Superlópez cuelga la capa

Javier Villahizán (SPC)
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El popular héroe, que nació en 1973 como parodia de 'Superman' y ha hecho las delicias de varias generaciones, se despide a lo grande con un último tebeo antes de cumplir los 50 años

Superlópez cuelga la capa

Después de casi medio siglo de caricaturas, de humor, de papel, de risas, de tiras cómicas y de magia, Superlópez se despide a lo grande con un último tebeo, Sueños frikis, en donde el doméstico superhéroe se enfrenta a renovadas preocupaciones más acordes con el siglo XXI, como el bullying o el machismo en la Universidad.

El segundo personaje más popular del cómic español, solo por detrás de Mortadelo y Filemón, que va camino de los 65 años, hubiese cumplido medio siglo en 2023, pero su creador Juan López Fernández, más conocido por su firma Jan, (Toral de los Vados, León) ya tenía claro hace un año que el héroe López iba a colgar su capa. En una reciente entrevista, el creador de Superlópez llegó a asegurar con realismo, aunque con cierta tristeza, que el cómic estaba orientado a aquellos lectores con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años y que a pesar de buscarlos con ahínco en esta nueva era no los encontraba. Los jóvenes actuales preferían los móviles y las tablets a los tebeos, decía resignado.

Y eso a pesar de que en el 45 aniversario del personaje, en 2018, Javier Ruiz Caldera lanzó a López al estrellato con una película que fue récord de taquilla. 

Este revés, sin embargo, no ha frenado a Jan, de 82 años, en la creación y publicación de otras historias y protagonistas. Como ya avanzó en 2010, su deseo es trabajar hasta cuando pueda hacerlo. En aquel entonces ya anunció gráficamente que él no se veía en una terraza tomando el sol.

Dicho y hecho, aunque haya pasado más de una década desde aquellas declaraciones, este dibujante que no es muy prolijo en conceder entrevistas acaba de publicar, además de la última entrega de Superlópez, la tercera aventura de Don Talarico (El bosque de las brujas), con Amaníaco Ediciones, y ya trabaja en la cuarta versión de esta serie ambientada en la Reconquista. Además, con la misma editorial ha restaurado varios álbumes de otra de sus grandes series: Pulgarcito. Y con DQómics también ha publicado otros dos álbumes: Cab Halloloco y Súper Rayón.

 

El origen de un mito

La historia de Superlópez, que ya figura en un lugar destacado en la Historia del cómic español, llegó a las viñetas en 1973, cuando a Jan le encargaron una parodia de Superman. Sus primeras aventuras eran historietas de una sola página, independientes entre sí.

Tras esa versión primigenia, a finales de los años 70 el valiente personaje apareció en varias publicaciones de Bruguera en versión extendida con guiones de Conti y Francisco Pérez Navarro. A lo que se sumó el famoso Supergrupo, que incluía parodias de protagonistas de Marvel como Capitán Hispania (simulaba a Capitán América), El Bruto (La Cosa), Latas (Iron Man), el Mago (Dr. Extraño) y La Chica Increíble (Jean Grey). 

No fue hasta la década de los 80 cuando el autor decide retomar el control total del personaje escribiendo sus propias historias. Aunque entre 2013 y 2017 Jan y Pérez Navarro volvieron a rescatar a Supergrupo en cinco álbumes cuyo protagonismo compartía con Superlópez.

Durante todos estos años, Jan ha sabido combinar las aventuras del personaje con las preocupaciones sociales del momento, como la explotación laboral de los inmigrantes, el tráfico de drogas, la burbuja inmobiliaria, el cambio climático o las redes sociales.

Pero, ¿dónde busca Jan la inspiración? Su musa procede de la vida real. Son los periódicos, las noticias y la televisión los medios que le han servido de referente para crear las aventuras de Superlópez. Y sabe que cada personaje y cada historia es fruto de un momento, de un tiempo y de un lugar concreto.

Además, el popular héroe posee un lenguaje propio con palabros como papastro, Parchelona FC o Kloperotaraska, algo muy del gusto de sus fans. Una terminología que ha permanecido durante décadas en sus más de 70 álbumes, algunos memorables como La caja de Pandora, Los alienígenas, Los cabecicubos o Al centro de la Tierra.

Jan contribuye a la historia del cómic con un superhéroe tan español que tras la capa roja y el traje azul se oculta un bonachón oficinista, novio de la quisquillosa Luisa Lanas y eternamente despistado. Eso sí, cuando se transforma da rienda suelta a su superfuerza, sus supersentidos y su visión de rayos X. 

Está aún por ver si el creador de este entrañable héroe no se resiste a homenajearle por todo lo alto el próximo año, cuando cumpla sus bodas de oro.

 

El último vuelo

Sueños frikis es el último volumen del superhéroe, la despedida de uno de los grandes personajes del mundo del cómic español. Tras más de 70 publicaciones de este clásico y entrañable protagonista y casi 50 años de existencia, Jan decide aparcar a este clásico del tebeo y centrarse en otros proyectos.  

Para este trabajo de despedida, el veterano historietista sigue la senda abierta en sus últimos álbumes, en los que sitúa al personaje ante problemas sociales vinculados a la realidad más que a conflictos fantásticos. Así aparecen temas tan actuales como el acoso escolar o el machismo.

La historia de Sueños frikis es una fantasía épica en un mundo de magos, castillos, trolls, dragones y toda una temática propia del mundo de la brujería en la que Superlópez se tropieza con Mayra, una joven universitaria que sufre bullying por parte de un grupo de compañeros con Roland como líder, un muchacho con cierto corte machista.

Mayra ansía enfrentarse a su agresor y para ello echa mano del héroe de la capa roja, que como buen mago le enseña a afrontar los problemas que tiene con el joven y a encararse con él.

Según el autor, «cada historia se inspira en una problemática social concreta aunque no siempre se muestra con claridad, y depende de la actualidad. Se trata de que los lectores piensen un poco», asegura, al igual que ha sucedido en todos sus ejemplares. Incluso ha llegado a exponer viñetas sobre temas políticos, históricos o sanitarios, siempre con un único objetivo: hacer reflexionar. 

 Como él mismo asegura, se dirige a lectores preadolescentes y «me interesa mucho hacer pensar a los muchachos de ese rango de edad, aportarles algo positivo y fomentar su opinión».

Y es crudo cuando asevera que sin lectores Superlópez desaparecerá y que no llorará por ello. «Mis personajes son solo un medio para contar mis historias. Tanto me sirve uno que otro». Fin.