Ahora mismos son anónimos, pero como jóvenes promesas del arte cuentan con el talento y la ilusión necesarias para aproximarse o superar a sus referentes artísticos, e incluso erigirse como gurús en aquellas nuevas disciplinas en las que aún no hay un maestro.
Hablamos de los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, un centro de reconocido prestigio, foco de atracción para estudiantes llegados de todos los puntos del país dispuestos a hacer realidad su sueño. Tal es el caso del almeriense Sergio Martínez Martínez, la bilbaína Ivonne Gracia Murillo, el ciudadrealeño Cristóbal Piedrabuena Miguel o la conquense Lorena Esteso Serrano. Todos ellos afrontan el último curso de carrera o el máster en la Facultad con la inquietud de buscar una salida profesional que les permita ganarse la vida con su arte.
Ivonne Gracia Murillo - Foto: Reyes Martínez Saben que el camino al éxito está plagado de trabajo y sacrificio. Sin embargo, nada les detiene en su ambición porque están poseídos por la inspiración y movidos por la juventud. No les asusta la crisis, porque «en el arte siempre la ha habido».
Ivonne Gracia Murillo: "Creativos se necesitan en todas las empresas"
Ivonne Gracia Murillo llegó a la Facultad de Bellas Artes de Cuenca desde Bilbao después de que se la recomendaran Juan Azpeitia, uno de sus profesores, y Ángela Losa, una compañera de clase que cursó en el campus de Cuenca su último año de carrera. Según cuenta, antes de decidirse visitó otras facultades, «pero ninguna me convenció». Y es que, del centro conquense valora que sea el que más profundiza el contemporáneo en el país, y que la gran mayoría de sus profesores sean artistas antes que docentes, actualmente en activo dentro del mercado del arte.
No se recuerda sin sentir su vocación por la pintura y el dibujo, y aunque por circunstancias de la vida estuvo a punto de estudiar Arquitectura, finalmente se decantó por aquello que realmente quería hacer: Bellas Artes. «Siempre supe que era lo mío porque dibujaba de pequeña y a medida que iba creciendo iba dirigiendo mi carrera por esta rama: asistía a clases extraescolares de pintura, hice Bachillerato por Arte, aprendí el manejo de diferentes programas de edición informática, y cursé un Ciclo Superior de Gráfica Publicitaria», afirma la joven estudiante de 21 años, mientras destaca que su entorno familiar siempre fue muy creativo.
Cristóbal Piedrabuena Miguel - Foto: Reyes Martínez Con un pie fuera de la Facultad -cursa cuarto Grado de Bellas Artes-, a Gracia Murillo le preocupa su futuro más inmediato. Es por ello por lo que se plantea ampliar los conocimientos informáticos aplicados al arte, al considerar que «hoy en día se pueden hacer infinidad de cosas comprendiendo el funcionamiento de unos cuantos programas».
Se considera una mujer de recursos, por lo que está dispuesta a dar a su carrera tantas salidas como sus conocimientos le permitan. «Siempre se ha dicho que Bellas Artes no tiene salida y no es cierto», asevera.
Gracia Murillo reconoce que es difícil ganarse la vida creando obras para galerías y concursos, pero afirma que «creativos se necesitan en todas las empresas». «Un buen estudiante de Artes está preparado para cambiar y cuidar la imagen de cualquier tipo de empresa o soporte, y para ayudar a darle la vuelta a una idea rígida que no funciona, porque nos han enseñado a pensar en otras direcciones. Es algo que en otros países se comprende mucho mejor que aquí», sentencia.
Sergio Martínez Martínez. - Foto: Reyes Martínez La iniciativa de la joven bilbaína la ha llevado a exponer en colectivo en Venecia, en el País Vasco y en Castilla-La Mancha. Hasta el momento, la muestra de la que más satisfecha se siente es la realizada en la Fundación Antonio Pérez, donde hubo ocasión de ver sus cuadernos.
Gracia Murillo sueña con poder instalarse en una capital cultural europea e intentar ganarse la vida con algo relacionado con el arte mientras trabaja por su cuenta sus pasiones: el dibujo y la pintura. «Es imprescindible seguir creando para uno mismo, aunque la subsistencia te quite la mayoría del tiempo», concluye.
Sergio Martínez Martínez: «Si los grandes no venden, menos los que empezamos» Sergio Martínez Martínez estudia cuarto en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, donde llegó desde Almería hace cuatro años después de no haber conseguido plaza en la Universidad de Sevilla. Fue Cuenca y no otra ciudad porque aquí tenía un amigo, lo que le haría más fácil empezar de cero en una ciudad para él desconocida.
Laura Esteso Serrano. - Foto: Reyes Martínez Martínez descubrió su vocación de forma casual a los diez años mientras se encontraba dibujando con su prima. Fue entonces cuando decidió que quería dedicarse al arte de una forma profesional y explotar su talento oculto, el de «un auténtico portento», según le reconocían algunos allegados.
Su formación en Cuenca le ha permitido, además de desarrollar sus habilidades para la pintura abstracta, explorar en otras disciplinas como la instalación. No obstante, no duda en reconocer que se encuentra en una pequeña crisis que le ha llevado a dejar momentáneamente ambas cosas, y centrarse en la escritura de una novela.
Su juventud -tiene 22 años- no le impide tener la cabeza bien amueblada y los pies en el suelo. Es consciente de que vivir del arte es muy difícil actualmente, y que para cubrir los gastos ordinarios necesitará trabajar «en lo que sea». «Si los grandes no venden, menos los que estamos empezando en esto», afirma el estudiante reconociendo que, en tiempos de crisis el arte es algo prescindible, y resignándose «a tener que ganarse las habichuelas de friegaplatos o mozo de almacén».
- Foto: Reyes Martínez Aunque pueda parecer negativo por sus palabras, afirma que es una persona positiva, pero tremendamente realista. No obstante, el hecho de que lo vea todo bastante negro no le hace replantearse la carrera «porque yo soy esto y confío en que las oportunidades lleguen». Previsor, el andaluz tiene un plan ‘b’ bajo el brazo y no descarta estudiar Filosofía y Letras una vez termine sus estudios de Bellas Artes.
Hasta la fecha ha expuesto en cuatro ocasiones, una vez en Almería y tres en la Facultad de Cuenca. En ninguna de ellas considera que su obra ha sido entendida, en el caso de Cuenca, «porque los alumnos entran con la predisposición de criticar lo que haya».
Nunca ha vendido un cuadro, aunque realizó varios retratos por encargo durante su etapa realista. Considera que estos trabajos son «una manualidad» que permiten a algunos pintores ganarse la vida, sin embargo «no es una obra que permita a un artista expresarse libremente y demostrar su capacidad creativa».
- Foto: Reyes Martínez Martínez es el crítico más duro con su trabajo, y también con la Facultad, la cual cree que debe tener un mayor nivel de exigencia. «Cuando me di cuenta de lo que había, decidí que mi aprendizaje recaía sobre mi y me hice responsable de lo que aprendía. Así me va estupendamente porque soy yo el que me exijo», concluye.
Lorena Esteso Serrano: “Los de Bellas Artes no se mueren de hambre”
Lorena Esteso Serrano tiene 23 años y el curso pasado se licenció en Bellas Artes en la Facultad de Cuenca, centro en el que se encuentra cursando un máster en Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales. Aunque es natural de San Clemente, se encontraba viviendo en Albacete cuando decidió volver a su provincia natal para realizar sus estudios superiores «debido al prestigio con el que cuenta esta Facultad».
Ni aún haciendo un ejercicio de memoria llega a recordar dónde y cuándo nace su interés por el arte, «solo puedo decir que Bellas Artes es algo que siempre quise estudiar y que no me imagino haciendo otra cosa».
Esteso Serrano tiene grandes habilidades para el dibujo y la pintura pero, curiosamente, es lo que menos practica en estos momentos. «Al entrar en la Facultad se me abrió un mundo delante de mis ojos y me dediqué a explorar las posibilidades de los medios que se me daban», señala la estudiante de máster mientras explica que su obra actual está relacionada con el video.
Es precisamente en el mundo audiovisual (fotografía y video) donde la joven cree que puede explotar mejor su creatividad artística, de aquí que continúe su formación superior por estas ramas.
Entre sus proyectos de futuro a corto plazo figuran el cursar el doctorado y combinar estos estudios con los de doblaje y locución en Madrid. Y es que el cine es otra de sus pasiones ocultas.
La joven defiende las múltiples salidas que tiene un grado como el de Bellas Artes y rompe estereotipos como el de que «quien estudia esta titulación se muere de hambre». «Hay tantas salidas profesionales como imagines, ya que puedes trabajar desde tatuador hasta diseñador, pasando por ilustrador, profesor, galerista o curador. En definitiva, es una carrera que, como todas, te abre las puertas a un abanico muy amplio de posibilidades en las que puedes ahondar», asevera.
En su caso, lo que más le interesa es cultivar su creación artística, de ahí que, además de estudiar, esté inmersa en varios proyectos, entre los que destaca el de una exposición colectiva que se inaugurará en Córdoba este año, y en la que participará junto a compañeros del Colectivo 405. Precisamente, junto a ellos inauguró el pasado otoño en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca la muestra titulada Bracundia 1645-2014, que abordaba el término autobiografía partiendo de un texto de Antonio Saura escrito en 1952.
A pesar de haber rechazado una oportunidad laboral con el fin de cursar el máster, Esteso tiene ganas de salir al mercado. Mientras tanto, disfruta de los profesores del máster, así como de recursos del centro como las Colecciones y Archivos de Arte Contemporáneo, que incluyen los fondos de la Colección Parkett, el Museo Internacional de Electrografía (MIDE), Artea, y el Centro de Creación Experimental (CDCE).
Cristóbal Priedrabuena Miguel: «El sistema artístico es un reflejo del político y social» Cristóbal Piedrabuena Miguel tiene 24 años, es natural de Pozuelo de Calatrava (Ciudad Real), y como su compañera Lorena Esteso se encuentra estudiando el máster de Investigación en Prácticas Artísticas y Visuales en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca. Piedrabuena compagina esta formación reglada con diferentes cursos sobre programas de imagen, inglés y el tercer curso de grado de trompeta en el Conservatorio Superior de Música.
Personalmente, considera que el arte puede ser una herramienta de transformación. Y fue eso lo que le llevó a estudiar Bellas Artes.
En su caso, ha dibujado siempre, desde «chorradas» en cuadernos y «borrones» en cualquier hoja durante su etapa infantil -que él imaginaba como ilustraciones o grandes cuadros-, hasta las obras con las que soñaba de pequeño. A pesar de todo, hoy en día afirma que el dibujo es sólo otra herramienta más, «sin que llegue a ser el catalizador que englobe todo el proceso creativo de sus proyectos».
No cree que tener habilidades para la pintura a una edad temprana abra las puertas de la Facultad de Bellas Artes, ya que explica que «hoy las acciones se envuelven en un ámbito más conceptual, en la que la práctica, el conocimiento y la creatividad comparte protagonismo».
A la hora de afrontar su trabajo mezcla técnicas, disciplinas y conocimientos, «intentando alejarme del ego artístico y ese afán de competitividad que se da mucho en este ámbito». Quizá por esta forma de pensar, en sus proyectos hay una burla implícita a todo aquel que se cree superior al resto. «Me gusta ironizar sobre los portafolios, currículos, catálogos, statements y demás parafernalias de artistas que, en mi opinión, son algo anacrónicos para el arte que merecemos en pleno siglo XXI», asevera. Y es que, para Piedrabuena, «el sistema artístico actual no es más que el mero reflejo del sistema político, económico y social que tenemos».
Si tuviera que imaginarse su futuro, más que encerrado en un taller, Piedrabuena lo hace en un aula. Una vez que termine el máster, quiere hacer el doctorado, y centrarse en la docencia y la investigación. En este sentido, pretende promover nuevos modos o métodos epistemológicos que se salgan de los márgenes académicos más doctrinarios y ortodoxos.
Consciente de la realidad que le ha tocado vivir, señala que «en estos momentos da igual que hayas estudiado Bellas Artes que Telecomunicaciones, Arquitectura, Derecho o Formación Profesional... porque las salidas son escasas». En su carrera, dice que la mayor parte de los licenciados terminan trabajando de diseñador gráfico, fotógrafo, serigrafía, o autoeditando fanzines «para venderlos a sus colegas». Y es que, aunque ironice, la autogestión o autoedición definen el modo en el que Piedrabuena entiende la realidad profesional en la actualidad.