un batacazo sin precedentes históricos en estos debates y que puede tener mayores y peores consecuencia que otros tropezones similares por haber fiado en el toda su estrategia y haberle otorgado el mismo una importancia esencial.
Emergen en su hundimiento, amén del ya relatado de imagen y actitud, que es determinante en la percepción popular, dos secuencias que sintetizan lo sucedido. Una es la anécdota resumen de lo acaecido y el discurrir de la función. Que el mismo se metiera en el Falcón y el otro aprovechara con reflejos la oportunidad. «Pero si quien se pasea en el Falcon es usted». La otra tiene mucho mayor calado político, que se está percibiendo de mucho mayor alcance con posterioridad: La firma en directo, el ofrecimiento de entrega del documento y la propuesta de dejar gobernar al ganador en las urnas. Ese fue el gran golpe político cuyo calado no ha dejado de crecer pues resulta que más de un 70% de los votantes socialistas están de acuerdo con él.
Y es por ahí por donde la sangría no solo no se ha detenido, sino que aumenta cada vez más. Las estimaciones al respecto son unánimes en esto también. A la espera del CIS, claro, pero Tezanos no se dedica ya a eso en realidad, sino a la estafa demoscópica sin más. Y eso ya está también descontado con anterioridad.
El remate, el postdebate, nos ha traído como postre, no podía ser menos, la posverdad y está en sintonía con el personaje no podía ser otra que la que está siendo. Echar la culpa a los demás. Al rival, acusándolo de ser eso en lo que él es tenido por el maestro mayor. Pero, y esto sí que tiene su aquel, acusar a toda su corte de asesores, consejeros y palanganeros que haberlo obligado a equivocarse y quedar tan mal por no dejarlo mostrarse como es.
Y esto sí que ya es, amén de obsceno, estúpido. Lo que ha perdido a Sánchez ha sido precisamente eso: que el pueblo, las gentes, el personal, le ha visto tal y como es, en su misma sanchidad y han comprobado que es no solo es como temían. Que es peor.