La 'infanta de Cuenca' descansa en Múnich

Óscar Martínez Pérez
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La 'infanta de Cuenca' descansa en Múnich

En un reciente viaje por tierras bávaras, escapando del calor castellano, pero a la vez con el conocimiento de la vida y de la impronta que la Infanta Paz dejó en la ciudad alemana de Múnich y de su palacio de Nymphenburg, hemos conocido el lugar exacto donde reposan los miembros de familia real bávara, en la cripta de la iglesia de los jesuitas de San Miguel de la capital muniquesa. Entre ellos, y sin ninguna ostentación, se sitúa el ataúd metálico donde descansa Paz de Borbón, la infanta española a la que con generosidad y admiración, el periodista y escritor conquense Florencio Martínez Ruiz, rebautizó con el nombre de la 'infanta de Cuenca' en su discurso de reingreso en la RACAL.

De la vida y vinculación de Paz de Borbón lo sabemos casi todo, gracias al discurso de Martínez Ruiz y sus artículos en la prensa conquense, y a la escritora Mariví Cavero Sierra en su ya muchas veces mencionado libro sobre la infanta borbónica Paz de Borbón, Infanta de Villa Paz, Impresiones y emociones de una vida en el compás de Cuenca (editado por la Diputación Provincial en 2007) y su vínculo con las tierras del Luján en Saelices. Tuvo la infanta una plaza con su nombre en nuestra ciudad, y en la actualidad una calle en el nuevo barrio del Cerro de la Horca, y ciertamente fue una de las más insignes embajadoras que ha tenido Cuenca y sus tierras en Europa…

No sé por qué siempre he pensado que la 'infanta de Cuenca' descansaba en el impresionante palacio que la familia real bávara poseía en las afueras de la ciudad de Múnich. Lo cierto es que Paz de Borbón, que falleció en la capital del sur de Alemania en 1946, reposa en la cripta que está debajo de la remodelada iglesia de los jesuitas alemanes de San Miguel, y desde su construcción hasta 1918, iglesia de la corte bávara, situada en la calle principal y más comercial de la ciudad. La vinculación de la princesa conquense y bávara con la capital muniquesa viene lógicamente de su matrimonio con el príncipe Luis Fernando de Baviera, a la que recibieron, según las crónicas de la época, con todo el respeto y honor que una infanta española, hija de la reina Isabel II y hermana del rey Alfonso XII.

El colegio jesuita y su iglesia de San Miguel se comenzaron a construir en 1583. La historia del templo ha corrido paralela a la historia de Baviera y Alemania y la relación de la 'infanta de Cuenca' con Múnich y Alemania, también. Treinta y seis años vivió la infanta Paz en el palacio de Nymphemburg –escenario de numerosas películas– haciendo numerosos viajes en esos años entre la corte bávara y su corte conquense en el Luján.

En 1918, con la caída de la monarquía bávara, la infanta Paz abandona su palacio muniqués huyendo de la revolución alemana. Ese mismo año, lógicamente, la iglesia de San Miguel pierde el estatuto de iglesia de la corte, pasando años después a los jesuitas la custodia del templo.

En la década de los años veinte, sus visitas se multiplicaron a sus posesiones en el Luján huyendo, en cierta manera, de la terrible guerra Europea. La infanta encontrará en las tierras conquenses una expansión de su alma y una estancia tranquila que le permitirán escribir e idear proyectos culturales y docentes para Cuenca y Múnich. Desde Villa Paz visitó también en numerosas ocasiones nuestra ciudad para presidir las fiestas del Árbol o acompañar a Alfonso XIII y a su hermana la Chata. Puso la primera piedra del monumento a los soldados conquenses caídos en África además de asistir y corresponder a todas las invitaciones que los conquenses y las fuerzas vivas de la ciudad de forma fervorosa le dirigieron. 

Primera Guerra Mundial. En sus memorias publicadas en 1935 cuenta las excentricidades de la realeza bávara que dejó de reinar tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial y es ahí cuando abandona por obligación su palacio teutón. La labor que la española hizo en Baviera ha sido valorada y reconocida por los historiadores alemanes destacando sus artículos en la prensa alemana, su biografía sobre la religiosa Emanuela Teresa, publicada en 1902 en Múnich o Mi peregrinación a Roma, publicada en Friburgo en el año 1903. Años después trabaja en la biografía de Mariana de Neoburgo, que apareció con otro título en 1938. 

Su vocación de historiadora, traductora, memorialista y poetisa fue compartida con importantes inquietudes sociales y educativas, creando escuelas, dotándolas de maestros y de material didáctico. En Saelices promocionó el Bazar del Obrero y en Múnich se entregó de lleno en la fundación del Pedagogium, para maestros españoles, seguramente su máxima obra, que fue muy reconocida a la princesa de Baviera y cuyo lema fue pedagogía alemana con latido español. El innovador proyecto además de formar a los educadores y maestros llevó a Múnich a conflictivos muchacho españoles que Paz acogió como si fuesen su familia. El Pedagogium español se abrió en 1913 con treinta niños de entre siete y ocho años a los que se impartiría la enseñanza en español y alemán.

Bajo el coro del altar se encuentra la cripta de los príncipes, con una bóveda cuadrada sostenida por cuatro columnas de piedra; bajando unas escaleras se abre el lugar donde yacen cuarenta y un miembros de la casa Wittelsbach. Esta cripta, antes de acoger a los miembros de la familia real bávara, fue el lugar donde se enterraban los jesuitas. El féretro de la infanta Paz de Borbón es el más sencillo de todos y en él puede leerse, en la parte inferior del sarcófago la siguiente inscripción en latín: «María de la Paz, infanta de España y princesa de Baviera. 1862-1946. Múnich». Sobre el féretro, una cruz cristiana desnuda y en un lateral, en metal dorado y coronados dos escudos pertenecientes a la casa real española y bávara.