El cuadro toledano del despacho de la reina Victoria

L.G.E.
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Por el cumpleaños de su marido, la reina Victoria le regaló un lienzo que cuenta la leyenda de de la Cava. Sigue colgado en el que fue su espacio de trabajo de su residencia privada de Osbourne

Al fondo, se ve una fortaleza que representa la ciudad de Toledo. Florinda es la joven que va tapada y entre los árboles de la izquierda le espía el rey Rodrigo

A diferencia de lo que ocurre en los cuentos, no es tan fácil encontrar una historia de amor entre los reyes de verdad. Por eso la relación entre la reina Victoria de Reino Unido y Alberto de Sajonia-Coburgo es una bella excepción. A la reina le gustaba hacer regalos a su consorte y uno de ellos, el del cumpleaños de 1852, tiene algo que ver con Toledo. Es un cuadro inspirado en una leyenda de la Ciudad Imperial, la de la Cava, que además cuelga de su despacho privado en una de sus residencias favoritas, el castillo de Osbourne, en la isla de Wight, al sur de Inglaterra.

Cuenta la leyenda que Florinda la Cava se estaba bañando en el Tajo cuando el rey Rodrigo la contempló y, obsesionado por su belleza, la secuestró y la forzó. La joven Florinda se lo contó a su padre, conde de Ceuta, que juró vengarse del rey. De ahí que forjase una alianza con los musulmanes y les facilitara barcos para cruzar a la Península y conquistar el reino visigodo. De ahí que la leyenda de la Cava se haya unido al final de la España visigoda y el comienzo de la España islámica. 

El cuadro que regaló la reina Victoria a Alberto refleja el momento del baño de Florinda, que es la figura principal que aparece cubierta, que está rodeada de sus doncellas, en un entorno del Tajo de una naturaleza exuberante. Entre el follaje y las ramas, en la zona izquierda de lienzo se intuye al rey Rodrigo espiando. La pintura tiene un punto de fuga que lleva a un castillo, que simularía un Toledo de la época visigoda y un paisaje montañoso. Quizá a un toledano le cueste reconocer tanto el paisaje como el perfil de Toledo, pues más bien parecen una versión idealizada y romántica de la ciudad y su entorno.

Despacho privado en Osbourne, con el lienzo colgado encima del piano de la derechaDespacho privado en Osbourne, con el lienzo colgado encima del piano de la derecha

El autor es un pintor alemán, Franz Xaver Winterhalter, lo que quizá explica su interés por esta leyenda que marcó el final del reino de los visigodos, uno de los pueblos germanos que ocupó el Imperio Romano tras su caída. Winterhalter, que nació en un pueblo de la Selva Negra, tuvo mucho éxito entre las casas reales europeas por sus retratos. Quizá uno de los más célebres es el que hizo de Sissí, con estrellas de diamante adornando su pelo. También gozaron de mucha reputación sus cuadros de grandes formatos de tema histórico, línea en la que se enmarcaría 'Florinda'.

Este regalo de la reina Victoria es tan singular que llamó la atención de los creadores del documental 'Los secretos de los tesoros artísticos reales', dirigido por Sam Budd, Toby Reobuck y Nikki Seare. En él, la historiadora del arte Lois Oliver reconoce que la elección de esta «pintura es bastante chocante», pues la reina Victoria tenía ideas muy rígidas y cuando iba al museo Victoria & Albert se tenían que cubrir las partes pudendas de las esculturas con hojas de parra. Sin embargo resalta que en este cuadro aparecen las doncellas «en diferentes grados de desnudez».

Susanna Avery-Quash, de la National Gallery, añade que es muy interesante que los reyes «decidieran colgar este cuadro de las paredes del castillo de Osbourne, la más privadas de las residencias reales, y sobre su mesa de trabajo, donde Victoria y Albert hacían el papeleo diario». Considera «muy revelador que tuvieran una pintura tan sensual» en un espacio privado de trabajo. 

El cuadro de 'Florinda' sigue colgando de las paredes del palacio de Osbourne, pero hay una copia que está al otro lado del Atlántico. La pintó Winterhalter y la exhibió en el Salón de París un año después al regalo de la reina Victoria. Hoy forma parte de la colección del MET, el Museo Metropolitan de Nueva York, aunque en estos momentos no se encuentra expuesto. Se acerca a los dos metros y medio de ancho y llega a 1,78 de alto. El artista alemán retomó una composición similar para otro de sus lienzos, el de 'La emperatriz Eugenia rodeada de sus damas de compañía', que hoy está en el castillo de Compiègne, en Francia.