Adrián Navarro, poeta y alma de barro

Óscar Martínez Pérez
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Adrián Navarro, poeta y alma de barro

Todavía retumba en nuestras pupilas artísticas la pasada exposición antológica, con la que los conquenses pudimos deleitarnos en la Casa Zavala, sobre la obra del ceramista Adrián Navarro, que constituyó, sin duda, un punto álgido en la trayectoria del artista oriundo de El Provencio. De nuevo, hemos podido saborear, en esta ocasión de manera más recogida y hasta el 3 de marzo, las 40 piezas de barro y otros objetos que el ceramista conquense expone en el coqueto espacio reservado dentro del Museo de Cuenca, bajo el título Barro Somos. Adrián Navarro: Arte e inspiración en las manos.

Adrián nos presenta, dentro de una muy rigurosa selección, obras que recorren su trayectoria como alfarero y artista a lo largo de su ya larga vida y maestría con el barro, al que dándole vueltas y vueltas en su torno creó y crea a través de la mutación de la materia inanimada, una criatura con vida y personalidad propia, que realiza a través de varias técnicas y motivos que van desde sus inicios hasta el tiempo presente.

Las piezas que nos muestra Adrián Navarro demuestran muy a las claras una vocación insobornable y, por encima de todo, una imaginación fértil, desarrollada siempre dentro de un gran oficio artesanal, que además está acompañado en todas sus obras de un soplo de genialidad que insufla alma al barro y sus formas, colores y dibujos.

La exposición entera es un recorrido evocador y hasta sentimental, que comienza con sus primeras creaciones, en las que todavía los objetos de barro tenían cierta funcionalidad, pero que incorporaban, con rotundidad y maestría innata, una decoración artística esgrafiando el barro después de ser aplicado un engobe de manganeso o hierro y con motivos y dibujos inspirados en la antigüedad clásica e ibérica, que con un buril eran 'grabados' sobre la pieza…

Enseguida Adrián, que nunca ha parado de evolucionar e imaginar nuevas técnicas y nuevas formas expresivas, empieza a estilizar los cuellos de las piezas y a esmaltar sus obras, evolucionando también en las forma de estilizar las figuras de barro, dando prioridad a la decoración, primero con «frisos de ovas y meandros y después con composiciones de figuras».

dos anécdotas. En la exposición hay un torno antiguo, instalado en una cavidad en forma de cueva que lo sitúa como si estuviésemos en el Alfar de Adrián, pero no es así, ya que el torno fue de su hijo Rubén, que es donde aprendió y dio sus primeros pasos hasta convertirse en destacado miembro de esta saga de alfareros y artistas. El torno –nos cuenta con orgullo Adrián– lo encargó a medida y compró en Manises para que sus dos hijos pequeños lo utilizasen y aprendiesen el arte de la cerámica. Este torno estuvo presente y llamó la atención de Zóbel que quiso conocer el taller de Adrián Navarro.

También cuelga expuesto un magistral y único cuadro cerámico, que ahora ya es parte de la colección de este museo. Esta obra tiene clara influencia picassiana, que Adrián, me explica, rememora el episodio en el que un empresario catalán le encargó la decoración de una discoteca en Castelldefells (Tarragona), y que después no se realizó, pero que le permitió conocer el museo de Picasso y de ahí producir platos y cuadros de inspiración picassiana.

Adrián Navarro nació en el azoriniano El Provencio, en la Mancha de Cuenca. Como muchos otros, abandonó su tierra natal y llegó a la capital, donde estudió Cerámica en la Escuela de San José. Posteriormente, y para mejorar su formación y evolucionar, cursó estudios en la Escuela de Cerámica de Manises. A partir de ahí comienza a ganar premios, tanto en Cuenca como en el Levante español. A finales de los años 70 recibe un homenaje de los Poetas Manchegos, nombrándole 'poeta del barro', y continúa su escalada como gran ceramista consiguiendo una docena de premios y recompensas, destacando el premio Artesano del Año concedido por La Voz de Albacete, o la Medalla D'Archeo Club Nacional de Italia. También obtuvo la Medalla de la Dirección General de Artesanía y la concesión del título de Maestro Artesano de Castilla-La Mancha en 1997. En el año 2014 leyó su discurso de ingreso en la Racal como académico numerario.